Xoloitzcuintles (breve historia del futbol profesional en Tijuana)
El mayor “pero” que siempre le he puesto a Tijuana, aún por encima de la inseguridad, es la carencia de un equipo de futbol de Primera División. Somos la cuarta ciudad más grande del país, estamos ubicados en el corredor económico más dinámico del mundo (al menos antes de la crisis lo era) tenemos pobladores procedentes de todos los rincones de la República, crecemos más de 100 mil habitantes al año y sin embargo seguimos teniendo equipos de pueblo. Mientras ciudades mucho más pequeñas y menos pobladas tienen o han tenido equipos en el máximo circuito, (Celaya, La Piedad, Pachuca mismo son bastante más pequeñas que Tijuana) el futbol de primer nivel sigue brillando por su ausencia en nuestra ciudad. Pues bien, Tijuana tendrá que seguir esperando para tener primera división.
Allá por 1990, cuando Tijuana aún estaba demasiado lejos de mi vida, había un equipo llamado Inter, entrenado por el Campeón Hernández, que disputó la final contra los Panzas Verdes de León. 3-0 perdió en el Bajío y 1-1 quedó el juego definitivo en Tijuana, que marcó el retorno de la fiera esmeralda al máximo circuito.
En 1998, año en que pisé por vez primera esta ciudad, una filial del Guadalajara llamada Chivas-Tijuana disputó la final del torneo de Invierno contra Venados de Yucatán. Bomba yucateca, karma de los mayas, pero el caso es que con el rol de juegos invertidos, el marcador entre yucatecos y tijuanos fue idéntico al que se consumó ayer. 0-0 en Tijuana y 1-0 en Mérida.
En mayo de 1999 acudí por vez primera a un partido de futbol en Tijuana. Chivas-Tijuana, entrenado por Jesús Bracamontes, disputaba los cuartos de final contra Zacatepec. Jugaban en aquel entonces en el Estadio del Cerro Colorado, en la colonia Capistrano, en el culo del mundo. Chivas-Tijuana ganó 1-0 con penal de Califas Arteaga. La vuelta en el Coruco Díaz fue un desatre y Zacatepec apaleó 5-0. A la postre, el partido al que acudí resultó ser histórico, pues fue el último gol y el último partido en territorio tijuanense con la camiseta y el nombre de Chivas-Tijuana.
En el torneo siguiente, el equipo cambió de nombre y camiseta, pues ya no quería ser una filial, sino un cuadro con derecho a ascenso. Nacional Tijuana se llamaba y tenía un hermoso uniforme verde oscuro. De la misma forma que acudí al último partido en la historia de Chivas-Tijuana, acudí al primer partido de Nacional-Tijuana. Fue un amistoso contra Chivas de Guadalajara que ganaron los tapatíos por 1-0 con gol de Luís García. En aquel entonces nuestro periódico acaba de nacer, lleno de sueños, grandes expectativas y ambiciosos planes que ni en su peor pesadilla contemplaban convertirse en el triste pasquín de 32 páginas que actualmente es. Yo tenía una columna de futbol llamada Tiro Libre y en aquel torneo me involucré demasiado con Nacional. Puedo afirmar que raramente me perdía un juego, pese a la lejanía y la incomodidad del estadio (si quieren que sea honesto, es muy raro que por voluntad propia cruce yo más allá de la 5 y 10) Nacional coqueteó con liguillas y repechajes, pero jamás pasó de cuartos de final. Se fue Jesús Bracamontes y llegó Pablo Luna con quien se logró cierta estabilidad. Algunos buenos jugadores que hoy militan en la Primera División surgieron de ese Nacional como Miguel Sabah de Morelia y Héctor Reynoso de Chivas.
Fui un seguidor fiel de Nacional hasta que en 2003 la franquicia dijo adiós a Tijuana. Entonces un nuevo grupo de inversionistas trajo un nuevo, raro y efímero equipo llamado Trotamundos, franquicia del recién descendido Colibríes de Xochitepec. Trotamundos, de uniforme blanco y amarillo, duró apenas un torneo semestral. Dentro de mis personales datos históricos, puedo presumir haber visto en vivo el primer gol que anotó esa franquicia en el Cerro Colorado, un golazo de tiro libre contra León en un partido que a la postre quedó 1-0y fue de sus poquísimos triunfos del torneo. Trotamundos fue un mal equipo que acabó su participación y su efímera historia goleado 7-1 por Correcaminos.
Tijuana se quedó entonces sin futbol profesional. El alcalde Jesús González Reyes, beisbolero de corazón, hizo todo lo posible por traer la pelota caliente a Tijuana y una franquicia (también efímera) llamada Toros sacó al futbol del Cerro Colorado y de la ciudad.
Tras un año sin futbol profesional, en 2005 el entonces alcalde Jorge Hank Rhon trajo un nuevo equipo a la ciudad. Se llamaba simplemente Club Tijuana, vestía playera roja y short negro. En medio de terrible polémica y gran golpeteo político, Hank metió a ese equipo a jugar en el CREA, una unidad deportiva municipal. Si bien el equipo no era malo, la verdad es que es que la cancha era el colmo de lo amateur, una vil tribuna de preparatoria o de tercera división. Oootra vez volví a ser testigo de la historia y estuve presente en esa cancha cuando Club Tijuana jugó el primer partido de su historia contra Coyotes de Sonora a los que venció 2-1. También el primer gol en la historia de la franquicia fue un tiro libre. Un torneo después, el equipo se volvió filial de Dorados de Sinaloa (entonces en Primera) y en mayo de 2006 descendió a la Segunda División Nacional o para efectos Tercera División perdiendo el juego clave contra Durango.
Gracias a la cartera omnipotente de Hank, el equipo compró otra franquicia, en este caso la filial de Gallos Blancos de Querétaro y se mantuvo en Primera A con el nombre de Gallos Caliente. La filial queretana fue movida a Celaya y entonces Hank compró a los Lagarteros de Tabasco y el equipo empezó a jugar con el sui géneris nombre de Xoloitzcuintles con la camiseta y el escudo actual. En 2007, operó la primera gran transformación del equipo que marcó un antes y después al contar con estadio propio. El partido inaugural del nuevo estadio Caliente, ubicado a un costado del Hipódromo con capacidad para 13 mil 333 aficionados, fue un Xoloitzcuintles 2-1 a Pumas Morelos. En apertura 2008 llegaron a semifinal contra Querétaro y en este torneo que recién concluyó ayer, lograron lo que nunca: Ser superlíderes indiscutibles de toda la división de ascenso.
Realmente creí que Xoloitzcuintles lograría ascender. Hace una semana acudí a ver la semifinal contra Salamanca y vi un equipo sólido en todas sus líneas, con un sistema de juego definido y contundente. Con global de 4-1 quedaron fuera los petroleros guanajuatenses, pero la historia volvió a ponerlos frente a la bomba yucateca. 1-0 en Mérida con penal dudoso pateado por el Parejita López. Un gol no parecía una diferencia muy complicada. El domingo llegué al estadio 40 minutos antes de empezar el partido y la tribuna ya estaba a reventar. No cabía un alfiler. En la semifinal fue lo mismo. Por primera vez en la historia los boletos se agotan con días de anticipación. Gran ambiente, gran marco, pero a los cinco minutos de iniciado el encuentro, supe que el sueño de la Primera División se esfumaría. Tengo una suerte de sexto sentido futbolístico que me permite oler el sentido los partidos apenas al silbatazo inicial. Mérida estaba demasiado bien parado, con una defensa perfecta, con línea de cinco ordenada en bloque indestructible. Xolos salió desconectado, con la pólvora y las ideas mojadas y la afición se enfriaba con facilidad, no presionó suficientemente al rival, por momentos caía dormida, hipnotizada por el juego yucateco.
Algo me hizo intuir que el cero no se rompería. Ni siquiera se notó tener un hombre más desde el minuto 22. Me parece que no se dimensionó la importancia del juego, pero por momentos yo mismo olvidé que estaba acudiendo a la mismísima final del torneo. Al final Mérida celebró, levantó la copa y lo único que podemos celebrar aquí, es que al parecer el futbol ha llegado para quedarse, que aunque como ciudad estamos a años luz de tener una afición conocedora, Xoloizcuintles es el equipo más popular que hemos tenido y parece ser que el proyecto va en serio. Ojalá sepan divorciarlo de lo político y entender que para un aficionado al futbol, acudir al estadio no significa ser hankista.
Lo cierto es que perder una final en divisiones de ascenso, duele mucho más que perder en Primera División En Primera peleas por el honor, por el trofeo, pero pierdas o ganes al torneo entrante estarás donde mismo. Perder en división de ascenso significa esperarte otro largo año y aunque tengas un torneo perfecto e intachable, tu ascenso se puede echar a perder en 90 humanos minutos de mierda.