Eterno Retorno

Tuesday, May 02, 2006

Boicot

Más de una persona me ha preguntado mis impresiones sobre el boicot hispano en Estados Unidos que suponen cubrí en la mismísima línea del frente. Siento decepcionarlos tan horriblemente, pero no tengo nada que decir.
Tal vez me hizo falta un poco de más espíritu periodístico o murió ese gusanillo que a todo amante de esta profesión nos debe dar por estar en la punta del grito en los hechos históricos. Lo cierto es que el día del boicot yo brillé por mi ausencia. Era 1 de mayo, día festivo, lo tuve a mi elección y elegí descansar. Por ello no hablaré del tema, pues creo que solo se vale que narre aquello que vi y viví en carne propia. Así las cosas, me perdí voluntariamente la oportunidad de participar del día histórico para la comunidad hispana en los Estados Unidos. Me quedé en casa, llevamos a Morris al veterinario y posteriormente rompí un boicot que tenía desde hace dos años más o menos. Me refiero a mi boicot al cine. Soy absolutamente anticinéfilo. Todas las películas me aburren, pero resulta que ayer por la tarde Carolina y yo estábamos en Playas haciendo tiempo para que nos entregaran nuestro carro que enviamos a una limpieza y no se nos ocurrió otra cosa que meternos a los cines del centrito comercial playero a ver un churrasko refritero hollywoodense titulado Cuando llama un extraño. No se si el boicot incluía también no ver cine gringo, pero lo cierto es que yo volví a ver una película después de dos años. Confieso que no fue tan aburrida experiencia ir al cine después de todo, aunque me cuesta trabajo creer que haya gente para la que sea una actividad imperdonable de todo fin de semana.
Por lo demás, no fuimos a Estados Unidos, lo cual no es nada raro en nosotros, pues no se puede decir que seamos unos asiduos fanáticos de San Diego. La verdad es que mi visa la uso bastante poco y sólo cruzo la frontera cuando tengo algo a que ir, ya sea una cobertura periodística o cuando viene un buen concierto metalero o mis reservas de Jack Daniels y Black Label empiezan a menguar. Fuera de ahí, a veces llega a pasar uno o dos meses sin que me de por cruzar esa línea que veo todos los días. La última vez que crucé fue el 20 de abril y lo hice únicamente para comprar whiskocho en el Duty Free y la próxima vez que cruzaré con seguridad (si es que no se atraviesa un pendiente antes) será el día 666 (6 de junio) cuando vayamos a ver a Slayer al Sports Arena. Pensaba ir este 5 de mayo a Pasadena a ver México vs Venezuela pero pinta malito el juego y al igual que a Gaitán, me da un poco de hueva.

Por lo demás, jamás de los jamases como en Mc Donalds. Hace muchísimos años que no me paro en uno, pero no por boicotear el capitalismo o solidarizarme con los globalifóbicos, sino por parámetros mínimos de buen gusto y criterios de exigencia de mi paladar que no aceptaría comer semejantes porquerías. Nunca he ido a Dinseylandia ni se me antoja. No conozco Las Vegas y no me interesa en lo más mínimo conocerla. Es más, simplemente no pienso dedicar ni presupuesto ni vacaciones para ir a algún viaje a Estados Unidos. No es porque quiera boicotear a ese país o porque odie a la Casa Blanca, sino por razones más sencillas. Como dice The Clash: Im so bored in the USA. Estados Unidos me aburre soberanamente. Lo más bello es Boston y la región de Nueva Inglaterra. Por lo demás, ya conocí Nueva York, San Francisco, Washington, New Orleans, Colorado y más de 20 estados y la verdad no me queda mucho que ver ni la más mínima curiosidad. Vaya, regresaría 50 veces a Argentina y Uruguay antes de pensar en unas vacaciones en el vecino país. ¿Vivir ahí? Ni pensarlo. Acabo de rechazar una oferta incluso. Antes viviría en Canadá


Landín

Le respondo su duda a Julio Sueco sobre el barbón de las fotografías: El tipo en cuestión se llama Vicente Landín. Lo conozco desde hace varios años pues es de los terratenientes que fueron afectados por la expropiación de predios de El Monumento. Aunque jamás ha podido acreditar legalmente la propiedad, nadie le discute la añeja posesión. Vicente Landín es lo que en el ambiente de la Redacción llamamos un Quince, clave policíaca para designar Loco, privado de sus facultades mentales. Es de esos tipos que apenas ve un reportero empieza a soltar peroratas radicales en busca de atención y trascendencia. Su aspecto lo hace muy fotogénico. Presume una añeja amistad con Jorge Hank Rhon, misma que no le sirvió para evitar que los tiras se lo llevaran de aguilita a la Ocho. Esta mañana me lo encontré en Palacio, concretamente en Sindicatura a donde había ido a poner una denuncia contra los policías que lo pusieron como camote. Por supuesto, le eché carrilla y le dije: No que tan compa de Hank, Landín. Si de verdad fueras su amigo los placas no te hubieran tocado. Por supuesto la carrilla lo hizo enojar y subir el tono de su perorata, lo que a mí me hizo reír aún más. Landín se hizo famoso hace un año, en la primera cabalgata de Los Reyes Magos que organizó la señora María Elvia Amaya de Hank, en la cual el polémico y barbudo dirigente salió de rey mago ¿Era Melchor o Baltasar? La verdad lo he olvidado.