Definitivo: Los caminos de la vida no son como imaginaba.
Salvaje es el viento y helada la lluvia. La mañana de este lunes nos recuerda que febrero aún se viste de Invierno. Inicia la segunda semana en mi nuevo trabajo. No cabe duda que el mejor conjuro contra todo tipo de angustias y bajones, es la actividad. El trabajo es un remedio mágico. Más que una catástrofe económica, el horror del desempleo tiene que ver con un estado mental, un sentimiento de inutilidad que todo lo corroe. Imaginé el desempleo como una lenta agonía, un vasto desierto de inactividad y auto cuestionamiento. Me preparé para enfrentar a mis demonios, para tener por primera vez en mi vida adulta horas y horas muertas a mi entera disposición. Tracé una ruta crítica con doce posibles caminos a seguir y dibujé un escenario de guerra con medidas extremas. Por fortuna las horas muertas no llegaron nunca y mis demonios se quedaron en la sala de espera. A ese jinete apocalíptico del 2009 todavía no lo conozco. Yo nací para trabajar, no para patear la calle. Los caminos de la vida no son como imaginaba y eso es lo que hace más fascinante recorrerlos. Nunca imaginé este camino y ahora lo recorro mirando de frente y con el ánimo a tope. Quién iba a decirlo. Les juro que yo soy el más sorprendido. A veces quien menos esperas, es quien puede darte su mano. Sin duda aprenderé demasiado de estos tiempos. Por lo pronto, me queda demasiado claro que las alianzas son mejor que las confrontaciones, que la humildad es mejor que la soberbia, que nada bueno me trajo ir por la vida escupiendo a la gente y creyéndome autosuficiente. Siempre llegará un día en que pedirás una puerta abierta y una mano tendida. Por lo pronto, la vida no necesitó escupirme a la cara para darme esta gran lección.
Salvaje es el viento y helada la lluvia. La mañana de este lunes nos recuerda que febrero aún se viste de Invierno. Inicia la segunda semana en mi nuevo trabajo. No cabe duda que el mejor conjuro contra todo tipo de angustias y bajones, es la actividad. El trabajo es un remedio mágico. Más que una catástrofe económica, el horror del desempleo tiene que ver con un estado mental, un sentimiento de inutilidad que todo lo corroe. Imaginé el desempleo como una lenta agonía, un vasto desierto de inactividad y auto cuestionamiento. Me preparé para enfrentar a mis demonios, para tener por primera vez en mi vida adulta horas y horas muertas a mi entera disposición. Tracé una ruta crítica con doce posibles caminos a seguir y dibujé un escenario de guerra con medidas extremas. Por fortuna las horas muertas no llegaron nunca y mis demonios se quedaron en la sala de espera. A ese jinete apocalíptico del 2009 todavía no lo conozco. Yo nací para trabajar, no para patear la calle. Los caminos de la vida no son como imaginaba y eso es lo que hace más fascinante recorrerlos. Nunca imaginé este camino y ahora lo recorro mirando de frente y con el ánimo a tope. Quién iba a decirlo. Les juro que yo soy el más sorprendido. A veces quien menos esperas, es quien puede darte su mano. Sin duda aprenderé demasiado de estos tiempos. Por lo pronto, me queda demasiado claro que las alianzas son mejor que las confrontaciones, que la humildad es mejor que la soberbia, que nada bueno me trajo ir por la vida escupiendo a la gente y creyéndome autosuficiente. Siempre llegará un día en que pedirás una puerta abierta y una mano tendida. Por lo pronto, la vida no necesitó escupirme a la cara para darme esta gran lección.