Eterno Retorno

Friday, November 23, 2007

Pasos de Gutenberg
El baile de la Victoria
Antonio Skarmeta
Planeta

Por Daniel Salinas Basave

Este libro le puede gustar a cualquiera. Imagínenlo como una chica guapa, de conversación amena y agradable compañía. La verdad es que no veo cómo a alguien le pueda caer mal. Cierto, tal vez no sea un monumento a la profundidad ni una oda a la trascendencia ni está destinada a ser una novela-tatuaje, de esas que marcan la vida y son capaces de engancharnos en compulsivas relecturas, pero tiene el don de agradar a la primera. Amor, aventura, desengaño,suspenso, lindos sentimientos. Nada nuevo bajo el Sol aparte del buen sabor de boca. Vamos, es una novela light, fácil, sin demasiadas exigencias, perfecta para un Hollywood. ¿La habrán llevado ya a la pantalla? Elementos no le faltan y hasta es fácil imaginarse a los actores. La película ideal que sin duda gustará a una novia romántica. Una novela que puede resultar excelente compañera de viaje y que fue sin duda mi mejor elección para el trayecto Tijuana-Monterrey. El chileno Antonio Skarmeta construye personajes que irremediablemente enamoran y se enamoran, Con Skarmeta, al final de cuentas, el amor es el gran triunfador, sin que eso implique necesariamente un final feliz para los personajes. Vaya, no son los personajes los que triunfan sino la luz del amor la que se impone. Si millones se enamoraron del Cartero de Neruda, puedo asegurar que Victoria, Santiago y Vergara deben haberse hecho ya de una buena legión de seguidores. En los personajes de Skarmeta brillan ante todo los buenos sentimentos. Físcamente agraciados, bien intencionados, de una pieza,tipos de fiar aunque sean ladrones. Personajes de fantasía, prófugos de cuento de hadas. La histroria comienza en una cárcel chilena el día en que se otorga el beneficio de la liberación a reos con buena conducta. Ángel Santiago, un cuatrero de 20 años y Vegara Gray, un experto abridor de cajas fuertes, descubren, en las calles de Santiago, que la libertad es a veces, como dice Corcovado, la cárcel más grande de todas las cárceles. Seductor, campirano e insolente, Ángel Santiago sale de la prisión ruminado su venganza, sin saber que el alcaíde ya lo ha condenado a muerte. Elegante, anticuado, con la galanura de los gangsters de los años 30, el viejo Vergara Gray sale a cobrar la parte que le corresponde de su último golpe y a hacer efectivo el millón de dólares que costó su silencio en prisión. Cuando la libertad y el frío de Santiago en junio los abofetea, las vidas de estos dos expresidiarios quedan unidas en un solo camino llamado Victoria. 17 años, soñadora, desafiante y por supuesto bella, Victoria es una bailarina que ha desertado de la escuela y tiene más de un tornillo suelto. El resto de la historia lo pueden intuir. Dos ladrones buenos, una niña guapa, unos malhechores, un traidor y 376 páginas que se consumen más rápido que un cigarro en el viento.

Hace tanto frío en Monterrey.

Los sueños son pequeñas profecías.

Isis cometió incesto y necrofilia. Concibió a Horus copulando con el cadáver de su hermano Osiris, a quien reconstruyó, pues Seth lo había dejado en pedacitos.

Esta mañana acudimos al Forum a ver la exposición Isis y la Serpiente Emplumada. Me concentré en lo egipcio. Los sarcófagos aún ejercen su hechizo sobre mi. Jamás hubiera creído que esas piedras milenarias tocadas por manos de faraones pudieran llegar al píe del Cerro de la Silla. Sin duda volveré.

Ha caído la noche y el viento helado desciende desde el Cerro de las Mitras hasta la ventana. Toda profecía se cumple. Los sueños cumplieron con advertir.

Me despedí de la región con el concerto de Down. Más de dos horas de ese rock pantanozo, denso, oscuro como el lodo en las ciénagas de Nueva Orleans. Down es como un trago largo de bourbon Wild Turkey. Gracias a Lara y a sus compas. Me sentí como si hubiera ganado un paquete de premio. Boleto, transportación hasta tu casa y un señor conciertazo.
Anselmo es todo un frontman, un tipo que se adueña de la noche entera con su personalidad. Menos hostil, no tan hasta la madre, dicharachero y bromista como un compadre borracho, aunque para mi fue un concierto sobrio y sin putazos. Una guiness en toda la noche y nada de mosh y pogo, por no ver pisoteado mi sombero de cowboy from hell. Y sin embargo lo disfruté en grande. Tocaron casi entero el nuevo disco Over the Under y bastantes de los anteriores. Lisergic Funeral, Ghost along the Mississipi, NOD, I Scream, Tree suns and one star, On march the Saints, The Path para abrir . Nueva Orleans era una ramera moribunda. Después de Katrina está muerta? Un Greyhound me llevó a sus pantanos en 1996 y sólo puedo decirte que dos de las mejores bandas gabachas de la actualidad vienen de ahí.

Tuesday, November 20, 2007

Cómo se las arregla el cielo de noviembre para ser tan triste?


Las tres de la tarde caen sobre nuestra casa vestidas de tinieblas. El Tales from The Twiligth World de Blind Guardian retumba en las en las bocinas. Desde los floreros las casablancas gambetean las sombras invernales y juegan a la primavera. Morris descansa. Cuando Carolina no está, simplemente duerme durante horas y se olvida de todo.

Anoche, ceremonia vikinga en House of Blues de San Diego. Cuernos de calvados elevados en el banquete de Odín, el Martillo de Thor despedazando el horizonte. Amon Amarth desparramó sobre nosotros la furia de paganas deidades. Poca gente, como era de esperarse. San Diego no es precisamente Metal City, mucho menos cuando se trata de bandas escandinavas y un lunes en la noche no suele ser el mejor momento para arrancar una gira americana. Valhalla Awaits Me, Runes to my Memory, Death in Fire, Versus the World sonaron contundentes, aunque mi amigo Octavio se quedó con las ganas de Gods of War Arise. Mitología nórdica ahogada en cerveza. Uno no acude a moderarse a esas tocadas. Podría repetir la dosis esta noche en Down, pero las circunstancias conspiran en mi contra.


Quieres hablarte de tú con la desolación? Toma el Trolley de media noche en el centro de San Diego. Con demasiados riffs y cervezas bailando en mi cabeza, me sumerjo en el ritual de los condenados. Rostros molidos por el cansancio de la derrota cotidiana, paisanos retornando a Tijuana como sombras. Sus cabezas rebotan en la ventana. Next station Beyer Bulevar. Voy leyendo El Crepúsculo de los ídolos. El buen Federiquito habla de belleza y fealdad. Abominamos de lo feo porque nos recuerda lo decadente, nuestra propia decadencia. Después despotrica contra Kant, contra Carlyle, contra George Sand y por un momento intuyo que tanto azotaje hubiera sido desechable si Lou Salomé le hubiera concedido al menos una buena cogida. Un sexo como Dios y el Diablo mandan, habría dado al traste con demasiada filosofía. Miro a mi alrededor. Paisanos dormidos o cabeceantes, negros hablando solos, whitethrashers borrachos. Palomar, Palm… Llegas a San Ysidro, cruzas el puente de la garita entre una fila de condenados, empujas la chirriante puerta metálica, bienvenido a Ciudad Secuestro. Como bandada de zopilotes amarillos te aguardan los taxistas. Los ignoras, caminas hasta el estacionamiento en Pueblo Amigo y emprendes la marcha. Es de madrugada, la niebla parece querer meterse a tu piel, el iPod está fatalmente descargado y en el asiento del copiloto va contigo el silencio. La carretera escénica se torna espectral un martes de madrugada, el mar es apenas una sospecha. Y si la niebla te tragara? Y si de pronto la razón se hace pedazos y los monstruos dormidos te juran que no existe lumbre bajo el océano? De repente, la carretera que recorres varias veces todos los días de tu vida, se transforma un paraje desconocido, una ruta hacia ninguna parte.
El mar es gris, como una plata opaca y oscurecida. En las profundidades aguardan bestias lovecraftianas. Las islas yacen ocultas en la niebla.

En las bocinas ya suena el Orchid de Opeth, Under the Weeping Moon en siniestra armonía con las tinieblas de la tarde. Morris ha despertado y simplemente no se encuentra en este mundo. El frío irrumpe.