Eterno Retorno

Friday, November 06, 2020

Bedtime for Democracy?

 

 

1-    La Historia se construye con símbolos. Así como unos sacos de té arrojados al mar marcaron el rompimiento de las trece colonias norteamericanas con el rey de Inglaterra, la interrupción de la conspiranoica conferencia de Donald Trump por parte de algunas cadenas nacionales puede marcar un antes y después en nuestra forma de concebir la ética periodística. Dejar hablando solo al presidente ha sido el acto más digno y sublime que hemos presenciado dentro de este sainete. Hoy más que nunca es necesario marcar las distancias  que separan al periodismo profesional y responsable de los testaferros del poder o los divulgadores de noticias falsas. El periodista no es un simple megáfono a disposición de lo que quiera gritar poderoso. El periodista pone en duda,  cuestiona,  contrasta y expone. Ese es su papel.  En un mundo corrompido por las peroratas paranoicas de dictadorzuelos adictos a las “verdades alternativas”, las “posverdades” o el “yo tengo otros datos”, es urgente alzar la bandera del buen periodismo. ¿Veremos  en México semejante demostración de dignidad y respeto al oficio?

2-    En esta elección se juega muchísimo más que Trump contra Biden. Es, en realidad, un examen de conciencia para el mundo contemporáneo en donde la maltrecha y cuestionada democracia liberal debe resurgir y demostrar que es, pese a todo, el mejor (o el menos malo) de los sistemas políticos. El No a Trump es un No a la supremacía del gobernante sobre la institución y al capricho por encima de la ley. Es un No a la polarización de un país y al discurso del odio, a la mentira validada como narrativa oficial. Es reivindicar a la ciencia por encima de la superchería, al laicismo sobre la religión, la dignidad de las minorías y los vulnerables. Es un contundente mensaje de rechazo a los nacional-populistas del mundo y una nueva oportunidad para los liberales. El que quiera entender, que entienda.

3-    Ya he dicho que como líder Joe Biden me dice muy poco. Su discurso es soso, descafeinado, pero acaso hasta eso debamos interpretarlo (pese a todo) como un buen síntoma. El éxito de los tiranuelos populistas radica en que acaparan la totalidad del discurso y la noticia. Su perorata permanente y omnipresente es lo único que escuchamos. El estilo personal de gobernar (diría mi tocayo Cosío Villegas) acaba por anular a la institución. Nos olvidamos del gobierno como tejido institucional para poner toda nuestra atención sobre la persona. “El estado soy yo” del Rey Sol se acaba por imponer al Espíritu de las Leyes de Montesquieu. Aun así, aunque celebro la inminente derrota de Trump, no auguro cosas muy buenas para Biden y dudo que tenga la fuerza física y mental para manejar la bomba que tendrá en sus manos. ¿Morirá durante su periodo? ¿Será Kemala Harris la primera presienta?

4-    Bedtime for democracy, dijeron los Dead Kennedys en 1986, cuando el imperio de Reagan tronaba sus chicharrones. ¿Se habrá ido a dormir la democracia? ¿Despertará de su modorra?


Thursday, November 05, 2020

Redes duermeveleras

 

Una fila fronteriza y un magnicidio en puerta. Bikers británicos made in Bukinham Palace. Al parecer la reina misma montaba una Harley e intentó ganar la fila a la mala frente a la caseta en donde fue rechazada. Una conjura de rusos y británicos en donde Lemmy es a un tiempo zar y magnicida anarquista. Navegaba en un barquito de filibustera fiesta estilo Hotel Bahía  y no me queda claro si la carta de navegación señalaba la ruta del Támesis o la del Pacífico ensenadense a la altura de Salsipuedes. Un migra jijoeputísimamadre (¿no es pleonasmo?) se pone en plan de inflexible perro guardián. Desperté as las 5:30 sin agua en el buró. Noviembre afila sus fauces.


Sucedió en Nueva Orleans. Avión, camionazo, concierto,  travesía en puerta. Debía viajar a una ciudad del sureste de Estados Unidos donde tomaría un Greyhound para acudir a una suerte de OzzFest o un aquelarre similar cuyo line up no me seducía. Recuerdo el avión, sobre todo el avión, volando bajo mientras yo reparo en lo aleatorio e improbable de volar, en la real posibilidad de desplomarnos y los mil peligros que te circundan cuando yaces suspendido en el aire. Aterrizar en New Orleans, deambular a la deriva por una pasaje de caoba hipster y cafecitos starbuckianos rodeado de tiendas de discos y librerías como las de Washington, un lugar perfecto para comedia romántica gay y había (en lo que supongo era Bourbon Street) una negra con voz de María Conchita Alonso cantando reggae en español. Del toquín metalcorero y el camionaxo ni sus luces.

 


Wednesday, November 04, 2020

Diálogos de la frontera

 

A estas alturas no importa si gana Biden o Trump, pues nosotros igual cruzaremos furtivamente la frontera narrativa, de ida y vuelta, como migrantes indocumentados en el territorio embrujado de la escritura. Coordinados por el gran Juan Villoro y la Casa Estudio Cien Años de Soledad, será un agasajo compartir estas charlas con todos ustedes. Gracias a la Fundación para las Letras Mexicanas y a la Secretaría de Cultura de Baja California por hacerlo posible.

Tuesday, November 03, 2020

Oscura democracia


Empiezo a escribir este texto al anochecer del martes 3 de noviembre. Frente a mí un mapa de Estados Unidos dividido en azul y rojo. El conteo de votos avanza en forma angustiante y progresiva. Por ahora la moneda está en el aire. He leído a no pocos intelectuales estadounidenses, entre ellos mi admirado Paul Auster,  quienes afirman que su país está tan roto y enemistado como no lo estaba desde 1861, cuando estalló la Guerra de Secesión. El encono, la desconfianza, la  vil rabia brutal y descarnada parecen sentar sus reales en la añeja y sui generis democracia norteamericana cuyos criterios de conteo y valoración de votos siguen pareciéndome anacrónicos e impropios del mundo moderno. Resulta cuando menos cuestionable que sea siempre Florida y los intereses muy particulares de un puñado de estados quienes definan el rumbo de la democracia más influyente del planeta. Estados Unidos es en este momento el espejo y el termómetro de un  mundo enfermo. La polarización parece ser la regla y no la excepción en las sangrantes democracias del mundo occidental. En lo personal no tengo una buena razón para desear que gane Joe Biden pero tengo muchísimas razones para desear que pierda Donald Trump. Biden no me produce nada, pero Trump me produce un profundo asco. Biden me parece un candidato gris y pusilánime, un café descafeinado, una cerveza sin alcohol, pero Trump me resulta un vomitivo, un insulto a la injuria, un escupitajo. Tal vez lo podría resumir en un solo concepto: decirle no a la reelección de Trump significa rechazar la tendencia populista y totalitaria que infecta a no pocas democracias, incluido México. La política de la adoración ciega, del estás conmigo o estás contra mí, la perorata que ve como como a un indigno enemigo a todo aquel que se atreva a disentir o cuestionar. Cerrarle el camino a esa clase de liderazgo significa un soplo de vida para los liberales del mundo, un poco de luz al final de un túnel que apesta a fascismo.

 Más que una elección entre dos proyectos de nación, parece un plebiscito limitado al sí o al no, la aceptación o el rechazo de la peor clase de líder que ha gobernado una democracia occidental desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Biden es simplemente la pared de rebote. Los comicios parecen ser un gran examen de conciencia a la nación estadounidense. Trump significa el triunfo de discurso del odio, el culto a la personalidad, el barato populismo, las energías sucias, el cristianismo retrógrada e intolerante, el racismo cada vez más descarado. Por lo que a Biden respecta solo puedo decir que me identifico en su filia por la ciencia, el respeto a las minorías,  la agenda ecologista y laica. No sé a ciencia cierta qué podemos esperar de él, pero sí sé que un alto al trumpismo significa un acto de dignidad, un rayito de esperanza en tiempos oscurísimos.  El conteo sigue su marcha. Nos espera una larga madrugada.


Tiempo nublado

 


 

Salgo con Canica al amanecer y nuestra bienvenida es el abrazo de la más densa niebla de noviembre (la mañana arrastra su sábana de nubes, reza el poema de Ortega). Nos rodea un manto gris que podrías cortar con cuchillo. El mar, la carretera y el horizonte son solo una tímida intuición, una fábula de duermevela. Canica aún da la pelea y exige puntual su paseo matutino.  Nuestra perrita resiste como guerrera y decidió que  este día 2 su retrato no estaría en el altar de muertos. El alba está poblada de fantasmas y rumores. El tiempo nublado encarna la esencia de nuestros días. Hoy los vecinitos se juegan su futuro en unos comicios de cuchillo desenvainado con el odio hirviendo a nivel Guerra de Secesión. El olor del cempasúchil aún impregna la sala. Efímera y frágil flor de los muertos que en pocos días se exiliará marchita por el sendero en donde encaminó a las almas. Noviembre es fiel a sí mismo y desparrama su esencia en cada detalle. Hasta el ánimo es propio de otoño. El Dejá Vu y el Eterno Retorno están a la orden del día

Monday, November 02, 2020

Mira que la vida no es eterna

 


A menudo actuamos como si la vida fuera a ser eterna y como si bastara pagarle una mensualidad a una compañía aseguradora para blindarnos contra desgracias e infortunios, pero de pronto, de un momento a otro, cobramos conciencia de nuestra absoluta fragilidad y de lo efímero que es todo. Hace un año, mi hijo, mi esposa y yo sobrevivimos a una terrible volcadura en medio de la carretera entre Mulegé y Loreto. Todo sucedió en un par de segundos, la fugacidad del suspiro que separa la alegría vacacional de la catástrofe.  Meses después, irrumpió en el mundo la pandemia del Covid-19  y al igual que le sucedió a millones de personas en todo el planeta, nuestros planes de vida fueron trastocados de golpe y porrazo. No podemos quejarnos, pues la realidad es que aún en el infortunio hemos sido muy afortunados, pero jamás perdemos de vista que nuestro entorno se parece mucho a ese terrible cuadro titulado El triunfo de la muerte del artista flamenco Peter Brueghel. Junto la morbilidad de la pandemia que no cede e incluso parece recrudecerse en las últimas semanas,  se mantiene la narcoviolencia sin freno en nuestras calles. Mientras los enfermos fallecen en el Hospital General que de un momento a otro se queda sin luz, la radiofrecuencia policiaca sigue notificando hallazgos de cadáveres o pedazos humanos. Europa vuelve a cerrar sus fronteras ante el desproporcionado aumento de casos de Coronavirus, el rojo del semáforo sanitario parece estar a la vuelta de la esquina en México, nuestros polarizados vecinos celebran una elección marcada por el encono y la desconfianza y en esta casa luchamos cada día por mantener con vida a una perrita que es parte de nuestra familia desde hace doce años y hace nuestros días más felices. Su vida es una velita navegando en medio de una tormenta marina. Hace pocos años, Canica era pura fuerza y velocidad, pero hoy parece que la empuja el viento cuando camina por el parque. No pierdo de vista que su agonía es una anticipo de los que nos aguarda. Con su triste e injusto promedio de  15 años de vida, los perritos viven en cámara rápida lo que nosotros experimentamos en 75. La vida corre con prisa desmedida y no va a esperarnos, pero esta noche, al menos esta noche, la vela sigue brillando en la tormenta.