No están muertos los caracoles que pueden yacer eternamente
Pequeños grandes holocaustos en universos paralelos que nos pasan
desapercibidos. Esta mañana caminé por el monte y reparé en que los tallos de
las matas baldías están cubiertos de blancas protuberancias. ¿Serían bulbos o
alguna plaga acaso? Nada de eso. Son conchas secas de caracoles. No diez o veinte,
sino miles, decenas de miles de caracoles muertos aferrados a los tallos de
matas también secas. A lo largo de toda una vereda recta y ascendente de poco
más de dos kilómetros iba viendo racimos y racimos de caracoles secos. ¿Es
acaso un fenómeno atípico o es algo que ocurre siempre al morir la primavera y
yo no me había dado cuenta? Suelo caminar con cierta frecuencia por esos
parajes y no había reparado en la cantidad de conchas. Cuando era niño y me dedicaba a ser atento
observador de la naturaleza, sin duda lo habría documentado con científica exactitud,
pero hoy simplemente me había pasado de noche. Pareciera como si los caracoles
se hubieran aferrado a los tallos buscando un último resquicio de humedad pero
al final las plantas se secaron junto con ellos. No está muerto lo que puede
yacer eternamente, dice Lovecraft y acaso esos caracoles tan solo aguarden el
momento de una lluvia que los haga revivir, aunque en la sequedad de las
conchas no se observaba vestigio de vida. Es increíble cómo el ecosistema se puede
transformar en cuestión de semanas. Todavía en mayo las colinas estaban
cubiertas de flores y tras las lluvias los caracoles se arrastraban victoriosos
por la tierra mojada y yo caminaba con los tenis enlodados cuidándome de no
pisarlos, pues siempre he pensado que es de mala suerte hacer reventar un
caracol bajo nuestro pie. ¿Vieron la película de Turbo? A Ikercho le encantaba de pequeño y tal vez
por eso albergo cierto espíritu protector para con estos animalitos.
Leo que en su
hábitat natural, los caracoles Archatinidae viven entre cinco y siete años y los caracoles del
género Helix aproximadamente de dos a tres. Estos moluscos enconchados irrumpieron
en el planeta muchísimos millones de años antes de nosotros y sospecho que
seguirán arrastrándose por la tierra cuando de nosotros no quede ni el olvido
que seremos. Muy acordes con el espíritu de la época, los caracoles son
hermafroditas. Están doblemente equipados de un órgano reproductor masculino y del órgano receptivo
correspondiente. Sin duda los no binaries los envidian. La
primavera aún no muere y ya no queda una sola flor en el entorno. Yermos prados
amarillentos lo envuelven todo. Aún así, en la zona costa bajacaliforniana el
cielo es oscurísimo y las mañanas terriblemente húmedas. Así es junio por estos
rumbos. Los días más largos del año son también los más oscuros. Desde la
colina el mar parece el montaje paisajístico de un estudio pobre y los cinco o
seis estáticos barcos son bisutería de teatro marginal. Lo único que se mueve
en el cielo es el humo de la termoeléctrica de Rosarito diluyéndose en el
horizonte gris y alguna furtiva bandada de pelícanos volando en V mientras la
sombra de la muerte camina paciente a nuestro lado aguardando el momento de
tocarnos el hombro.
Pd- Pero con
el paso de extraños eones, incluso la muerte puede morir