La poca atención que la historiografía mexicana ha dado a la obra de Ward es injusta. Si bien sus descripciones geográficas aportan muy poco y están condenadas a quedar irremediablemente eclipsadas si se les pone a la sombra de Humboldt, su descripción sobre la sociedad mexicana en tiempos de Guadalupe Victoria es única. Aunque condicionado por los candados y formalidades que su papel de diplomático imponía y forzado a aparentar una fría neutralidad, Ward se permite describir las costumbres de los mexicanos y el ánimo social del naciente país. Ningún extranjero narró a México en ese irrepetible instante embrionario.
México 1827 también marcaría a Ward. Aunque lo escribe a los 30 años de edad, sin haber arribado siquiera a la mitad del camino de su vida, Ward no volvería a crear un libro tan ambicioso. Cierto, tras su aventura mexicana aun le restan 36 años por vivir, mismos que no están exentos de aventuras y experiencias que generan material de sobra como para escribir varios libros nuevos, pero pese a ello su único legado literario es el inspirado por México. Años después se publicarían algunos posicionamientos parlamentarios relacionados al conflicto con Irlanda en un volumen titulado In The First Step to a Poor Law for Ireland (1837) y al final de su vida se recopilan sus discursos pronunciados como gobernador de Ceilán, pero ninguno de estos cuadernos compilatorios hace sombra a México 1827, que es sin duda el libro de su vida.
En los largos 36 años de vida que le restan tras su experiencia mexicana, Ward no vuelve a publicar nada sobre temas mexicanos o hispanoamericanos. Tras su retorno a Inglaterra, se integra como parlamentario a la Cámara de los Comunes representando a St Albans y Sheffield. Se opone al movimiento cartista, diserta y legisla en torno a temas colonialistas e improvisa como empresario de los medios de comunicación al comprar el semanario Weekly Chronicle junto con Charles Buller y Henry Cole. También se integra al comité para la colonización de Nueva Zelanda y el Sur de Australia.
Ward sucumbe a la fiebre especuladora que la historia inglesa ha inmortalizado como Railway mania, cuando no pocos funcionarios y empresarios invirtieron sus ahorros en compañías que planeaban surcar con vías férreas las colonias británicas, mismas que acabaron en la quiebra. Ward perdió buena parte de sus ahorros y de la herencia familiar en esas fallidas especulaciones financieras.
Tras ese fracaso, Ward se integra como alto comisionado en los protectorados británicos de las Islas Jónicas al oeste de Grecia, cargo que desempeña de 1849 a 1855. A su llegada, encuentra aun encendidas las brasas de una rebelión en la isla de Cefalonia en contra del antiguo gobernador, John Seaton. Ward proclama la amnistía general contra todos los involucrados en el pronunciamiento y logra la pacificación del archipiélago.
El 13 de abril de 1855 la Corona Británica nombra a Henry George Ward gobernador de Ceilán, cargo que asume al mes siguiente. Su legado a la colonia es la introducción del telégrafo, así como su impulso a los servicios públicos, las comunicaciones entre poblados y la inmigración. Son años de desarrollo económico e inversiones para la colonia, si bien no son inmunes a la gran rebelión bengalí de 1857, considerada la primera guerra de independencia en la India.
En junio de 1860, como parte de la estrategia de reorganización en el gobierno de las colonias tras la revuelta, la Corona lo comisiona para un encargo más complicado: gobernar la provincia de Madrás, una de las zonas afectadas por la violencia revolucionaria. Su gestión es demasiado breve. Si en Veracruz Ward logró burlar al vómito negro, en Madrás no correrá con la misma suerte, pues su bienvenida al nuevo cargo es un cólera mortal. El 2 de agosto de 1860, apenas un mes y medio después de haber asumido el cargo, Henry George Ward sucumbe a la enfermedad. Sus restos son sepultados en el fuerte de Saint George.
Thursday, May 29, 2014
Pese a todo, mientras haya librería hay esperanza. La Feria del Libro celebra en este 2014 una nueva edición y aunque aparentemente Tijuana no es una ciudad de bibliófilos, la afluencia mejora año con año.
Una nueva generación de jóvenes lectores está surgiendo y pese a que sus procesos epistemológicos primarios estuvieron ligados a una pantalla y son -en todo el sentido de la palabra- nativos digitales, estos adolescentes acuden a buscar sus sagas fantásticas o sus relatos de vampiros en papel y tinta.
Al mismo tiempo, varias generaciones de lectores, escritores e intelectuales bajacalifornianos se siguen dando cita en El Día.
Sunday, May 25, 2014
El futbol cumple con asestar metáforas de vida e historia. Aún cuando habíamos llegado ya al minuto 90 y Atleti ganaba 1-0, yo tenía la certidumbre de que todo se iría irremediablemente a la mierda. No me cabía la menor duda. Hay equipos y causas que cargan la fatalidad como un irrenunciable destino de tragedia griega y ese es el caso de los rojiblancos. Pero para los condenados al sendero fatal, la hecatombe debe ser siempre redondeada con drama. Debes palpar la gloria con la punta de los dedos, sentir su aliento y cuando estás listo para abrazarla, llega el destino fatal a arrebatártela. En la derrota del Atleti se refleja la historia de España. El parcial triunfo rojiblanco me recordó a ese fugaz e intenso momento de gloria que fue la Constitución de Cádiz en 1812. España por un momento vislumbró la ruta hacia una nación moderna, un estado de derecho constitucional e igualdad ante la ley. España tuvo una carta magna liberal que pudo haber derivado en una gran confederación hispanoamericana, pero regresó esa basura llamada Fernando VII y echó todo a perder restaurando el absolutismo y la inquisición. La Constitución de Cádiz fue un sueño abortado como el triunfo del Atleti al que un equipo monárquico y déspota, hijo de borbones y falangistas, le arrebató el triunfo. El triunfo de Atleti era la República Española y el gol de último segundo del Real es el golpe de Franco. ¿Existe acaso un equipo más fascista que Real Madrid? Los merengues son la esencia del generalísimo, la bandera de la falange en el Valle de los Caídos, el himno de Cara al Sol con la camisa nueva. Real Madrid es Torquemada, Franco, Escrivá de Balaguer y ese rey corrupto y mentiroso, asesino de elefantes, al que un pueblo de desempleados debe mantener sus privilegios, además de soportar sus “mentirillas” y las manos largas de su familia. Real Madrid es la España oscurantista, pija, mojigata. La España que al final de cuentas, siempre gana y jode a los españoles. En un país desangrado por el desempleo y la falta de esperanzas, el triunfo el Atleti era el mensaje de que contra todo y contra todos, el trabajo duro y los tanates bien puestos de un equipo humilde serían capaces de vencer al capitalismo más salvaje, pero en el mundo “Real” eso no es posible. En el mundo “Real” los bancos son siempre los ganadores. El sueño se fue por el caño cuando faltaban segundos. En el mundo “Real” gana el dinero no el trabajo. Los 100 millones de Bale pueden más que el sacrificio de un equipo. La cartera de Florentino es más fuerte que la oratoria sentimental de Simeone. “Hundidos en un juego cruel, dinero rey, el nuevo orden mundial aquí está”, canta La Polla Records. Sintomático que haya sido el jugador más caro del mundo el que haya dado la vuelta al partido y puesto las cosas en su lugar, ese galés cuyo contrato es un insulto y un escupitajo a las familias de desahuciados que son echados a patadas de sus casas por los bancos. Pobre España. Vayan a la Cibeles, canten Cara al Sol, lleven flores a la tumba de Franco y sigan abonando para que su rey pueda irse de cacería al África. Disfruten españoles que yo en honor a esos pijos monárquicos voy a escuchar Maldito país de Eskorbuto y Cara al culo de la Polla Records.
PD- Ya no quedan más cojones, Eskorbuto a las elecciones. Para vivir alegre y contento, Eskorbuto al parlamento
Desde hace 28 años, cuando el Steawa Bucarest batió en penales a Barcelona 1986 (en la noche fatídica en que los azulgranas no pudieron acertar ni un disparo) sólo me he perdido dos finales europeas: la de 1989 (Gullit y Van Basten contra los rumanos) pues me encontraba viviendo en una zona rural de Colorado en donde no pasaban futbol, y la de 2002 (la del golazo de Zidane) porque íbamos viajando de La Habana a Varadero. Todas las demás las he visto y si en este momento me preguntas, te puedo contestar de memoria marcadores y detalles de cada juego sin necesidad de consultar. Es uno de los momentos futbolísticos del año más esperados por mí. Pase lo que pase, esta final madrileña ya he quedado en la historia. En el terreno de lo emocional quiero ver campeón al Atlético, pero la lógica y la corazonada me dice que se la va a llevar el Real. En la Lisboa de Pessoa veremos dos formas contrastantes de vivir la condición madrileña. El Atleti es Lavapiés y Malasaña y el Real es la Castellana y la sección de trajes del Corte Inglés. Atleti son los aromas cachondos del Manzanares en Feria de San Isidro y Real son las piedras del Escorial y la solemnidad de la Zarzuela. Atleti es una velada con Sabina y vino de garrafa y el Real son las portadas del Hola y el corrupto rey mataelefantes. Atleti es El País y Real el ABC. Atleti es las milicias populares del 2 de mayo y Real la pedante familia de Carlos IV en el retrato de Goya. Atleti es un equipo de barricada obrera y Real es la falange franquista cantando Cara al Sol. Atleti es Quevedo y Real es Góngora. Atleti es Chirbes y Real es Javier Marías. Si Goya viviera para pintar a las dos aficiones en las calles lisboetas y si Quevedo le dedicara unos versos a Simeone. Carajo. Si la clase obrera colchonera gana, empezaré a creer que todo es posible y que en la lucha de clases es factible darle una vuelta a la tuerca y a la predestinación de la aristocracia.
PD-La esencia del espíritu Atleti y mi personaje colchonero favorito es el Mono Burgos, auxiliar de Simeone, siempre tan loco y metalero como yo.