Eterno Retorno

Friday, July 23, 2004

 
La Santa Muerte
Homero Aridjis
Alfaguara Conaculta

Por Daniel Salinas Basave

Y es que me arriesgo a la prosa incluso aunque las balas atraviesen los poemas. La frase del escritor brasileño Paulo Lins me viene a la memoria cuando leo a Homero Aridjis en su fase de narrador.
Sucede  que el michoacano jamás renuncia a su vibra de poeta que se logra colar en cada párrafo de sus relatos.
La Santa Muerte, definida por el propio Aridjis como un sexteto del amor, las mujeres, los perros y la muerte es ciertamente un libro oscuro, diría hasta inquietante por la temática.
En cuestión de forma y estilo me quedo con la impresión de estar frente a una pluma que si bien pone en evidencia su meticulosidad en el cálculo prosístico, no parece demasiado novedosa con estos al parecer inevitables arrebatos poéticos.
Si bien hay una sensación de extrema pulcritud en la sintaxis, los personajes de los relatos no me parecen muy bien logrados, lo que a mi ver descubre a un autor  más preocupado por el estilo que por la trama.
La apuesta temática del sexteto es en definitiva por la oscuridad del espíritu humano. En el primer relato, homónimo del título del libro, Aridjis nos cuenta una historia negra de narcotráfico y brujería.
Siendo honesto, en un panorama editorial donde las narcohistorias se han puesto de moda, Aridjis nos demuestra que la descripción de los usos y costumbres de los capos de la mafia no es lo suyo, pues aunque supera con creces a un Arturo Pérez Reverte y su fallida Reina del sur, se ve un poco inocente si lo comparamos con un Elmer Mendoza u Horacio Castellanos Moya.
Si bien el relato adolece de falta de credibilidad, su prosa poética viene a rescatarlo y lo hace ver por momentos como un  ?capricho? Goya, atiborrado de personajes torvos y grotescos.
En ese sentido, uno de los relatos más ambiciosos y tal vez el más innovador, es El perro de los niños de la calle, en donde el lector contempla el mundo a través de los ojos de un can.
Aunque se puede decir que la imagen del perro callejero y el pordiosero es un cliché machacado en todo cuadro que pretenda evocar miseria extrema, hay que decir que Aridjis sale muy bien librado     
La aparente magia y la vibra ficticia que rodea al relato, no le resta un mínimo de crudeza y no faltará quien evoque un intencional paralelismo con Los olvidados de Buñuel.
No me gusta hablar de favoritos, pero si tuviese que elegir un relato del sexteto, tal vez me quede con  ?La calle de las vidrieras?.
El mayor claro oscuro entre Eros y Thanatos se logra en la figura del anciano holandés que recorre las vitrinas del distrito rojo de Amsterdam en busca del último acto carnal de su vida.
Aridjis, quien fuera embajador de México en Holanda, describe tan bien a Amsterdam como a la Ciudad de México  y nos entrega un relato sobrecogedor.
La vibra holandesa vuelve a hacerse presente en el último relato del libro El país de los diablos, en el que el viejo Flandes y la capital mexicana acaban por amalgamarse.
La Santa Muerte es un libro de vocación oscura y aunque insisto en que me recuerda a un cuadro de Goya, ello no debe interpretarse como la idea de un libro rebuscado o difícil, pues de hecho su lectura es bastante llevadera.
Aún así, creo que La Santa Muerte de Homero Aridjis no podrá liberarse de las malas interpretaciones, empezando por la de los empleados de las librerías, quienes tal vez por su título o la iconografía de la portada, han puesto el libro no en la sección de narrativa, sino en la de esoterismo.  Así que si le apetece leerlo, lo encontrará a lado de los recetarios de magia y los manuales de brujería y no en las novedades literarias. En fin, nunca hay que juzgar el libro por su portada.

Thursday, July 22, 2004

 
Micro casas

Mi colega Agustín Pérez se ha dado a la tarea de subir a la palestra el tema de las micro casas que construyen las usureras inmobiliarias. El tema realmente me impresiona. Desde hace algún tiempo traigo la idea de escribir un cuento o noveluka que tenga ese tipo de escenario. Me obsesiona el tema de la asfixia de la vida. Desde hace algún tiempo me da vueltas en la cabeza  la historia de una cajera de supermercado que habita un fraccionamiento como esos.
Los altos directivos de las compañías usureras como Urbi salen en defensa de sus micorcasas de 27 metros cuadrados.  Como todo buen capitalista, ellos se sienten redentores y creen que le están haciendo un inmenso bien a la sociedad, por otorgar a la gente pobre un patrimonio pequeño pero seguro y evitarles el caos de habitar tejabanes de llanta y lámina ubicados sobre cerros. A diferencia de los habitantes de los cerros, los pobres hombres que han tenido la desgracia de vivir en las micro casas de Urbi, serán esclavos de la inmobiliaria durante años y tendrán que pagar tres o cuatro veces el valor de su minúscula casa. Negocio redondo del capitalismo. Las casas siempre son más baratas si las pagas de contado, pero sólo los ricos pueden pagar una casa de un trancazo. A crédito valen cuatro veces más y como siempre, el capitalismo jodió bien y bonito a los que menos tienen.
La idea de una vida en micro casas me aterra. Me produce más horror el imaginar miles y miles de familias amontonadas en inhumanas pajareras, que ver las invasiones a cerros. Los migrantes que llegan a levantar sus tejabanes sobre las  laderas son seres más libres, más auténticos. Sí, viven en una zona de riesgo y su vivienda se puede desmoronar en un dos por tres, pero no son esclavos de una inmobiliaria ni habitan una casa igual a otras diez mil. La invasión de un cerro es una aventura. La vida en un fraccionamiento de microcasas es un infierno que me recuerda las peores pesadillas de Orwell o Huxley..

Zyklon

En mis oídos Zyklon, banda noruega de black metal surgida de las cenizas de Emperor. El disco Aeon es una muestra de tecnicismo y precisión en perfecta combinación con la extrema brutalidad. Rolas como Core Solution, The Prophetic Method y Specimen Eruption son auténticas sinfonías de furia, machacadas pro una batería impresionante.  Realmente es muy buen disco. Por supuesto no podía faltar la polémica que como siempre acompaña al black metal noruego, pues más de uno se siente ofendido por el nombre de la banda.  Y es que el Zyklon B es el gas con el que los judíos eran asesinados en las cámaras de los campos de concentración.

 
Aclaro

Como se nota que anoche me afectó el vino. Escribí que celebro cinco años de trabajar en Frontera, pero la información es errónea. Lo que celebramos anoche  por adelantado  con una  gran fiesta fue el aniversario de nuestro periódico, que empezó a circular un domingo 25 de julio de 1999. Lo que sucede es que en esas fiestas siempre nos hacen un reconocimiento a los de la generación fundadora.  Pero los cinco años de trabajar aquí los cumplí el pasado 10 de mayo.
Por cierto que la cruda me ha cobrado una altísima factura esta mañana. 

 

  
 
Muero. Varias tropas de neuronas reclaman todavía dosis decibélicas que las hagan flotar hacia cataclismo puro, el Deo Ignoto, aunque estén agotadas, flageladas, hartas como este cuerpo que se balancea en un columpio sobre el fuego infernal, buceando un océano de mierda y alcohol para buscar un tesoro oculto en la boca de algún muerto verde. Ian Curtis será en este momento un mejor compañero.
¿Que procede? Leer, dormir, alucinar.

¿Cómo le va mi general? Ya lo noto a usted más tranquilo, como que ya me lo fueron sosegando estas tres nochecitas de encierro. Que ¿se le hace que está muy delgada la cobija? Yo en una de esas y hasta puedo conseguirle una más gruesa si me dicen que se ha portado bien, pero como usted quiera. Como le iba diciendo, las cosas van cayendo por su propio peso. Nosotros ya tenemos todas las cartas que le mandaba usted a su jefe Rebollo para informarle los movimientos de la plaza. Oiga mi general, pues no andaba usted tan errado y lo peor del caso es que no los agarraba, yo creo que porque no quería porque me cae que sí podía ¿o me va a decir que le faltaron huevos? Como haya sido. Lo que a mi me queda la duda es a quien le puso usted el cuatro, porque su jefe trabajaba para los de Juárez eso ni duda cabe y usted para los de Tijuana ¿O no?. Capaz que cada uno de ustedes chambeaba por su lado y solitos se hacían pendejos el uno al otro en sus informes, o capaz que trabajan juntos y se repartían a michas y al final fue usted el que quedó mal. ¿Cómo fue mi general? Platíqueme ándele que tengo mucha curiosidad de saber. ¿Qué pensó usted cuando vio la pelona de su jefe Rebollo en la primera plana de todos los periódicos? ¿Se cagó pa adentro o nomás se rió? Porque capaz que usted fue el que le puso el cuatro, cómo saberlo, sobre todo si usted trabajaba pa estos compas, pues les dejó bien limpio el camino, ¿o no? De cualquier manera, déjeme le digo que hubieran hecho bien ustedes en trabajar juntos, aunque que los dos le hicieran los jales al Señor de los Cielos, no importa, así de perdido hubieran agarrado a los de Tijuana y eso como quiera se los iban a reconocer. Total, el otro cabrón de todas maneras se iba a borrar del mapa con su pinche cirugía esa que lo dejó como Drácula me cae, bien jodido, ¿si vio usted la foto? O capaz y que ni era él y pusieron otro cabrón en su lugar, quien sabe, eso hay que preguntárselo a su amigo el pelón que de seguro sabe. Total, cuántos pinches enredos con este desmadre y lo peor es que todos quieren pasar por inocentes, capaz que cuando agarremos a los de Tijuana nos van a salir con que ellos son honrados comerciantes. Si usted mi general, que está amarradísimo de los huevos y que su propia voz está grabada para echarse de cabeza una y otra vez, sigue insistiendo en que es inocente, que lo estaban amenazando a usted y a su familia ¿a qué horas mi general? Sí el delegado estuvo solito con usted, él no dijo en su testimonio que hubiera alguien más escondido ahí en el cuarto. ¿Entonces cómo que lo estaban amenazando? Digo, hubiera hecho señas cuando menos para que él se diera cuenta y lo pusiera a salvo. Muy pinche amenazado que estaría, pero bien que le ofreció el milloncito de dólares. ¿Y si le hubiera dicho que sí el delegado? ¿Qué? ¿Lo hubiera invitado a pistear al Manhattan para festejar el trato? ¿O también ahí lo iban a seguir para amenazarlo? Dígame mi general, a ver explíqueme que quiero saber. Mire que le he tenido paciencia pero la verdad es que ya me está poniendo usted hasta la madre, digo, en última instancia se acabó este pedo y lo mandamos con cincuenta añitos a una celda más fría y le juro a usted que no me vuelve a ver,  así de fácil. Mejor suelte ya la sopa de una vez antes de que me encabrone. Lo que me enferma es su pinche cinismo, de verdad que eso es no tener madre.

Wednesday, July 21, 2004

  
 
Celebro cinco años de trabajar en Frontera. Bueno, los celebro ahora, en esta precisa noche en que escribo esto, en realidad los cumplimos el día de Santiago de Compostela, día 25 de julio.
Entre pronachonianos y antinachonianos infestan el tag, Bueno, veo que ye meten en la bronca a Schopenhauer y en una de esas hasta a Kant y a Descartes acabarán por incluir. El tag es anarquista y comunal. Es de todos.
 
En fin compas. levanten las manos todos los reporteros, super comunicadores estrellas Premio Rogelio Lozoya, todos los Pullitzer y todos los compas de Fundación Nuevo Periodismo de Cartegena de Indias, a ver cabrones ¿Cuantos periodistas cumplen hoy cinco años de haber fundado un periódico en la ciudad donde matan periodistas? A ver cabrones ¿Cuántos han firmado más de 200 primaras planas en un diario? Y me veo conservador conste.    ¿Cuantos? ¿Hay muchas manos levantadas? No veo muchas.  Veo a  mi compa el Angelopolis, al Neto, a Cecy, al Tizoc, pura raza que estuvo desde el 99. Pura raza cabrona, pura  ¿Ustedes creen que sobran soldados que puedan presumir haber fundado su batallón

Tuesday, July 20, 2004

 
Un mundo sin tiranos sería tan aburrido como un jardín zoológico sin hienas. El amo que aguardamos aterrados será precisamente un aficionado a la podredumbre, en cuya presencia todos parecemos carroñas.
Que venga a husmearnos, que se revuelque en nuestras exhalaciones. Un nuevo olor planea ya sobre el Universo.
La cita la tomo al azar de Historia y Utopía de E.M. Cioran. Acostumbrado a tener siempre a la mano algún libro de aforismos del rumano para abrir páginas al azar cuando la sobredosis de spleen forma llagas en mi pensamiento, he perdido la costumbre de leer sus grandes ensayos.
Leer en estos momentos de inducido y falso fervor político Historia y utopía, justo cuando acabo de chutarme un libro en el que Fernando Vallejo se mea sobre la democracia y sus rituales, está haciendo mella en mi espíritu.
Vaya que es una ceremonia de humor negrísimo ponerse a leer a Cioran entre avenidas atiborradas de propaganda y estupidez, escuchando el balar ovejuno de las militancias partidistas, de los ciudadanos políticamente correctos que ejercen su derecho al voto y le regalan su fe a un candidato como la puta que regala su calzón al macho como una prueba de eternidad. Leo Cioran, escucho Lacrimosa en los audífonos, me asqueo del entorno, de todo aquello que los medios tratamos de hacer parecer como importante e intento infructuosamente concentrarme en una novela sin píes ni cabeza.  
Nunca antes como ahora  la democracia  me había parecido tan imperfecta, tan prostituta, tan absolutamente falsa

  
 
En el blog de Magda Díaz y Morales leo su reflexión en torno a Klossowski y el erotismo. Su lectura ha revivido en mí un añejo cuestionamiento.
No es difícil resbalar cuando uno intenta teorizar sobre lo erótico. Yo en estos casos, me cobijo en la sombra de Bataille. El erotismo como metáfora omnipresente aún en la más estoica santidad y en la búsqueda del dolor, un descenso a las más profundas cavernas del subconsciente humano, un resplandor único de hermanamiento entre la divinidad y la bestialidad.
Me deprimen los clichés sobre el erotismo, tan lejanos a los conceptos de Bataille. El Erotismo o Las lágrimas de Eros, me parecen los ensayos cumbre de Bataille. Historia del Ojo y Mi madre, me parecen por mucho lo mejor de su narrativa.  
Nos hemos acostumbrado a ver al erotismo como una forma nice y artística de reflejar lo sexual. El erotismo es poético y de buen gusto, la pornografía es puerca, decadente y explícita, nos dicen las buenas conciencias. Volvemos a  la clásica frase del romanticoide marca  Arjona que se refiere a hacer el amor como la expresión linda, y coger como la denominación impura. Yo me quedo con la segunda. Me gusta más y me resulta más auténtica. El término hacer el amor me resulta bastante cursilón.
El erotismo ha adquirido un carnet de identidad de ciudadano políticamente correcto, socialmente aceptado, que paga sus impuestos y se contenta con no asustar a nadie. La pornografía se sigue regocijando oculta en el cajón donde refundimos lo cochino, lo que nos avergüenza.  Pero para encender el deseo, son más útiles las cochinadas que la linda poesía.

Monday, July 19, 2004

 
1974
 
Miguel Nazar Haro, el mejor amigo de todos los izquierdistas nostálgicos de la Guerra Sucia de los años setenta, ha vuelto al penal del Topo Chico, luego de pasar tres meses en el Hospital San José, a donde ingresó el pasado 19 de abril. Un Hospital muy especial y significativo el que albergó al célebre torturador, pues da la casualidad que un 21 de abril, pero de 1974, justo en la época en que el general hacía de las suyas masacrando a los ilusos idealistas de la Liga 23 de Septiembre, quien escribe este blog  nació, precisamente en un cuarto del San José, al píe del Cerro de la Silla.
O sea que hace 30 años, ya existían el Cerro de la Silla y el Hospital San José y Nazar Haro no era como ahora un viejito chocho y los mocosos de 18 años creían en la revolución y leían Manifiesto Comunista, mientras en esa misma ciudad, a unos pasos pero en otro extremo ideológico, los empresarios del ultra derechista Grupo Monterrey se juntaban en Chipinque para planear el derrocamiento del Presidente Luis Echeverría, al que odiaban por populista y comunistón y al que se permitieron echar a patadas del funeral de Don Eugenio Garza Sada, aquel día de 1973 en que un comando de la 23 de Septiembre se lo llevó de encuentro cuando intentó secuestrarlo.  Hoy en día una de las más enormes avenidas de Monterrey, precisamente en la que se encuentra el Itesm, lleva el nombre de Eugenio Garza Sada, máximo patriarca del progreso y la siempre bien administrada abundancia regiomontana. De los mocosos de la 23 de septiembre nadie se acuerda. En ningún lugar como en  Monterrey se ve el comunismo tan ridículamente utópico. Si acaso alguien recuerde con un dejo de tierna nostalgia a aquellos rebeldes descarriados e izquierdos a los que tan cara les costó su rebeldía. De Nazar Haro nadie se acuerda, salvo Doña Rosario Ibarra de Piedra, cuya casa está ahí, muy cerca del Tec, a unas cuadras de la avenida que lleva el nombre del empresario  en cuyo secuestro supuestamente participó su hijo, el estudiante de medicina Jesús Piedra Ibarra. Y dice Proceso, en su artículo Nazar en su suite, que el Hospital San José tiene un costo básico  de 3 mil 228 pesos por día. Uyyy. Que burgués salí. Mamá: ¿A poco cuando yo nací cobraba tan caro el San José? 
Dos meses después, pero allá en el lejano estadio Olímpico de Munich, el señor Johan Cruyff acaudillaría al equipo más  verticalmente ofensivo y maquinal que ha parido la historia del futbol: La Naranja Mecánica, que cayó a manos de los anfitriones de la República Federal Alemana, comandados ellos por su Kaiser Franz Beckenbahuer y la Naranja exprimida se convirtió en el mejor ejemplo de lo que  es eso que llaman campeón sin corona y es que en la historia universal del balompié ha habido muy pocos jugadores como Bekenbahuer , pero como Cruyff, no ha habido ninguno. Y los Ramones grababan su primer disco, y Black Sabbath, Zeppelin y Deep Purple sonaban fuerte y el Río Santa Catarina ya existía, pero no estaba como ahora, poblado de tanta cancha y carretera, y Nuevo León era gobernador por Pedro Zorrilla Martínez, y los Tigres, los gloriosos Tigres ascendían a Primera División batiendo a los Leones Negros  y el 13 de julio de 1974, en el estadio de San Nicolás de los Garza, Juanito Ugalde anotaba el primer gol del Tigre en el máximo circuito  ¿a quién se lo anotaba? A los rayaditos del Monterrey, precisamente. 3-3 marcador final del primer juego de los Tigres en Primera y el Primer Clásico de la Historia señores. Y yo había nacido tan rubio, que mi pelo era parecía transparente y mis padres eran adolescentes y El Regiomontano pitaba todos los días  a las 6:30 de la tarde, y pasaba también una máquina vieja y había tlacuaches por todos lados y hasta zorras grises y coyotitos rondando por el Río Santa Catarina y la Quinta González y El Porvenir era el periódico que rifaba en Monterrey, inconformando a El  Norte con indecoroso segundo puesto y no había Macroplaza, ni Faro de Comercio, ni Cintermex, ni MetroRey,  ni superpuentes galácticos  ni sospechábamos que algún día llegaría el Gilberto a arrasar con todo a su paso en el Río que volvió a ser Río. Estaba sí, la M de la Sierra Madre, y había zoológico en Chipinque, y en el Parque España y en La Alameda, pues La Pastora era un sueño no concebido y por cierto  ya había cascada, en la Cola de Caballo, y cerveza Carta Blanca en Cervecería y el silbato de La Fundidora era puntual como el progreso, y en el cielo de Nuevo León había muchas más estrellas y menos neón en sus calles y un montón de esperanzas y utopías rondando la cuna de quien acababa de abandonar el útero y... y...y... Pinche Daniel, como cambias de tema ¿No estabas hablando de Nazar Haro? Pos sí, lo que pasa es que todo eso se vino a mi mente cuando en la revista Proceso leí Hospital San José y como un Aleph desbocado se me vino a la cabeza   todo eso que yo supe años después había sido 1974, que para mi no fue más que deseos de leche,  horas de sueño y luz de sol regiomontano.    

  
  
 
En toda vida hay trofeos tabú, metas que por más empeño que se le pone jamás son alcanzadas. Algo así como la selección de futbol de Brasil (no hablen de la horca en casa del ahorcado) que jamás ha podido ganar la medalla de oro en Juegos Olímpicos o la Selección de Inglaterra que no ha sido capaz de ganar la Eurocopa.
Por lo que a mí respecta, llevo un buen rato deseando participar en alguno de los cursos que organiza la Fundación Nuevo Periodismo. El único requisito que piden para entrar es una autobiografía de 800 palabras. Yo he probado de todo, desde autobiografías convencionales con el típico nací en Monterrey el  21 de abril de 1974, hasta poemas surrealistas, tratados filosóficos,  pasando por  presumirles mis reportajes más chakas y decirles que yo soy Juan Camaney, que fui a Neza York, al desierto de Arizona, que Tijuana es hoy en día más cabrón que Medellín, etc. etc.  Pero por alguna razón que desconozco los discípulos del Gabo nomás no me quieren. Nunca me han admitido los cabrones. Nunca y mira que cada que me mandan la invitación cumplo con enviar mis 800 palabras y prender mi velita a la Santa Muerte. Pero pura madre, siempre me dan puro chorizo. Y lo peor de todo, es que conozco gente bien pendeja y que ni siquiera es periodista en activo que ha acudido a esos cursos. De verdad. Yo no se si sea un sorteo tipo lotería o si exista una palabreja mágica que les toque el corazoncito, pero la cuestión es que estos colombianos no me quieren.
Aquí me permito publicar las últimas mil y cacho de palabras que les mandé (antes respetaba el límite, pero ahora me vale madre) Díganme ustedes, lectores de Eterno Retorno,  si la estoy cagando en algo.
 
Lugar común Tomás Eloy
 
En el segundo prólogo de ?Lugar común La Muerte?, Tomás Eloy Martínez nos dice que todas las escrituras que convivieron en él están reflejadas en ese libro. La idea de estilos narrativos contrastantes conviviendo en una misma pluma siempre me resultará seductora.
Será porque desde que trabajo como reportero en un diario, padezco una suerte de esquizofrenia prosística.
En  el teclado de mi máquina cohabitan estilos, vocaciones, motivos y voluntades contrastantes, adversarias,  que por momentos amenazan con entablar combate a muerte, aunque al final siempre hay armisticio y éste ha acabado por transformarse en amorío.
Dicho en otras palabras, y para andar sin rodeos, en la pantalla de mi computadora en un mismo archivo, suelen convivir las notas del día, el reportaje de la semana, alguna crónica aventurera, la imperdonable columna política y la  reseña editorial para el suplemento cultural de los domingos. Esto por hablar únicamente de aquellos trabajos que se publican en el periódico y por los que me pagan. Son los que son escritos para vivir un día, o cuando mucho una semana, para perecer en el olvido, si bien no descarto nunca la posibilidad de exhumación que tan bien le ha salido a Tomás Eloy.
El pequeño problema  es que junto con la crónica, el reportaje, la nota, la columna y la reseña, conviven como huéspedes no invitados el cuento, el intento de novela, los vericuetos ensayísticos y los poemas compulsivos que no se supone forman parte de mi trabajo y que las más de las veces van a parar a mi página de internet (cunadeporqueria.blogspot.com)
Ni modo, es cuestión de a priori y a posteriori o quién fue primero, si el huevo o la gallina, o la literatura o el periodismo. Yo, con mi título de licenciado en Derecho,  estoy en periodismo por esa manía de contar historias y la devoción por la palabra escrita como vehículo de comunicación. Claro, tengo el cosquilleo de la acción, el hambre de adrenalina que experimenta uno en medio del fragor de la batalla,  pero la sed de contar historias no se me quita  con un vasito de brebaje periodístico y para saciarla debo beber grandes tragos literatura.
Sí, lo confieso, uso las horas laborales y la computadora que me provee la redacción para dar rienda suelta al desvarío literario. Bajo los parámetros de la nueva cultura laboral, tan de moda en México, esto sería un imperdonable  desperdicio de horas hombre. Pero los reporteros, por fortuna o maldición, no tenemos horario y mil veces he estado a media noche escribiendo desde mi casa el reportaje que me comprometí a entregar al día siguiente.   
Perdón por la brutal honestidad, pero  cada atardecer soy víctima de los fervores de esta promiscuidad narrativa y no está en mí remediarlo. Mal que bien, periodismo y literatura viven en escandaloso amasiato sobre este escritorio.
Por fortuna, a lo largo de siete años y medio de ejercer ininterrumpidamente el reporterismo, he podido escribir de todo y en todas las secciones. Aunque formalmente me pagan por únicamente hacer reportajes de impacto y notas duras, yo me tomo la libertad de escribir  la columna Pasos de Gutenberg, que aparece cada domingo en el suplemento cultural Minarete en la que reseño el libro que me acompañó durante la semana en el trajín de la batalla. Sin duda es la parte menos leída de mi trabajo, aunque les confieso que es la que más disfruto.
También hago, más por encargo que por vocación, una columna política que debe sarcástica, incisiva y molestona y cuando el hecho lo amerita y me regalan un poco de espacio, jamás perdono la sabrosa crónica.
Aún así, mis niveles de licencia narrativa son en extremo limitados en el periódico donde trabajo. Aunque soy un amante del estilo de diarios como El País, El Clarín, El Espectador o La Jornada, siempre he trabajado en periódicos con vocación ejecutiva. Si fuera un futbolista argentino, diría que toda la vida he admirado el estilo de la escuela de Menotti, pero el destino me ha llevado a jugar en equipos comandados por discípulos de Bilardo.
Yo me formé en la catedral del periodismo ejecutivo en México: El Norte de Monterrey. Dos años después, emigré a Tijuana para ser parte de la generación fundadora de un nuevo periódico en Tijuana, Frontera, cuyo primer ejemplar salió a la calle el 25 de julio de 1999.
Al momento de escribir esta carta, 19 de julio de 2004,  vamos en el ejemplar número 1 650 y por cierto, la nota de primera plana, un reportaje sobre usureros y agiotistas, es mía.
Mi pluma trata de desenvolverse en los estrictos  parámetros de un manual de estilo dictatorial y les juro que uno tiene que ejecutar verdaderas hazañas de gimnasia narrativa en las asfixiantes paredes de nuestros párrafos menores a 30 palabras y  citas con rigurosa atribución.
Vaya, imaginen un equipo de futbol atiborrado de jugadores creativos que gustan de la gambeta y la improvisación, obligados por un entrenador adicto al librito a jugar en reducidos espacios de marcación zonal y pobre de aquel que se salga de su zona. En esta redacción algo sabemos de adictos a los dogmas de la impersonalidad y el distanciamiento del testigo neutral ?que se sitúa ante cada historia como si no hubiera en ella sombras ni dobleces y tiene la presunción de suponer que su versión es la única?, como nos dice Tomas Eloy.
Porque aquí, han de saber, no hay  primera plana que no esté avalada por las sacramentales cifras, gráficas, tablitas y comparativos.
No, sinceramente no veo cómo pueda colocar en la primera plana  alguna nota que reinvente el obligatorio rostro de la verosimilitud y la frialdad de la cifra, pero al menos hemos logrado, a gritos y sombrerazos, que los sustantivos abstractos tengan derecho de admisión en las páginas interiores en el espacio denominado ?Historia del día? y que el lenguaje de la imaginación cohabite con las gráficas y los puntos porcentuales.
Dice Tomás Eloy Martínez que somos de las pasiones, no ellas de nosotros. Yo me asumo esclavo de esta pasión de tunde-teclas de la que a estas alturas ya es imposible rehabilitarme y por fortuna, no descarto que el personaje principal del reportaje de mi vida pueda ser un cuerpo o un fantasma  como Santa Evita, en lugar de un aburrido funcionario público.
 
Daniel Salinas Basave

 
Está usted en su tag
 
Una forma de cortesía muy habitual en el mexicano, es regalarle la casa al primer desconocido con el que se tiene una conversación trivial ya sea a bordo de una calafia o en una taquería de borrachos a las 3:00 a.m. Pues ahí tiene usted su casa, pásele señor, está en su casa etc. etc. Yo en lo personal no soy afecto a esta forma de cortesía, básicamente porque no soy hipócrita. Existe gente que me cae muy bien a la que invito de todo corazón a nuestro hogar y que en efecto, me gusta que se sienta como en su casa cuando nos visita. Para mí, sentirse en tu casa significa que tires hueva, abras cervezas, cambies la música y te sientas en plena libertad de hablar y actuar tal como lo harías en tu casa sin ningún remordimiento o compromiso. Pero seamos realistas, a más del 75% de las personas a las que un mexicano promedio les dice ahí tienes tu casa, son gente a la que nunca invitaría a cruzar ni la puerta. Si yo a alguien le digo estás en tu casa, es porque realmente quiero que se sienta en su casa. Si no, pues mejor no digo nada.
 
Pero hay un aspecto en el que sí me permito usar indistintamente la cortesía del mexicano sin distingos de ninguna clase. Y es que a cualquier habitante de este planeta me siento con la libertad y la confianza de decirle: Está usted en su tag. De verdad, el tag debe ser como un comedor público o como una cantina gratuita. ¿Quiere usted venir al tag y dejar un recado? Pásele, está usted en su tag y es bienvenido. Ahí sí que me permito actuar como cualquier mexicano. Si usted quiere venir al tag a dejar saludos, comentarios, observaciones, mentadas de madre, propuestas indecorosas u ofertas comerciales es bienvenido. También es bienvenido si usted quiere venir aquí y ponerse a pelear con otro cabrón. Nadie ha dicho que todos los mensajes en el tag deben ir dirigidos al dueño del blog y  yo no soy quien para decir que pongan y que no pongan en ese espacio. El tag es un foro de absoluta libre expresión. Forma y lenguaje al gusto. El libertinaje de expresión es aceptado en todas sus dimensiones. Sino, pues mejor no tener tag y se acabó.
Escribo esto porque de un tiempo para acá,  el tag de Eterno Retorno se ha convertido en el campo de batalla de lectores y detractores de Fernando  Nachón. Yo no tengo ningún inconveniente en que se rompan la madre en este espacio. Ya alguna vez el Chango 100 y yo usamos el tag de Rafadro para pelear en real live show con otro bloguero. En el tag de Eterno Retorno son bienvenidos todos. Creo en los valores de la libre expresión y en la no censura y esta es una forma de llevarlos a la práctica.
 
Yo en lo personal soy un lector de Nachón. Ya he dicho en más de una ocasión que Diario de un pendejo y De a perrito me parecen libros muy chingones, llenos de malicia literaria, agudeza y humor negro y estarán siempre en mi top ten de literatura gruexa, políticamente incorrecta,  punketa o cómo quieran llamarla. No opino lo mismo de Los niños bien, pero ello obedece a que el autor cambió radicalmente su estilo y propuesta para esa novela. Es como si oyeras un grupo punk del 77  que tocara bien duro y atascado y de pronto te sale con un disco conceptual alternativo en los noventa. Ese es más o menos el parámetro. He releído Los niños bien y me doy cuenta que es un libro original, bien logrado, pero en definitiva no es lo que esperaba de Nachón de la misma forma que el Load y el Re Load son álbumes que ningún metalero que se de a respetar hubiera esperado de Metallica, si es que se me permite el comparativo.  
 
Por fortuna hay mil y un formas de apreciar y disfrutar eso que llaman literatura. El libro de cabecera de alguien, puede ser un fiasco para su vecino. Conozco gente que considera una pérdida de tiempo leer Cervantes  y que catalogan a Borges como un tipo nerd, académico y aburrido. Allá ellos. Yo también difiero en muchas cosas del gusto de la gente. Yo en lo personal nunca he compartido la devoción que profesan muchas personas por la  obra de Cristina Rivera Garza, de Sergio Pitol o de Jorge Volpi  por poner sólo unos cuantos  ejemplos.  Yo sí soy afecto a los libros de Nachón, pero estoy consciente de que debe haber muchas personas  a las que le resulten cagantes y de mal gusto. Ello es algo que el autor debe saber muy bien y debe tomarlo con madurez. Eso me lo enseñó mi maestro Rafael Ramírez Heredia: Lo publicado, publicado está y debe defenderse solito, pues no se supone que deba andar uno por ahí defendiendo su obra contra el criterio de cada lector que no sepa apreciarla. Por lo pronto, pues pásele, que está usted en su tag. 
 

Sunday, July 18, 2004

Luego de nueve años de servicio en la Patrulla Fronteriza, Randolph gozaba de esa cómoda aburrición a la que sólo se accede con la experiencia y la pérdida total de expectativas. Desde el día en que fue admitido y se incorporó en la división de Douglas y Tucson, no había vivido momentos tan relajantes como los que pasaba en las noches frente al Cañón Los Laureles, fumando marihuana al amanecer mientras repasaba mentalmente los días que le faltaban para acceder al retiro. A sus veinte y tantos, cuando se obsesionó por pertenecer a alguna corporación, jamás pensó en la Patrulla Fronteriza como una alternativa. Imaginó la Marina, la Fuerza Aérea, algo con un poco más de presencia hollywoodesca, pero su habitual sobrepeso y su mala condición física le impidieron avanzar demasiado en el proceso de selección. Su edad ya no era la idónea y eran fugaces los arranques de voluntad por fortalecer su cuerpo. El colmo fue cuando el departamento de policia del condado lo rechazó. Sólo quedaba abierta la opción de la Patrulla Fronteriza en la que nunca antes había pensado. Los requisitos de admisión eran factibles y las pruebas de selección no fueron duras. No hacía falta un físico de hierro ni un IQ demasiado alto. Claro, no tenía las posibilidades de desarrollo, ls prestaciones ni mucho menos el prestigio del Ejército y la Marina, pero ear, ante todo, una corporación federal de los Estados Unidos de América.

Ceremony no es ni por mucho mi disco favorito de The Cult. Si me dan a elegir, me quedo con Sonic Temple o Love. Sin embargo, hace algún tiempo, escuchando la rolita
Bangkok Rain, me puse a pensar en escribir algo que sin tener un carajo que ver con la canción, tuviera al menos ese título. A veces me da por hacer esa clase de ejercicios.Este es sólo el principio del cuento. Por lo demás, ya sabemos que si hubiera un premio por mayor cantidad de cuentos inconclusos, yo sería un aspirante muy serio a ganarlo.
 
Se me hizo conocer la lluvia en Bangkok. Honestamente ni siquiera había reparado en ello. Tantas veces que el Mentor nos lo había presumido y que detalle el mío;  hice que la última tarde de su vida aconteciera bajo tremenda tormenta, en pleno centro de la capital tahilandesa.
¿Tu has visto la lluvia en Bangkok? Aquella pregunta me la hizo el Mentor la primera vez que entré a su despacho. En ese entonces no sabía que todo aquel que accedía al privilegio de sentarse frente a él en su sillón de cuero negro, era recibido con algún cuestionamiento por el estilo.
¿Has visto un amanecer en Islandia? ¿Sabes lo que es el crepúsculo en los Montes Cárpatos? ¿Tienes idea de lo que es una noche de luna llena en la sabana africana? El Mentor jamás esperaba a escuchar la respuesta, que por lo demás siempre sería negativa.
Después de hacer su pregunta, ritualmente procedía el encender un puro y darle varias chupadas antes de volver a dirigir la mirada al interlocutor.
Supongo que a todos los que subieron a su despacho por la época en que lo hice yo los recibió con preguntas relativas a Thailandia. Hacía algún tiempo que El Mentor estaba obsesionado con Bangkok, ciudad a la que viajaba por lo menos una vez al mes, a veces en esacapadas relámpago de tres días.
La lluvia en Bangkok ¿Que carajos podía tener de especial que la hiciera diferente a la lluvia en Tijuana? Si de todas formas era agua mojando asfalto, madera, paja, copas de árboles, cabellos humanos o quizá una buena dotación de cabezas rapadas por aquello de que en dicha capital aún se pueden ver  budistas radicales.
Fuera del esencial contraste existente entre los motivos que dan lugar a que  la cabeza rapada de un budista tahilandés y un cholo tijuanense  estén una tarde cualquiera bajo la lluvia, no encuentro que pueda hacer tan especial la lluvia de Bangkok. Pero para el Mentor esa lluvia era capaz de redimir cualquier existencia, de justificar cualquier sacrificio, hasta el de la vida propia, como acabó por sucederle al pobre.