Mi colega Roberto Castillo Udiarte y yo acudimos ayer a dar una charla al Reclusorio Norte en la CDMX (cada uno en un módulo distinto). He hecho ejercicios similares en los penales de Ciudad Juárez y Tijuana y puedo decirles que son experiencias fuertes en donde fluye una energía muy especial. Acaso la única diferencia fue que aquí no hubo presentaciones, protocolos ni palabras de autoridades. Simplemente me dejaron dentro de un aula en donde aguardaban sentados los reos. “Todos suyos”, me dijo el celador. En un principio es inevitable sentirte un poco absurdo hablándole a personas sepultadas en vida sobre lo lindo que es leer y escribir. En los primeros minutos te miran con inevitable recelo, desconfianza. Yo les hablo de los dos juguetes que me acompañan en todo momento de mi vida: la imaginación y las palabras. Con ellas vuelo libre aún en los instantes más adversos. Poco a poco van tomando confianza y de pronto surge siempre la primera mano levantada. Siempre hay un primer reo que confiesa escribir poemas que no muestra a nadie y entonces otro más se anima y decide recitar algo. Alfonso Pérez, un reo de mediana edad, me sorprendió con un texto oscuro y desgarrador sobre lo que significa la vida en la sombra al que tituló Escindido. “En este cementerio de vivos-muertos recompensa única es la muerte”. “Cuerpos ya sin sombra, eternidad vacía queda”. “Abismo infinito de sombras masticadas por el silencio”. Le pedí que lo copiara en mi cuaderno y accedió con gusto.
Pensé en Recuerdos de la Casa Muerta de Dostoyevski y pensé que el rostro y la mirada de un convicto son universales sin importar época y geografía. Pensé en el embrujo y el poder liberador de una pluma y un cuaderno, en los caminos siempre torcidos, en los naufragios existenciales, en los infiernos en vida, el crimen, el castigo, las prisiones de puertas abiertas en que tantos seres humanos habitan y al final las palabras, siempre las canijas palabras, rompiendo cadenas, llevándonos a viajar tan lejos.
Thursday, July 25, 2019
Monday, July 22, 2019
¿Qué recomendaciones daría usted a los nuevos jóvenes escritores de las regiones fronterizas?
Mi recomendación para todo escritor de la región que sea (suponiendo que yo pueda recomendar algo) es que lean. Que lean muchísimo. El personaje principal del juego literario es el lector, lo verdaderamente fascinante es ser lector. El acto de magia, de embrujo, el viaje que nunca termina es la lectura. Sean lectores. La escritura llega sola, casi como consecuencia inevitable.
Ahora, si de verdad quieren escribir y hacer de la escritura una carrera, entonces les diría que esto es, sobre todo, una carrera de resistencia. Hay que preguntarnos también para qué o para quién queremos escribir. Es fascinante cuando la escritura es un fin en sí mismo, cuando el acto mismo de escribir es viaje y destino, cuando no estás pensando en un jurado o en un editor y ni siquiera en si lo que escribes será leído algún día. Sí escribes así, por puro principio del placer, por impulso incontrolable, porque simplemente no podrías no hacerlo, entonces ya ganaste, independientemente de lo que pase con tus textos. Para mí ese es el estado ideal.
Ahora bien, si lo que quieres es ganar algún premio y poder publicar más allá de una auto-edición, entonces sí tírate a matar y haz de este oficio una chamba dura y exigente, como si fueras un albañil o un carpintero que tiene que terminar el trabajo. Se implacable contigo mismo, saca el cuchillo y corrígete hasta que el papel sangre, léete a ti mismo en voz alta.
Otra recomendación (y máxime si vives en la frontera) es que salgues a caminar, que camines mucho, que te pierdas en las calles de tu ciudad, que las contemples como si fueras un extranjero que acaba de llegar y las mira por primera vez. Siéntete extraño en tu entorno, juega a ser extranjero en tu propio barrio.
Sunday, July 21, 2019
¿Considera usted que las temáticas en literatura en áreas fronterizas tienden a variar en comparación con el resto del país? Es decir, ¿considera que en las áreas fronterizas se crea una identidad exclusiva y particular?
Sí, hay una identidad innegable e inocultable. Somos híbridos, mixtos, heterogéneos, pero no creo que se pueda hablar de la literatura tijuanense o aún fronteriza como un movimiento reconocible por estilo o temática.
No somos una ciudad donde haya fenómenos de masas o donde haya multitudes organizadas. Somos una ciudad de mil y un esfuerzos individuales, veladoras solitarias que brillan en la tormenta. Somos la esencia más pura del “hazlo tú mismo”. Por ejemplo, hay una tendencia estereotipar la literatura fronteriza como narcoliteratura. Por puro principio de libre asociación, hablar de narrativa fronteriza evoca imágenes estereotípicas, un bestiario de personajes y jergas capaces de representar el non plus ultra del cliché. Dentro de los parámetros del canon literario nacional, lo fronterizo debe necesariamente oler a relatos de narcos, polleros y mojados; historias de sueños y tragedias en la tierra de nadie; vidas náufragas que pierden su identidad en medio de ninguna parte, narradas (de preferencia) en riguroso spanglish. Del escritor fronterizo se espera un espíritu de cantante de corridos berreando en medio de una cantina malamuertera, una épica a lo Tigres del Norte o un romancero de barrio chicano. Par mí es solo eso, un cliché. Hay muchos escritores tijuanenses o Baja Californianos que para nada tocan el tema del narco, los polleros
Fuerte sigue siendo el debate en torno a la existencia de una narrativa norteña y su real influencia. Hay quienes consideran absurdo regionalizar las artes y colgarles una etiqueta basada en el lugar de origen del creador. Sin embargo, es innegable que a finales de los años noventa y principios del nuevo milenio, una generación de narradores norteños marcó la pauta en la literatura mexicana.
¿Cómo percibe usted el estado actual de la literatura tijuanense? ¿Cuáles son los autores contemporáneos más destacados?
La literatura tijuanense es como la ciudad y lo que me gusta de Tijuana es su permanente vocación por el desafío, por pelear la contra, por romperle los dientes al engranaje de lo ordinario. Hay ciertas banderas solitarias levantadas por agricultores del mar y escultores de hielo en el desierto que me hacen tenerle fe a esta ciudad. A Tijuana la hace grande su gente, o más bien dicho algunos esfuerzos individuales con cara de utopía que saben remar cuando las aguas están picadas. Tijuana es un mosaico multicultural, un laboratorio de otredades. Te pongo un ejemplo por mencionar a tres autores contemporáneos que están muy activos actualmente: Joel Flores es un escritor tijuanense nacido en Zacatecas, Hilario Peña es un escritor tijuanense nacido en Mazatlán y Juan José Luna es un escritor tijuanense nacido en Nayarit. Los tres vinieron de fuera y sin embargo, cada uno en su estilo, está marcado por Tijuana. Lo que los hace más tijuanenses es que son migrantes y llegaron a esta ciudad en plan de aventureros y eso se refleja en su narrativa. Yo soy un tijuanense nacido en Monterrey y sin embargo puedo decirte que las calles de Tijuana son mi escuela y mi inspiración. Sin ellas, tal vez yo no sería escritor o escribiría algo radicalmente distinto.
Aquí conviven muchas generaciones y estilos. Por una parte una cofradía de poetas muy sólidos que han sido inspiración para varias generaciones como Roberto Castillo, Víctor Soto Ferrel, Luis Cortés Bargalló, Francisco Morales o Raúl Rincón, quien nos acaba de dejar hace pocos meses.
Si hablamos de narrativa, yo te puedo decir que Federico Campbell es para mí alguien que me ha marcado el camino e influido de manera determinante en mi trabajo. Tenemos de regreso en la ciudad a Luis Humberto Crosthwaite, que significa un punto de inflexión y una piedra angular Imposible concebir la narrativa tijuanense y fronteriza sin leerlo. Tenemos a Rosina Conde, que es una narradora extraordinaria quien ha sido influencia para varias generaciones La frontera entre milenios encarna en la narrativa de Rafa Saavedra y Heriberto Yépez. Tuvimos a Regina Swain que nos dejó hace poco y tenemos al excéntrico de excéntricos que es Javier Fernández. Y bueno, una cofradía de jóvenes de lo más inquietos. Tan solo este año tuve la fortuna de presentar a dos muy interesantes como son Josué Camacho y Sergio Urista, por mencionar solo dos cuyo trabajo conozco, pero hay muchísimos más. Siempre es injusto mencionar nombres, pues estoy omitiendo demasiados.