Me agarró la tristeza. Me agarró o se metió adentro de mí y no hay quien me la saque. Son las 10 de la noche. Estoy en un café Internet en plena avenida Revolución, justo frente al Sanborns de la Ocho. Todo este perro día he estado triste o no se si sea tristeza o cómo carajos se llame esta cosa. Mi cabeza oscila entre un millón de dudas hamletianas. A veces así pasa con la proximidad del otoño. Carolina prefirió quedarse en casa. Yo salí desde la tarde para ir al futbol. La perra melancolía ya iba de copiloto en la carretera. Durante el juego cometí el error de aceptar la invitación a subir al palco de Hank Rhon. Nunca lo hubiera hecho. Fue entrar a territorio de lobos y pirañas. Pude respirar el rencor y la ironía en el ambiente. Mi código de ética periodística es una cruz muy pesada. Y ellos tienen la dosis de sarcasmo necesaria para restregarmelo en la cara. Sus camarógrafos de mierda de inmediato vieron su oportunidad de revancha y comenzaron a sacarme fotos. Miren, el incorruptible y combativo periodista, el crítico del sistema conviviendo alegremente con el Alcalde. No que no. Seguro se vendió, dirán todos. Hay toneladas de rencor en mi contra. Salí asqueado de ahí. Pocas veces había sentido tanta maldad en la ironía de una sonrisa. Por cierto, Tijuana y Tampico Madero empataron a dos goles. Dejé mi carro en Palacio Municipal. Caminé del CREA al Costco. Comí una ensalada Cesar. De ahí caminé al Centro, concretamente al Hard Rock Café, en donde tocaría Morbid Angel. Crónica de una suspensión anunciada. Sabía que lo suspenderían, me latía y no me equivoqué. Quesque perdieron el avión. Y los imbéciles no querían devolver el dinero. Quesque era cosa de la promotora y no del Hard Rock. Les exigí como cliente que me devolvieran el dinero y los tipos lavándose las manos. Odio hacer esto, pero sólo cuando vieron mi identificación de prensa, les cambió el semblante. Ahora sí bajó el gerente muy apenado a ofrecerme una disculpa y a darme mi lana . Pero claro al resto lo tratan como chancla. De cualquier manera, no se salvarán de la nota. Cometieron un fraude y venía gente de Mexicali, de San Diego y hasta de LA para ver a Morbid. Eso no se hace. Tenía muchas ganas de ver a Morbid. Mal que bien son la mejor banda de Death Metal americano. Pero no es la suspensión de esta tocada lo que me tiene triste. Es algo que está en mi piel y en mi mente. Caminé por la Revolución, hirviendo de gringos alcoholizados y jaladores necios. Cada tres metros me ofrecían putas o droga. Ya perdí la cuenta de los dealers que me salieron al paso a ofrecerme mota y crystal. Un rubio en la Revo un sábado en la noche es un imán para toda clase de escoria. Es imposible quitartelos de encima sin proferir insultos. Son peores que una mosca zumbadora en tu oído. Y a todo esto ¿Por qué carajo estoy triste? ¿Por qué mi cabeza es un pinche infierno de dudas y severos autocuestionamientos? Lo peor es que ni siquiera puedo escribir sobre eso. Hay secretos que deben ser guardados y Eterno Retorno no puede ser por el momento mi plataforma de desahogo. Lo único que puedo decirles es que el suelo tembló bajo mis píes. Cuando crees que estás parado sobre una plataforma firme, que tus sentimientos y tus convicciones están con buenos cimientos, llega un fantasma y te demuestra que basta soplar un poquito para echar abajo tu castillo de certidumbres. De pronto siento que todo se va a ir al carajo o que acaso yo mismo quiero que se vaya al carajo. Y tengo miedo. Mi vida va a cambiar. Lo se. Va a cambiar muy pronto. Algo se percibe en el aire. From the past comes the storms. Ayer por la noche Carol y yo fuimos al Gypsis a ver el tablao flamenco y a beber dos jarrotas de sangría y unas tapas de angulas. Tenía demasiadas ganas de estar con mi esposa. De hablar, beber y coger mucho. Fue una buena noche. Pero hoy la tristeza se me vino encima. Y bueno, una disculpa al improbable lector por este post lagrimoso. La buena noticia es que si no vi a la mejor banda de death metal americano, sí veré en unos momentos a la mejor banda de metal mexicano. Transmetal va a tocar en un ratito más aquí enfrente, en el Box Underground. Ojalá toquen con furia el Infierno de Dante y Vacío Abismal. Me tomaré unas cervezas, que ya me cago de sed por tanto caminar y ojalá el metal me saqué esta inoportuna tristeza de sábado por la noche. Bueno y el 5-0 de Tigres a Veracruz me regala algo parecido a una sonrisa.
Saturday, September 10, 2005
Friday, September 09, 2005
LOS NUEVOS AIRES DEL GÓTICO
Por Daniel Salinas Basave
Las piadosasFederico Andahazi
Editorial Planeta
Apostar en pleno Siglo XXI a seguir fielmente los cánones de una típica novela gótica de principios del Siglo XIX no deja de ser una empresa bastante arriesgada.Esa es precisamente la apuesta del argentino Federico Andahazi en Las piadosas, una obra que se rige bajo los típicos pa-rámetros narrativos góticos. Tratar de crear un efecto perturbador valiéndose de fórmulas que hace dos siglos fueron explotadas hasta la saciedad, exige un narrador malicioso y audaz que evite caer en lugares comunes. Por fortuna para Andahazi, con Las piadosas sale bien librado de la apuesta. Escenarios sombríos, visiones crepusculares y la presencia constante e invisible de un ente horroroso y sobrehumano al acecho, cumplen con el recetario que en su momento siguieron Stocker, Sheridan Le Fanú y compañía.La narrativa gótica se nutre de la intuición permanente de que lo más horroroso está ahí, oculto, próximo a manifestarse mientras va operando una secreta transformación en el interior de los personajes. De entrada, la propuesta de Andahazi para el lector es mantener como un enigma la posibilidad de que la narración aluda a hechos reales. Después de todo, el escenario y los personajes escogidos por el narrador para dar forma a Las piadosas son reales y además célebres. Andahazi ubica la novela en el lluvioso verano de 1816, en una mansión a orillas del lago de Ginebra, en donde vacacionan personajes de las letras inglesas como Lord Byron, Percy y Mary Shelly.La presencia de dichos personajes en Ginebra por aquellas fechas es históricamente comprobable. Basta con leer la nota preliminar de Frankenstein para ver como la propia Mary Shelly se refiere a ese oscuro y tenebroso verano como el contexto en que fue escrita su obra más célebre. Pero claro, lo de Andahazi es una novela y no una crónica sobre un enigma histórico, aunque pretenda sembrar en el lector la duda sobre la veracidad de los hechos. La trama se centra en Polidori, el amargado secretario de Lord Byron, quien desde el día de la llegada a Ginebra recibe una extraña carta.El ambicioso secretario, siempre envidioso de su patrón, encuentra en la perturbadora correspondencia la oportunidad de alcanzar la gloria literaria de Byron.La carta entraña un misterio, que lógicamente, se va develando conforme avanza la narración. La autora de la misiva es Anette Legrand, un monstruo de lo más singular e inquietante. Su fealdad extrema, su inteligencia prodigiosa, la vitamina que requiere para sobrevivir y las recompensas que ofrece a cambio, la hacen un vampiro poco usual. Mal que bien, Las piadosas tira una certera pedrada a las desmedidas ambiciones de quienes aspiran al reconocimiento literario. ¿Cuantas plumas consagradas se resistirían a la propuesta de Anette Legrand? Claro, Las piadosas no está exenta de ciertos errores secundarios que podrían pasar desapercibidos en lo que se refiere a la es-tructura de la novela, aunque para alguien meticuloso serían imperdonables, como lo es citar el Werther de Goethe como si fuera ya una obra clásica y antigua en la mitad del Siglo XVIII, cuando apenas estaba siendo escrita.Pero dejando a un lado errores de pecata minuta, graves en alguien que se precia de ser un conocedor de letras clásicas como Andahazi, Las piadosas cumple con entretener, inquietar y sembrar dudas de manera inteligente en el lector. Sí, se le podría reprochar el utilizar procedimientos narrativos que llegan a ser por momentos demasiado obvios en sus intenciones, pero a los amantes del gótico en su estado más puro, Las piadosas no los hará sentirse defraudados.
Por Daniel Salinas Basave
El País de las últimas cosas
Paul Auster
Compactos Anagrama
Metafóricamente, es un recurso bastante común hablar de la urbe como una jungla. Jungla de asfalto o selva de neón, son frases por demás estereotípicas. La ciudad vista como un territorio en eterno conflicto. Un corral de seres donde coexisten depredadores, presas, carroñeros y parásitos, cuya única ley será por siempre la fuerza bruta y la supervivencia.Y si bien la idea parece repetitiva, Paul Auster la ha llevado en superlativo y con muy buenos resultados a la literatura con El País de las últimas cosas, una obra de ficción a la que el término angustiante parece quedarle chico.Otorgando la voz en primera persona a una chica llamada Anne Blume, Auster describe una ciudad que ni siquiera tiene nombre, cuyos habitantes se debaten entre un deseo permanente de muerte y extinción y un instinto de supervivencia comparable al de una rata de barco hundido.La natural vocación suicida practicada por diversas sectas, la insignificancia de sus pobladores, la podredumbre del entorno y la opresión de un sistema invisible, hacen de esta urbe una suerte de averno de la posmodernidad. La ciudad de Auster es como un cadáver en estado de descomposición. Un cuerpo que se desintegra rápidamente en donde cada persona y cada cosa parece ser la última de su especie.?Estas son las últimas cosas?- escribe AnneBlume en el primer párrafo del libro. ?Desaparecen una a una y no vuelven nunca más?.Con estas palabras empieza lo que se supone es una larga carta que dirige a un antiguo novio. En ella empieza la descripción de la ciudad sin nombre, a donde llegó un día buscando a su hermano William, que tiempo atrás fue enviado a investigar la urbe como reportero y nunca más regresó.Entre suicidas y carroñeros, entre cuerpos errantes que se desintegran en el viento, caminando por calles y casas que desaparecen, Anne Blume debe desafiar el hambre, el frío y la más absoluta depresión.Pese a que en la ciudad reina el caos y sus habitantes sobreviven a su suerte, no gozan de un anarquismo libertario, pues una silente burocracia los oprime. A la ciudad de Auster es posible llegar, pero es imposible salir. Una dictadura invisible y omnipresente a la vez, integrada por gobernantes cuyo nombre e identidad casi nadie conocen impiden abandonarla. La única vía de escape al mar es contenida por un muro y los caminos hacia los desiertos son laberínticos e inciertos.La narración es densa, oscura, traumática. Imposible no evocar la desolada angustia de El Castillo o El proceso de Franz Kafka, si bien los motivos existenciales o la thanatología de algunas de las sectas que pueblan la urbe, recuerda algunos trabajos de Mario Bellatín.Paul Auster es neoyorquino. Nació en la Gran Manzana en 1947 y luego de haber sido un marino, vivió tres años en Francia La música del azar, La trilogía de Nueva York (Ciudad de cristal, Fantasmas y La Habitación cerrada) además de Leviatán y Tomboctú, son sus obras más célebres.De autor estadounidense al fin, sobre El País de las últimas cosas se han escrito cosas de lo más diversas. La crítica del Washington Post califica a la ciudad de Auster como una metáfora del Infierno. La Vanguardia señala que con esta obra la literatura recupera su fuerza de sacrilegio para narrar la miseria.En realidad, creo que más allá de infiernos y miserias, El País de las últimas cosas bien puede ser tomado en cuenta como una fábula de nuestro tiempo o caso como una advertencia. Después de todo, no es ficticio afirmar que toda gran aglomeración humana trae con sigo el caos. Luego entonces toda urbe es caótica y el caos no tiene categorías.
Por Daniel Salinas Basave
Las piadosasFederico Andahazi
Editorial Planeta
Apostar en pleno Siglo XXI a seguir fielmente los cánones de una típica novela gótica de principios del Siglo XIX no deja de ser una empresa bastante arriesgada.Esa es precisamente la apuesta del argentino Federico Andahazi en Las piadosas, una obra que se rige bajo los típicos pa-rámetros narrativos góticos. Tratar de crear un efecto perturbador valiéndose de fórmulas que hace dos siglos fueron explotadas hasta la saciedad, exige un narrador malicioso y audaz que evite caer en lugares comunes. Por fortuna para Andahazi, con Las piadosas sale bien librado de la apuesta. Escenarios sombríos, visiones crepusculares y la presencia constante e invisible de un ente horroroso y sobrehumano al acecho, cumplen con el recetario que en su momento siguieron Stocker, Sheridan Le Fanú y compañía.La narrativa gótica se nutre de la intuición permanente de que lo más horroroso está ahí, oculto, próximo a manifestarse mientras va operando una secreta transformación en el interior de los personajes. De entrada, la propuesta de Andahazi para el lector es mantener como un enigma la posibilidad de que la narración aluda a hechos reales. Después de todo, el escenario y los personajes escogidos por el narrador para dar forma a Las piadosas son reales y además célebres. Andahazi ubica la novela en el lluvioso verano de 1816, en una mansión a orillas del lago de Ginebra, en donde vacacionan personajes de las letras inglesas como Lord Byron, Percy y Mary Shelly.La presencia de dichos personajes en Ginebra por aquellas fechas es históricamente comprobable. Basta con leer la nota preliminar de Frankenstein para ver como la propia Mary Shelly se refiere a ese oscuro y tenebroso verano como el contexto en que fue escrita su obra más célebre. Pero claro, lo de Andahazi es una novela y no una crónica sobre un enigma histórico, aunque pretenda sembrar en el lector la duda sobre la veracidad de los hechos. La trama se centra en Polidori, el amargado secretario de Lord Byron, quien desde el día de la llegada a Ginebra recibe una extraña carta.El ambicioso secretario, siempre envidioso de su patrón, encuentra en la perturbadora correspondencia la oportunidad de alcanzar la gloria literaria de Byron.La carta entraña un misterio, que lógicamente, se va develando conforme avanza la narración. La autora de la misiva es Anette Legrand, un monstruo de lo más singular e inquietante. Su fealdad extrema, su inteligencia prodigiosa, la vitamina que requiere para sobrevivir y las recompensas que ofrece a cambio, la hacen un vampiro poco usual. Mal que bien, Las piadosas tira una certera pedrada a las desmedidas ambiciones de quienes aspiran al reconocimiento literario. ¿Cuantas plumas consagradas se resistirían a la propuesta de Anette Legrand? Claro, Las piadosas no está exenta de ciertos errores secundarios que podrían pasar desapercibidos en lo que se refiere a la es-tructura de la novela, aunque para alguien meticuloso serían imperdonables, como lo es citar el Werther de Goethe como si fuera ya una obra clásica y antigua en la mitad del Siglo XVIII, cuando apenas estaba siendo escrita.Pero dejando a un lado errores de pecata minuta, graves en alguien que se precia de ser un conocedor de letras clásicas como Andahazi, Las piadosas cumple con entretener, inquietar y sembrar dudas de manera inteligente en el lector. Sí, se le podría reprochar el utilizar procedimientos narrativos que llegan a ser por momentos demasiado obvios en sus intenciones, pero a los amantes del gótico en su estado más puro, Las piadosas no los hará sentirse defraudados.
Por Daniel Salinas Basave
El País de las últimas cosas
Paul Auster
Compactos Anagrama
Metafóricamente, es un recurso bastante común hablar de la urbe como una jungla. Jungla de asfalto o selva de neón, son frases por demás estereotípicas. La ciudad vista como un territorio en eterno conflicto. Un corral de seres donde coexisten depredadores, presas, carroñeros y parásitos, cuya única ley será por siempre la fuerza bruta y la supervivencia.Y si bien la idea parece repetitiva, Paul Auster la ha llevado en superlativo y con muy buenos resultados a la literatura con El País de las últimas cosas, una obra de ficción a la que el término angustiante parece quedarle chico.Otorgando la voz en primera persona a una chica llamada Anne Blume, Auster describe una ciudad que ni siquiera tiene nombre, cuyos habitantes se debaten entre un deseo permanente de muerte y extinción y un instinto de supervivencia comparable al de una rata de barco hundido.La natural vocación suicida practicada por diversas sectas, la insignificancia de sus pobladores, la podredumbre del entorno y la opresión de un sistema invisible, hacen de esta urbe una suerte de averno de la posmodernidad. La ciudad de Auster es como un cadáver en estado de descomposición. Un cuerpo que se desintegra rápidamente en donde cada persona y cada cosa parece ser la última de su especie.?Estas son las últimas cosas?- escribe AnneBlume en el primer párrafo del libro. ?Desaparecen una a una y no vuelven nunca más?.Con estas palabras empieza lo que se supone es una larga carta que dirige a un antiguo novio. En ella empieza la descripción de la ciudad sin nombre, a donde llegó un día buscando a su hermano William, que tiempo atrás fue enviado a investigar la urbe como reportero y nunca más regresó.Entre suicidas y carroñeros, entre cuerpos errantes que se desintegran en el viento, caminando por calles y casas que desaparecen, Anne Blume debe desafiar el hambre, el frío y la más absoluta depresión.Pese a que en la ciudad reina el caos y sus habitantes sobreviven a su suerte, no gozan de un anarquismo libertario, pues una silente burocracia los oprime. A la ciudad de Auster es posible llegar, pero es imposible salir. Una dictadura invisible y omnipresente a la vez, integrada por gobernantes cuyo nombre e identidad casi nadie conocen impiden abandonarla. La única vía de escape al mar es contenida por un muro y los caminos hacia los desiertos son laberínticos e inciertos.La narración es densa, oscura, traumática. Imposible no evocar la desolada angustia de El Castillo o El proceso de Franz Kafka, si bien los motivos existenciales o la thanatología de algunas de las sectas que pueblan la urbe, recuerda algunos trabajos de Mario Bellatín.Paul Auster es neoyorquino. Nació en la Gran Manzana en 1947 y luego de haber sido un marino, vivió tres años en Francia La música del azar, La trilogía de Nueva York (Ciudad de cristal, Fantasmas y La Habitación cerrada) además de Leviatán y Tomboctú, son sus obras más célebres.De autor estadounidense al fin, sobre El País de las últimas cosas se han escrito cosas de lo más diversas. La crítica del Washington Post califica a la ciudad de Auster como una metáfora del Infierno. La Vanguardia señala que con esta obra la literatura recupera su fuerza de sacrilegio para narrar la miseria.En realidad, creo que más allá de infiernos y miserias, El País de las últimas cosas bien puede ser tomado en cuenta como una fábula de nuestro tiempo o caso como una advertencia. Después de todo, no es ficticio afirmar que toda gran aglomeración humana trae con sigo el caos. Luego entonces toda urbe es caótica y el caos no tiene categorías.
Thursday, September 08, 2005
Nos vamos al Mundial
Nunca imaginé una forma tan deprimente de calificar a un Mundial de Futbol. LaVolpe dice que es la falta de drama, que eso de calificar caminando no tiene nada de hollywoodesco. Lo cierto es que esta calificación me sabe como una cerveza que lleva más de 40 minutos calentándose en el Sol, o como un café frío y descafeinado. Me sabe rancia, sosa. Recuerdo la Primavera de 1993, reunidos todos en la casa de mi padrino José Manuel para ver el México vs Canadá en Toronto. La selección de Mejía Barón se impuso 2-1 con goles de Hugo Sánchez y Abuelo Cruz y calificó al Mundial de Estados Unidos. Dado que desde 1978 no se calificaba a un mundial (pues al 86 fuimos directo como sede) y dado que en 1978 yo tenía 4 años de edad, se puede decir que 1993 fue la primera vez que celebré la calificación de México a un Mundial. Que decir de aquel día de noviembre de 2001, cuando nos juntamos en nuestro depa de Playas para ver el México vs Honduras. Que perros nervios, pero ese 3-0 me supo como a cervecita bien helada o como un merlot recién descorchado en el Valle de Guadalupe. En cambio, debo confesares que el 5-0 contra Panamá ni lo vi. Ahí nomás con eso les digo todo. Fui a una conferencia de Genaro Góngora Pimentel, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Seamos realistas ¿Acaso hubo alguien sobre la Tierra que pensara que México podía quedar fuera del Mundial? Sí, ya se, calificar a una Copa del Mundo no son enchiladas. Hay grandes selecciones que se la están pelando y están sudando la gota gorda para poder acudir. Ahí está la pobre España, que con su empate con Serbia y Montenegro prácticamente se despide de la posibilidad de entrar directo. Ahí está la pobre Inglaterra, perdiendo con Irlanda del Norte (Ni un bombazo del IRA les ha de haber dolido tanto) O mi querida República Checa (cuanto adoro a ese país) pariendo chayotes para arañar el repechaje o la flamante campeona de Europa, Grecia, el burro que tocó la flauta, que seguramente quedará fuera del Mundial. Y eso por no hablar de equipos como Perú que hace más de 20 años no se paran en una Copa del Mundo o la pobre Venezuela, que con todo y su mejora futbolística, todavía no sabe lo que es ir a un Mundial. Pero aquí en mi México querido nuestra verde selección califica al Mundial como Juan por su casa. Como si fuera tal cosa. Y uno dirá, es que tenemos un equipazo. No. Más bien competimos e una zona futbolística miserable y subdesarrollada de la que ya ni siquiera queda el placer del ser el gigante. Haber ganando en Estados Unidos le hubiera puesto una gran dosis de emoción a esto. Pero dentro de este paseo de calificar caminando, ni siquiera quedó el placer de terminar invicto. Y ya se sabe que perder con los States duele peor que una patada en los tanates. Si algo lastima del hecho los gabachos nos ganen, es el hecho de saber que ellos ni siquiera se toman en serio este asunto. El sábado, la derrota mexicana fue una tragedia nacional maximizada en todas las portadas deportivas de nuestro México, mientras que el triunfo gringo se habrá ido a la página ocho de los diarios gringos y como breve en el noticiero. Para nosotros el futbol es asunto de vida o muerte, de orgullo nacional. Para ellos una medallita más. Y ya dije que yo sí soy Lavolpista, pero la mera verdad que esto me sabe a una rola de heavy metal sin guitarra ni batería o a un romance sin sexo. Algo pasa que esta calificación mundialista no más no me sabe a un carajo.
Nunca imaginé una forma tan deprimente de calificar a un Mundial de Futbol. LaVolpe dice que es la falta de drama, que eso de calificar caminando no tiene nada de hollywoodesco. Lo cierto es que esta calificación me sabe como una cerveza que lleva más de 40 minutos calentándose en el Sol, o como un café frío y descafeinado. Me sabe rancia, sosa. Recuerdo la Primavera de 1993, reunidos todos en la casa de mi padrino José Manuel para ver el México vs Canadá en Toronto. La selección de Mejía Barón se impuso 2-1 con goles de Hugo Sánchez y Abuelo Cruz y calificó al Mundial de Estados Unidos. Dado que desde 1978 no se calificaba a un mundial (pues al 86 fuimos directo como sede) y dado que en 1978 yo tenía 4 años de edad, se puede decir que 1993 fue la primera vez que celebré la calificación de México a un Mundial. Que decir de aquel día de noviembre de 2001, cuando nos juntamos en nuestro depa de Playas para ver el México vs Honduras. Que perros nervios, pero ese 3-0 me supo como a cervecita bien helada o como un merlot recién descorchado en el Valle de Guadalupe. En cambio, debo confesares que el 5-0 contra Panamá ni lo vi. Ahí nomás con eso les digo todo. Fui a una conferencia de Genaro Góngora Pimentel, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Seamos realistas ¿Acaso hubo alguien sobre la Tierra que pensara que México podía quedar fuera del Mundial? Sí, ya se, calificar a una Copa del Mundo no son enchiladas. Hay grandes selecciones que se la están pelando y están sudando la gota gorda para poder acudir. Ahí está la pobre España, que con su empate con Serbia y Montenegro prácticamente se despide de la posibilidad de entrar directo. Ahí está la pobre Inglaterra, perdiendo con Irlanda del Norte (Ni un bombazo del IRA les ha de haber dolido tanto) O mi querida República Checa (cuanto adoro a ese país) pariendo chayotes para arañar el repechaje o la flamante campeona de Europa, Grecia, el burro que tocó la flauta, que seguramente quedará fuera del Mundial. Y eso por no hablar de equipos como Perú que hace más de 20 años no se paran en una Copa del Mundo o la pobre Venezuela, que con todo y su mejora futbolística, todavía no sabe lo que es ir a un Mundial. Pero aquí en mi México querido nuestra verde selección califica al Mundial como Juan por su casa. Como si fuera tal cosa. Y uno dirá, es que tenemos un equipazo. No. Más bien competimos e una zona futbolística miserable y subdesarrollada de la que ya ni siquiera queda el placer del ser el gigante. Haber ganando en Estados Unidos le hubiera puesto una gran dosis de emoción a esto. Pero dentro de este paseo de calificar caminando, ni siquiera quedó el placer de terminar invicto. Y ya se sabe que perder con los States duele peor que una patada en los tanates. Si algo lastima del hecho los gabachos nos ganen, es el hecho de saber que ellos ni siquiera se toman en serio este asunto. El sábado, la derrota mexicana fue una tragedia nacional maximizada en todas las portadas deportivas de nuestro México, mientras que el triunfo gringo se habrá ido a la página ocho de los diarios gringos y como breve en el noticiero. Para nosotros el futbol es asunto de vida o muerte, de orgullo nacional. Para ellos una medallita más. Y ya dije que yo sí soy Lavolpista, pero la mera verdad que esto me sabe a una rola de heavy metal sin guitarra ni batería o a un romance sin sexo. Algo pasa que esta calificación mundialista no más no me sabe a un carajo.
Wednesday, September 07, 2005
La nostalgia vino y me tocó muy fuerte a la puerta y se ha instalado en mi cabeza como Juan por su casa y a ritmo de Gardel uno canta, que 14 años no es nada.
Bien, esto era una simple prueba. La asesoría de Armando ha rendido frutos. Pagaré mis honorarios en vino bajacaliforniano, cuyo tipo de cambio jamás se devalúa y suele ir a la alza. En Eterno Retorno una vez más hay un espacio para que el improbable y acaso inexistente lector, le miente la madre con toda confianza al autor de estos desvaríos, que fanático como es de la Libertad de Expresión, respetará cualquier opinión vertida.
Mi colega Armando ha tenido a bien darme una asesoría vía telefónica sobre como introducir ligeros cambios a Eterno Retorno. Dado que habito en la Edad Media y mi visión de las computadoras es la misma que tendría un señor feudal del Siglo X, agradezco inmensamente que un auténtico hijo del Siglo de las Luces me haya dado instrucciones a larga distancia. En octubre de 2004 este blog decidió ser autista. Ahora, casi un año después, ha llegado el tiempo de dejar de serlo y pasar del monólogo, al diálogo.
Propongo una competencia y lanzo públicamente un desafío: Cuando venga Julio Sueco por estos rumbos que alguna vez fueron su tierra, a la que cambió y abandonó por la comodidad que sólo la raza blanca y el primer mundo pueden ofrecerle (miren que contradicciones de la vida: yo, que se supone que soy el racista, aquí estoy con mis impuestos y mi trabajo contribuyendo con esta ciudad a la que quiero tanto) hagamos una prueba olímpica: Partiendo del Crucero de la 5 y 10, vayamos a explorar todas las colonias de la Nueva Tijuana, esas que tienen menos de 10 años de existencia. Vayamos al Bulevar 2000, al Valle de las Palmas, a Cañadas del Florido, a las Casas Beta, vayamos al cerro del Gandul a la planta de la Toyota. Vamos a ver quién sabe agarrar la calafia adecuada y tomar el camino correcto. Vamos a ver quién conoce mejor Tijuana, si yo, el burgués clasemediero capitalista o el amigo del pueblo que enarbola la roja bandera de los pobres. Vamos a ver quién se pierde primero en la nueva Tijuana y en sus cerros sin pavimentar.
A Julio se le olvida que la Tijuana que él recuerda y añora está distorsionada por el velo de la nostalgia y el romanticismo de la idealización. Dice que yo obtengo mis conocimientos por datos teóricos en los que creo ciegamente, pero se le olvida que por la naturaleza de mi trabajo me he peinado entera esta ciudad y lo que se y lo que afirmo es por lo que he visto, no por lo que me han contado. La Tijuana que yo conozco, es la Tijuana de hoy y para efectos de una ciudad, cuya naturaleza perpetua es el cambio, la Tijuana de hoy es la única absolutamente real.
A Julio se le olvida que la Tijuana que él recuerda y añora está distorsionada por el velo de la nostalgia y el romanticismo de la idealización. Dice que yo obtengo mis conocimientos por datos teóricos en los que creo ciegamente, pero se le olvida que por la naturaleza de mi trabajo me he peinado entera esta ciudad y lo que se y lo que afirmo es por lo que he visto, no por lo que me han contado. La Tijuana que yo conozco, es la Tijuana de hoy y para efectos de una ciudad, cuya naturaleza perpetua es el cambio, la Tijuana de hoy es la única absolutamente real.
Pueblos esclavos de su historia
Hay quienes gustan de practicar el popular deporte de tergiversar mis palabras e intentar darles un sentido que no tienen. Ese deporte le gusta a Julio Sueco. Pongamos las cosas claras. ¿A qué me refiero con un pueblo que es esclavo de su historia? A un pueblo cuya vocación y estilo de vida están definidos por hechos que ocurrieron en un pasado remoto, hechos que condicionaron todos los acontecimientos posteriores y que de no haber ocurrido, sería imposible entender el presente del pueblo en cuestión. En la breve historia de Tijuana, no existe aún un hecho histórico que haya condicionado de raíz la vocación y esencia de esta ciudad. Sí, hemos sido influidos por procesos históricos que han afectado principalmente a Estados Unidos como la prohibición puritana del alcohol, impulsada por Wilson en 1917 o las grandes gestas bélicas del vecino país como la Primera Guerra Mundial, la Guerra de Corea o el mismo 11 de septiembre, que influyó de manera radical en Tijuana. Sin embargo, a diferencia de otras ciudades, no hay un hecho que condicione la Historia de Tijuana.
Por ejemplo: La Cervecería Cuauhtémoc, la Fundidora, Cementos Mexicanos y la Vidriera en Monterrey fueron fundadas hace poco más de un siglo, durante el periodo de Bernardo Reyes como gobernador de Nuevo León. La fundación de esas empresas definió la vocación industrial de la ciudad. Sin esa revolución industrial ocurrida a finales del Siglo XIX y principios del XX, el Monterrey del Siglo XXI no sería lo que hoy es. La sociedad regiomontana sería imposible de concebir sin su revolución industrial. Más tarde fueron fundadas sus dos grandes casas de estudios, la UANL y el Itesm, que han definido su vocación como capital estudiantil, pero esa es otra historia.
Cito otro ejemplo: Al concretarse la independencia de los Reinos de Flandes del Imperio Español en el Siglo XVII Amsterdam comenzó a ganar su reputación como la gran capital de la tolerancia europea en donde podían practicarse sin censura todos los credos, donde se ejercía el libre comercio con oriente y donde se fundaron los primeros grandes bancos europeos. Los Países Bajos serían inconcebibles hoy en día sin el llamado Siglo de Oro Holandés que tan bien retrató Rembrandt.
Vaya: Piensen en la toma de Constantinopla a manos de los turcos en 1453. Esa batalla cambió la historia del milenario Imperio Romano de Oriente. La ciudad que hoy se llama Estambul y cuya cristiana iglesia de Santa Sofía se transformó en mezquita, se explica por esa batalla que cambió de golpe y porrazo su nombre, lengua y religión.
¿Qué sería hoy Manchester sin la fundación de su primera fábrica de hilados en el Siglo XVIII? ¿Se entendería la actual conformación demográfica y sociocultural del Caribe sin el comercio y tráfico de esclavos negros en el Siglo XVII? ¿Podría hablarse de Sudáfrica sin la gran emigración de Boers del Siglo XIX?
Y bueno, eso por no hablar de la gesta de gestas, la epopeya de epopeyas, la CONQUISTA ESPAÑOLA de América que definió el destino de todo un continente y nos legó la más bella, rica y completa de todas las lenguas romances EL ESPAÑOL, ese hermoso idioma que tristemente es usado por sus detractores para hablar en su contra. A lo largo de mi vida he escuchado a todos esos pestilentes indigenistas eructar sus traumas y complejos de pueblo derrotado, hablando siempre en español. El día que alguno de esos zánganos se pare frente a mí y suelte su perorata en nahuatl o en maya, ese día empezaré a respetarlos un poquito. Antes no. Si tanto odian a España, les pido de favor que no usen su idioma. No se los prestamos. Ándeles hijos de su derrotada y violada madre indígena, ahí tienen un chingo de dialectos en periodo de extinción que pueden rescatar. No sean flojos y apréndanlos. Yo por mi parte soy feliz con la lengua de Cervantes.
Hay quienes gustan de practicar el popular deporte de tergiversar mis palabras e intentar darles un sentido que no tienen. Ese deporte le gusta a Julio Sueco. Pongamos las cosas claras. ¿A qué me refiero con un pueblo que es esclavo de su historia? A un pueblo cuya vocación y estilo de vida están definidos por hechos que ocurrieron en un pasado remoto, hechos que condicionaron todos los acontecimientos posteriores y que de no haber ocurrido, sería imposible entender el presente del pueblo en cuestión. En la breve historia de Tijuana, no existe aún un hecho histórico que haya condicionado de raíz la vocación y esencia de esta ciudad. Sí, hemos sido influidos por procesos históricos que han afectado principalmente a Estados Unidos como la prohibición puritana del alcohol, impulsada por Wilson en 1917 o las grandes gestas bélicas del vecino país como la Primera Guerra Mundial, la Guerra de Corea o el mismo 11 de septiembre, que influyó de manera radical en Tijuana. Sin embargo, a diferencia de otras ciudades, no hay un hecho que condicione la Historia de Tijuana.
Por ejemplo: La Cervecería Cuauhtémoc, la Fundidora, Cementos Mexicanos y la Vidriera en Monterrey fueron fundadas hace poco más de un siglo, durante el periodo de Bernardo Reyes como gobernador de Nuevo León. La fundación de esas empresas definió la vocación industrial de la ciudad. Sin esa revolución industrial ocurrida a finales del Siglo XIX y principios del XX, el Monterrey del Siglo XXI no sería lo que hoy es. La sociedad regiomontana sería imposible de concebir sin su revolución industrial. Más tarde fueron fundadas sus dos grandes casas de estudios, la UANL y el Itesm, que han definido su vocación como capital estudiantil, pero esa es otra historia.
Cito otro ejemplo: Al concretarse la independencia de los Reinos de Flandes del Imperio Español en el Siglo XVII Amsterdam comenzó a ganar su reputación como la gran capital de la tolerancia europea en donde podían practicarse sin censura todos los credos, donde se ejercía el libre comercio con oriente y donde se fundaron los primeros grandes bancos europeos. Los Países Bajos serían inconcebibles hoy en día sin el llamado Siglo de Oro Holandés que tan bien retrató Rembrandt.
Vaya: Piensen en la toma de Constantinopla a manos de los turcos en 1453. Esa batalla cambió la historia del milenario Imperio Romano de Oriente. La ciudad que hoy se llama Estambul y cuya cristiana iglesia de Santa Sofía se transformó en mezquita, se explica por esa batalla que cambió de golpe y porrazo su nombre, lengua y religión.
¿Qué sería hoy Manchester sin la fundación de su primera fábrica de hilados en el Siglo XVIII? ¿Se entendería la actual conformación demográfica y sociocultural del Caribe sin el comercio y tráfico de esclavos negros en el Siglo XVII? ¿Podría hablarse de Sudáfrica sin la gran emigración de Boers del Siglo XIX?
Y bueno, eso por no hablar de la gesta de gestas, la epopeya de epopeyas, la CONQUISTA ESPAÑOLA de América que definió el destino de todo un continente y nos legó la más bella, rica y completa de todas las lenguas romances EL ESPAÑOL, ese hermoso idioma que tristemente es usado por sus detractores para hablar en su contra. A lo largo de mi vida he escuchado a todos esos pestilentes indigenistas eructar sus traumas y complejos de pueblo derrotado, hablando siempre en español. El día que alguno de esos zánganos se pare frente a mí y suelte su perorata en nahuatl o en maya, ese día empezaré a respetarlos un poquito. Antes no. Si tanto odian a España, les pido de favor que no usen su idioma. No se los prestamos. Ándeles hijos de su derrotada y violada madre indígena, ahí tienen un chingo de dialectos en periodo de extinción que pueden rescatar. No sean flojos y apréndanlos. Yo por mi parte soy feliz con la lengua de Cervantes.
Restauradores de arte
Ciudades del Pasado
Imaginen por un momento el futuro de un restaurador de arte en Tijuana. ¿Tendría trabajo alguna vez en su vida? ¿Creen que alguien lo contrataría? ¿Tenemos por ventura un edificio histórico que restaurar? Carajo, si nuestro máximo símbolo urbano, la Torre de Agua Caliente, es incluso una réplica de la original.
En cambio, ser restaurador de arte puede ser muy buen negocio en Europa. El Viejo Continente entero es una gran obra de restauración. Caminen por Praga, caminen por Londres, caminen por Brujas, por París, por Viena. ¿Qué es lo que ven? Obras de restauración. Gente que cuida las piedras con manos de relojero o cirujano, mimando cada centímetro, cada molécula de cemento ancestral. ¿Cuánto invierten los ayuntamientos europeos en la restauración de sus ciudades? Las millonarias cantidades que Tijuana no invertirá en mucho tiempo, por la simple y sencilla razón de que no hay una Historia que cuidar. De la misma forma que Carolina y yo nunca hemos tenido que pagar una niñera ni contratar una guardería por la simple razón de que aún no tenemos niños, Tijuana no tiene que invertir en restauración, por la simple y sencilla razón de que no tiene Historia.
De la misma forma que hay ciudades, como Tijuana, que viven de su futuro y que carecen de una Historia que las ate, hay lugares cuyo único horizonte posible son sus tiempos pasados.
¿Qué ofrecen Guanajuato, Zacatecas, San Miguel de Allende? Lo único que pueden ofrecer es su Historia. Su rostro es su Historia. Su fuente de ingresos es su Historia. Su único futuro posible, es su pasado
Miren Real de 14. Un vergel minero, próspero en el Virreinato, que se transformó en un pueblo fantasma y hoy es un santuario de hippies peyoteros.
Caminas por las desoladas carreteras de Zacatecas. Te detienes de pronto en un pueblo y estás frente a una iglesia virreinal típicamente barroca que jamás podremos soñar en Tijuana. Sin embargo, el pueblo en cuestión es casi un fantasma. El grueso de su población yace arando las tierras de California y en sus casuchas solo quedan ancianos y solteronas. El único aliento de vida que le queda a ese pueblo, es su pasado.
Fuera de las mojoneras que marcan el cruce fronterizo, Tijuana carece de elementos materiales que nos remonten siquiera al Siglo XIX. Tijuana no es aún ni material ni socialmente presa de su Historia. Su Historia se está escribiendo en este momento.
Ciudades del Pasado
Imaginen por un momento el futuro de un restaurador de arte en Tijuana. ¿Tendría trabajo alguna vez en su vida? ¿Creen que alguien lo contrataría? ¿Tenemos por ventura un edificio histórico que restaurar? Carajo, si nuestro máximo símbolo urbano, la Torre de Agua Caliente, es incluso una réplica de la original.
En cambio, ser restaurador de arte puede ser muy buen negocio en Europa. El Viejo Continente entero es una gran obra de restauración. Caminen por Praga, caminen por Londres, caminen por Brujas, por París, por Viena. ¿Qué es lo que ven? Obras de restauración. Gente que cuida las piedras con manos de relojero o cirujano, mimando cada centímetro, cada molécula de cemento ancestral. ¿Cuánto invierten los ayuntamientos europeos en la restauración de sus ciudades? Las millonarias cantidades que Tijuana no invertirá en mucho tiempo, por la simple y sencilla razón de que no hay una Historia que cuidar. De la misma forma que Carolina y yo nunca hemos tenido que pagar una niñera ni contratar una guardería por la simple razón de que aún no tenemos niños, Tijuana no tiene que invertir en restauración, por la simple y sencilla razón de que no tiene Historia.
De la misma forma que hay ciudades, como Tijuana, que viven de su futuro y que carecen de una Historia que las ate, hay lugares cuyo único horizonte posible son sus tiempos pasados.
¿Qué ofrecen Guanajuato, Zacatecas, San Miguel de Allende? Lo único que pueden ofrecer es su Historia. Su rostro es su Historia. Su fuente de ingresos es su Historia. Su único futuro posible, es su pasado
Miren Real de 14. Un vergel minero, próspero en el Virreinato, que se transformó en un pueblo fantasma y hoy es un santuario de hippies peyoteros.
Caminas por las desoladas carreteras de Zacatecas. Te detienes de pronto en un pueblo y estás frente a una iglesia virreinal típicamente barroca que jamás podremos soñar en Tijuana. Sin embargo, el pueblo en cuestión es casi un fantasma. El grueso de su población yace arando las tierras de California y en sus casuchas solo quedan ancianos y solteronas. El único aliento de vida que le queda a ese pueblo, es su pasado.
Fuera de las mojoneras que marcan el cruce fronterizo, Tijuana carece de elementos materiales que nos remonten siquiera al Siglo XIX. Tijuana no es aún ni material ni socialmente presa de su Historia. Su Historia se está escribiendo en este momento.
Cambios económicos vs cambios políticos
La llegada de una planta del tamaño de la Toyota al píe del cerro del Gandul, puede transformar radicalmente el destino de toda una zona de la ciudad, lo mismo que la construcción de una obra vial del tamaño del Bulevar 2000. Que es una visión capitalista de las cosas, cierto, pero nuestra historia hoy más que nunca está supeditada a los grandes capitales.
Las ideologías políticas yacen engusanadas en un sepulcro y han pasado a chingar a su madre. Seamos realistas: Una fuerte inversión económica que llega o se va es capaz de transformar radicalmente el destino de un pueblo, cosa que no hace un cambio de partido político en el gobierno.
Tijuana cambia en forma mucho más dramática por los vaivenes de la Industria Maquiladora (que en 2002 se fue a China y a partir de 2004 comenzó su lento regreso) que por los vaivenes del PRI y el PAN.
Fuera de actos terroristas al estilo 11 de septiembre o desastres naturales como Katrina, es difícil que un factor no macroeconómico pueda condicionar la historia de un pueblo o transformar su vocación.
La llegada de una planta del tamaño de la Toyota al píe del cerro del Gandul, puede transformar radicalmente el destino de toda una zona de la ciudad, lo mismo que la construcción de una obra vial del tamaño del Bulevar 2000. Que es una visión capitalista de las cosas, cierto, pero nuestra historia hoy más que nunca está supeditada a los grandes capitales.
Las ideologías políticas yacen engusanadas en un sepulcro y han pasado a chingar a su madre. Seamos realistas: Una fuerte inversión económica que llega o se va es capaz de transformar radicalmente el destino de un pueblo, cosa que no hace un cambio de partido político en el gobierno.
Tijuana cambia en forma mucho más dramática por los vaivenes de la Industria Maquiladora (que en 2002 se fue a China y a partir de 2004 comenzó su lento regreso) que por los vaivenes del PRI y el PAN.
Fuera de actos terroristas al estilo 11 de septiembre o desastres naturales como Katrina, es difícil que un factor no macroeconómico pueda condicionar la historia de un pueblo o transformar su vocación.
Tuesday, September 06, 2005
Tijuana es una ciudad joven. Una adolescente en plena pubertad.
Si atendemos a la fecha oficial de su fundación, es decir el año de 1889 (que les guste o no es la fecha oficial), Tijuana tiene en este momento la edad que tenía Monterrey en el año 1712 y la edad que tenía Veracruz en el año 1635.
Si tomamos en cuenta la fundación de Tenochtitlán, que se supone fue 1325 cuando las huestes de Tenoch y Acamapichtli llegaron al lago de Azcapotzalco, la capital de Imperio Azteca tenía la edad de Tijuana en 1441. Pero eurocentrista como soy, considero que la verdadera fecha de fundación de la Ciudad de México es el 13 de agosto de1521 fecha en que las gloriosas y heroicas huestes de Don Hernán Cortés y Don Pedro de Alvarado tomaron la ciudad luego de capturar al emperador Cuauhtémoc cuando intentaba escapar en una barca por el lago. Tomando en cuenta dicha fecha, Chilangolandia tenía la edad de nuestra Tijuana en 1637.
Si partimos como base de la edad promedio de las principales ciudades mexicanas, se puede afirmar que Tijuana es una ciudad en plena adolescencia, diría en pubertad. Es simplemente una morrita. Por si fuera poco, su verdadera explosión demográfica se dio a partir de la segunda mitad del Siglo pasado y realmente mete el acelerador a partir de 1980.
Hace casi un año, el 31 de octubre de 2004, publiqué en Frontera un trabajo basado en un estudio del Colef donde se estima que en 2020, San Diego y Tijuana habrán empatado en número de pobladores.
Lo increíble, es que hace 100 años, la población de San Diego era 18 veces más grande que la de Tijuana. En el año 1900, había en San Diego más de 18 mil habitantes y en Tijuana apenas unos mil.
El estudio del Colef concluye que de acuerdo con la tendencia mostrada, en la que Tijuana ha duplicado y en ocasiones hasta quintuplicado la tasa anual de crecimiento de San Diego, todo hace indicar que en 15 años tendrán la misma población.Para el año 2020, según el estudio, Tijuana tendrá 3 millones 822 mil 122 habitantes lo que significa un crecimiento 2.5 millones de habitantes más de los que tiene en la actualidad.El condado de San Diego tendrá una población de 3 millones 853 mil 300 habitantes, que significan apenas 900 mil habitantes más de lo que tiene en estos días. Según el estudio, en el 2020 habrá entre Tijuana y San Diego 7 millones 675 mil habitantes en toda la región, casi el doble de los que hay hoy en día.
Nomás para que se de una idea, en 1990, la población de Tijuana era de aproximadamente 747 mil personas, pero diez años después, en el año 2000, había llegado a 1 millón 309 mil habitantes.
Es decir, en 15 añitos la población se casi duplicó. Háganse una idea de lo que eso significa. Toda esa cantidad de gente, más de medio millón de almas, no estaban aquí en 1989. Yo me cuento entre esos cientos de miles de personas. Llegué a Tijuana en 1999. Así como yo, conozco personalmente a más de 150 personas, por dar una cifra conservadora, que llegaron en los últimos cinco años. Y conste que las cifras oficiales de Inegi siempre son conservadoras. En Tijuana hay varias decenas de miles de tipos que constituyen eso que llaman población flotante. Están aquí por mientras, aunque su sala de espera se puede alargar a varios años.
Imagínense: En los próximos 15 años habrá en Tijuana 2.5 millones de tipos que en este momento no están en nuestras calles. 2.5 millones que respirarán este aire, demandarán servicios, pavimento, empleo, diversiones, pisto, amor y un pedacito de tierra para ser enterrado.
Ante semejante panorama social, me parece por demás absurdo que alguien pierda tiempo en tratar de definir la mística, el espíritu o la esencia de lo que es verdaderamente tijuanense. ¿Qué carajos puede ser lo auténticamente tijuanense? Por favor, hay un chingo de Tijuanas, todas igualmente auténticas. En esta ciudad sería estúpido tratar de pintar raya y definir lo que es o no es auténtico.
Que si los foráneos no comprendemos la esencia de esta ciudad, que si las nuevas generaciones tienen otra visión, que sólo aquel que creció en las calles de la Libertad y la Altamira y conoció Cartolandia y el río sin pavimento sabe lo que es esto y bla, bla, bla. This is Bullshit. Exabruptos de nostálgicos.
Seamos realistas: Eso que llaman historia de Tijuana son apenas unas cuantas anécdotas. La Historia con mayúsculas, es aquella que define o condiciona el presente de una sociedad como los cimientos sostienen una casa. Tijuana no es una ciudad marcada ni condicionada por su historia. Su Historia se está escribiendo.
Tijuana vive de unos cuantos mitos que no la condicionan ni la definen. Con o sin la invasión filibustera de 1911, (lo único más o menos parecido a una gesta heroica en el anecdotario tijuanense) Tijuana sería hoy la Tijuana que es. Igualita. Bueno, tal vez le faltaría el monumento que está frente al Toreo. Tampoco se definió la esencia de Tijuana por Juan Soldado. Sí la define y la condiciona en cierta manera su leyenda negra. Aunque las noches románticas del Casino Agua Caliente tienen que ver más con la añoranza por una mística de glamour, Tijuana no sería concebible sin sus historias de putería y alcohol. En algún momento, el turismo desenfrenado constituyó casi su razón de ser y el soporte absoluto de su economía. Hoy en día los ingresos que dejan los miles de turistas que vienen atraídos por nuestra vida nocturna siguen siendo significativos, aunque no son ya ni por mucho la principal fuente de ingresos de la ciudad.
No se cuál será el espíritu o la mística de los dos y medio millones de habitantes que vendrán a vivir aquí en los próximos años. No se si algún día llegarán a autoproclamarse tijuanenses, pero lo cierto es que beberán agua de la Presa y quieran o no, se quedarán en esta ciudad.
Al cruzar la carretera libre Tijuana-Rosarito, contemplo desde la colina la colonia Santa Fe. Son más de 20 mil casas. Ni una de ellas existía hace cuatro años. Hace poco, Carolina me hizo ver algo muy cierto: En unos ocho o diez años, cuando todos esos tepescuinclitos sean adolescentes, Sana Fe será una bomba de tiempo social. Decenas de miles de hogares de parejas jóvenes de la clase media baja, cuyos hijos tienen menos de cinco años de edad en este momento, serán, por pura ley de la probabilidad una incubadora de vándalos y maleantes. Algo así como el Infonavit Presidentes o la Ciudad de Dios de Brasil. Pero en fin, eso no es el punto. Santa Fe es solo una muestra de cómo crece Tijuana. Por la naturaleza de mi trabajo, me ha tocado estar en los hoy desiertos parajes de lo que será la Tijuana del 2020. Les aseguro que muchos de los auténticos tijuanenses, habitantes de La Cacho y la Libertad aún no cruzan por el puente de la Presa ni recorren el Bulevar 2000 o el Valle de las Palmas. Eso que llaman el Centro de Tijuana hace mucho que dejó de ser su Centro geográfico. Todo lo que fue la Tijuana de 1950 será parte del Extremo Oeste de la ciudad. Los nuevos polos de desarrollo estarán en Valle Redondo, Valle de las Palmas, la Tercera Garita de Otay. Surgirán miles de hogares obreros cerca de la planta de Toyota, decenas de centros comerciales en los alrededores del Bulevar 2000. Tijuana, Tecate y Rosarito serán una misma mancha urbana La Tijuana del 2020 apenas tendrá algo que ver con la que vemos este día. Por eso me parece absurdo que tratemos de encerrar a Tijuana en el calabozo de una definición de lo que es y no es tijuanense. Por favor, sería tanto como exigirle a un puberto de 12 años de edad que defina su profesión, elija a su mujer y concrete su misión en la vida cuando apenas está aprendiendo a masturbarse.
Si atendemos a la fecha oficial de su fundación, es decir el año de 1889 (que les guste o no es la fecha oficial), Tijuana tiene en este momento la edad que tenía Monterrey en el año 1712 y la edad que tenía Veracruz en el año 1635.
Si tomamos en cuenta la fundación de Tenochtitlán, que se supone fue 1325 cuando las huestes de Tenoch y Acamapichtli llegaron al lago de Azcapotzalco, la capital de Imperio Azteca tenía la edad de Tijuana en 1441. Pero eurocentrista como soy, considero que la verdadera fecha de fundación de la Ciudad de México es el 13 de agosto de1521 fecha en que las gloriosas y heroicas huestes de Don Hernán Cortés y Don Pedro de Alvarado tomaron la ciudad luego de capturar al emperador Cuauhtémoc cuando intentaba escapar en una barca por el lago. Tomando en cuenta dicha fecha, Chilangolandia tenía la edad de nuestra Tijuana en 1637.
Si partimos como base de la edad promedio de las principales ciudades mexicanas, se puede afirmar que Tijuana es una ciudad en plena adolescencia, diría en pubertad. Es simplemente una morrita. Por si fuera poco, su verdadera explosión demográfica se dio a partir de la segunda mitad del Siglo pasado y realmente mete el acelerador a partir de 1980.
Hace casi un año, el 31 de octubre de 2004, publiqué en Frontera un trabajo basado en un estudio del Colef donde se estima que en 2020, San Diego y Tijuana habrán empatado en número de pobladores.
Lo increíble, es que hace 100 años, la población de San Diego era 18 veces más grande que la de Tijuana. En el año 1900, había en San Diego más de 18 mil habitantes y en Tijuana apenas unos mil.
El estudio del Colef concluye que de acuerdo con la tendencia mostrada, en la que Tijuana ha duplicado y en ocasiones hasta quintuplicado la tasa anual de crecimiento de San Diego, todo hace indicar que en 15 años tendrán la misma población.Para el año 2020, según el estudio, Tijuana tendrá 3 millones 822 mil 122 habitantes lo que significa un crecimiento 2.5 millones de habitantes más de los que tiene en la actualidad.El condado de San Diego tendrá una población de 3 millones 853 mil 300 habitantes, que significan apenas 900 mil habitantes más de lo que tiene en estos días. Según el estudio, en el 2020 habrá entre Tijuana y San Diego 7 millones 675 mil habitantes en toda la región, casi el doble de los que hay hoy en día.
Nomás para que se de una idea, en 1990, la población de Tijuana era de aproximadamente 747 mil personas, pero diez años después, en el año 2000, había llegado a 1 millón 309 mil habitantes.
Es decir, en 15 añitos la población se casi duplicó. Háganse una idea de lo que eso significa. Toda esa cantidad de gente, más de medio millón de almas, no estaban aquí en 1989. Yo me cuento entre esos cientos de miles de personas. Llegué a Tijuana en 1999. Así como yo, conozco personalmente a más de 150 personas, por dar una cifra conservadora, que llegaron en los últimos cinco años. Y conste que las cifras oficiales de Inegi siempre son conservadoras. En Tijuana hay varias decenas de miles de tipos que constituyen eso que llaman población flotante. Están aquí por mientras, aunque su sala de espera se puede alargar a varios años.
Imagínense: En los próximos 15 años habrá en Tijuana 2.5 millones de tipos que en este momento no están en nuestras calles. 2.5 millones que respirarán este aire, demandarán servicios, pavimento, empleo, diversiones, pisto, amor y un pedacito de tierra para ser enterrado.
Ante semejante panorama social, me parece por demás absurdo que alguien pierda tiempo en tratar de definir la mística, el espíritu o la esencia de lo que es verdaderamente tijuanense. ¿Qué carajos puede ser lo auténticamente tijuanense? Por favor, hay un chingo de Tijuanas, todas igualmente auténticas. En esta ciudad sería estúpido tratar de pintar raya y definir lo que es o no es auténtico.
Que si los foráneos no comprendemos la esencia de esta ciudad, que si las nuevas generaciones tienen otra visión, que sólo aquel que creció en las calles de la Libertad y la Altamira y conoció Cartolandia y el río sin pavimento sabe lo que es esto y bla, bla, bla. This is Bullshit. Exabruptos de nostálgicos.
Seamos realistas: Eso que llaman historia de Tijuana son apenas unas cuantas anécdotas. La Historia con mayúsculas, es aquella que define o condiciona el presente de una sociedad como los cimientos sostienen una casa. Tijuana no es una ciudad marcada ni condicionada por su historia. Su Historia se está escribiendo.
Tijuana vive de unos cuantos mitos que no la condicionan ni la definen. Con o sin la invasión filibustera de 1911, (lo único más o menos parecido a una gesta heroica en el anecdotario tijuanense) Tijuana sería hoy la Tijuana que es. Igualita. Bueno, tal vez le faltaría el monumento que está frente al Toreo. Tampoco se definió la esencia de Tijuana por Juan Soldado. Sí la define y la condiciona en cierta manera su leyenda negra. Aunque las noches románticas del Casino Agua Caliente tienen que ver más con la añoranza por una mística de glamour, Tijuana no sería concebible sin sus historias de putería y alcohol. En algún momento, el turismo desenfrenado constituyó casi su razón de ser y el soporte absoluto de su economía. Hoy en día los ingresos que dejan los miles de turistas que vienen atraídos por nuestra vida nocturna siguen siendo significativos, aunque no son ya ni por mucho la principal fuente de ingresos de la ciudad.
No se cuál será el espíritu o la mística de los dos y medio millones de habitantes que vendrán a vivir aquí en los próximos años. No se si algún día llegarán a autoproclamarse tijuanenses, pero lo cierto es que beberán agua de la Presa y quieran o no, se quedarán en esta ciudad.
Al cruzar la carretera libre Tijuana-Rosarito, contemplo desde la colina la colonia Santa Fe. Son más de 20 mil casas. Ni una de ellas existía hace cuatro años. Hace poco, Carolina me hizo ver algo muy cierto: En unos ocho o diez años, cuando todos esos tepescuinclitos sean adolescentes, Sana Fe será una bomba de tiempo social. Decenas de miles de hogares de parejas jóvenes de la clase media baja, cuyos hijos tienen menos de cinco años de edad en este momento, serán, por pura ley de la probabilidad una incubadora de vándalos y maleantes. Algo así como el Infonavit Presidentes o la Ciudad de Dios de Brasil. Pero en fin, eso no es el punto. Santa Fe es solo una muestra de cómo crece Tijuana. Por la naturaleza de mi trabajo, me ha tocado estar en los hoy desiertos parajes de lo que será la Tijuana del 2020. Les aseguro que muchos de los auténticos tijuanenses, habitantes de La Cacho y la Libertad aún no cruzan por el puente de la Presa ni recorren el Bulevar 2000 o el Valle de las Palmas. Eso que llaman el Centro de Tijuana hace mucho que dejó de ser su Centro geográfico. Todo lo que fue la Tijuana de 1950 será parte del Extremo Oeste de la ciudad. Los nuevos polos de desarrollo estarán en Valle Redondo, Valle de las Palmas, la Tercera Garita de Otay. Surgirán miles de hogares obreros cerca de la planta de Toyota, decenas de centros comerciales en los alrededores del Bulevar 2000. Tijuana, Tecate y Rosarito serán una misma mancha urbana La Tijuana del 2020 apenas tendrá algo que ver con la que vemos este día. Por eso me parece absurdo que tratemos de encerrar a Tijuana en el calabozo de una definición de lo que es y no es tijuanense. Por favor, sería tanto como exigirle a un puberto de 12 años de edad que defina su profesión, elija a su mujer y concrete su misión en la vida cuando apenas está aprendiendo a masturbarse.