At the dawn they sleep, diría Slayer
Si
alguien me pregunta a qué me dedico hoy en día, diré que soy un cazador de
amaneceres. Esa fructífera vereda vocacional se ve fortalecida porque a
Pappo le da por exigir paseo desde las 6:00 a.m. lo cual me permite seguirle la
huella a la terca luna de febrero en su fuga hacia el Oeste y ser testigo de su furtivo encuentro con
Venus cuando ambas están a punto de ocultarse. A las 6:00, la prófuga luna aún
derrama petulante su luz, pero para
entonces es una dama herida y desfalleciente, una Cenicienta escapando a su carroza. Cuando
el Sol ya está cómodamente instalado en el Este y yo parto a dejar a Iker a la escuela,
la luna es apenas un tímido vestigio plateado apenas distinguible sobre las
islas Coronados. At the dawn they sleep, diría Slayer.
Pero
como Pappo es tenaz y perseverante y exige al menos cuatro paseos al día,
entonces también practicamos la siempre productiva cacería de atardeceres,
mucho más populares y fotogénicos por estos rumbos. Ustedes disculparán la
obviedad, pero a mí me sigue sorprendiendo y emocionando esto de habitar en un
planeta inquieto que no para de moverse y un cielo al que le da por cambiarse
de traje.