En sus crónicas yacen las despellejadas mesas de billares y las cantinas olorosas al vapor de meados y sudores impregnados a una cerveza que se calienta demasiado pronto, pero también la eternidad del sábado Tigre en la grada del Volcán entre un amarillo mar de puños cerrados y gritos contenidos. Nos zangoloteamos entre el enjambre de cuerpos en caos perpetuo inmersos en el mosh pit de la Cueva de los Osos, pero también somos testigos de la conversión cristiana del héroe del hip hop luego de embarrar a una pobre pareja entre su camioneta último modelo y la pared. Sus párrafos son el acordeón de Celso Piña y la falda de la Campana sumergida en el sonar de cintas con revoluciones tortuga, pero también la moneda tras la orejota del Chango, el loquito de cantina que encarna a todos los borrachos que roncan y han roncado mientras derraman baba sobre una barra. Hay machos de rodeo y rudas punketas de pelo en pecho jarcoreando en el Cabronas Fest. Hay buchones con complejo de capo berrando corridos alterados y también metaleros partisanos que empeñan el alma slameando en Factores Mutuos.
Anoche, cuando me disponía a comenzar este escrito, escuché algunas canciones de Toxodeth y Mortuary. Después di con algún video de Cabezas Podridas y Madriza Salvaje en Factores y ya inmerso en la cacería y tocado por la saudade mientras leía la historia de Américo Speed, escuché algo de Derechos Humanos y el infaltable Disolución Social, cerrojazo de tocada que se diera a respetar.
Cada cierto tiempo dices que lo dejarás, que es solo una etapa necesaria en tu vida para escribir el oscurísimo Noir de la calle tijuanense, un privilegio vivencial al que ni Agatha Christie, ni Patricia Highsmith ni Camilla Lackberg tuvieron acceso, pero los meses pasan y tú ya estás por cumplir un año de muertera sin que se te vean intenciones de dejarlo atrás.
- Ser muertero es un vicio más cabrón que el pisto, la mota, el criko, la chiva, los casinos o el sexo, te advirtió el Carnitas Mascorro la noche en que te heredó el radio. Hoy estás empezando a creerle.
Saturday, January 30, 2016
Friday, January 29, 2016
Mientras al vuelo intento cazar las palabras adecuadas para abrir este prólogo, una imagen irrumpe y se multiplica en las redes sociales: un Cerro de la Silla coronado por el tenue blanco de una improbable nevada se ha apoderado de la pantalla. En la agonía de este enero todos los contactos regios comparten la estampa con la certidumbre de haber fotografiado algo irrepetible. Más que una corona aquello parece un velo cubriendo un rostro o acaso un mágico espolvoreo sobre un cuerpo.
La nieve sobre el Cerro de la Silla me recuerda que Monterrey tiene mil y un rostros para mostrar. Aquella frase de “si no le gusta el clima vuelva en 15 minutos”, va más allá de un meme y refleja una bipolar esencia no limitada al termómetro. Monterrey es una mujer poseedora de un closet infinito en donde caben todos los vestidos y actitudes posibles. La postal regia por excelencia -el Cerro de la Silla contemplado desde el Obispado- suele tener a la mano una paleta de colores para lucir un maquillaje distinto cada día.
Pero si aún las montañas que Diego de Montemayor contempló en 1596 tienen vocación mutante, imaginemos por un momento la galería de absurdos e improbabilidades que podemos encontrar en los recovecos yacientes en las faldas de esa imponente orografía.
A Monterrey le da por jugarle bromas pesadas a quien intenta definirla y encasillarla en frasquito del cliché. Pocas ciudades tienen una primera impresión tan mentirosa. La única certidumbre es descreer de quien afirme conocerla a la perfección.
Bajo el estereotipo del esforzado y rudo emprendedor que sacraliza el ahorro y la competencia, yacen bestias interiores que cada cierto tiempo salen a la superficie. Monterrey es una ciudad a la que la gusta travestirse.
Tuesday, January 26, 2016
Cada cierto tiempo dices que lo dejarás, que es solo una etapa necesaria en tu vida para escribir el oscurísimo Noir de la calle tijuanense, un privilegio vivencial al que ni Agatha Christie, ni Patricia Highsmith ni Camilla Lackberg tuvieron acceso, pero los meses pasan y tú ya estás por cumplir un año de muertera sin que se te vean intenciones de dejarlo atrás.
- Ser muertero es un vicio más cabrón que el pisto, la mota, el criko, la chiva, los casinos o el sexo, te advirtió el Carnitas Mascorro la noche en que te heredó el radio. Hoy estás empezando a creerle.
Esta madrugada no es muy diferente a las demás. Cierto, es más interesante una cabeza cortada que un cuerpo envuelto en cinta gris, pero el de hoy no es el primer decapitado ni será el último. Mañana tus lectores y tú lo habrán olvidado y será reemplazado por la nota de una balacera en una plaza comercial o dos ahorcados balanceándose como badajos desde un puente peatonal. Tu Baja Noir no es una trama sino un amasijo de muertos mostrencos sin nombre ni historia. Por ahora es misión cumplida. La foto de la cabeza mal cortada ya está en tu blog y en plena madrugada ha pepenado ya catorce comentarios, escritos por los morbosos de siempre, tus fidelísimos fans que cada noche aguardan el reciclaje del Noir.
Monday, January 25, 2016
La tarde del 14 de diciembre de 2012 la Policía Municipal de Hermosillo encontró el cuerpo sin vida de Argemiro Montaño dentro de su departamento en Infonavit Burócratas. De acuerdo con el dictamen pericial, el deceso se habría producido tres semanas antes como consecuencia de una broncoaspiración, luego de que el periodista sufriera un desmayo provocado por un golpe. De acuerdo con el testimonio del reportero Ramiro Villegas, quien acudió al lugar de los hechos, el cuerpo estaba tirado boca abajo, al pie de una mesa de madera sobre la cual había una máquina de escribir en donde se encontró una hoja con un párrafo escrito, que se presume era el inicio de la autobiografía del periodista.