Fuck luismi
Si de gustos musicales hablamos, desde pequeño he vivido inmerso en una
suerte de autismo metalero. Lo que está fuera de las fronteras del rock duro
simplemente no existe para mí. Claro, mis fronteras son amplísimas y aunque lo
mío es el Heavy Metal más puro y ortodoxo, soy aficionado de muchos géneros que
van del Rock and Roll Clásico, el Hard Rock
y el Progre, hasta el Death Metal, el Black Metal o el Punk Hard Core o el Rock
Radikal Vasco. Vaya, aunque mi mero mole es Iron Maiden, Motorhead o Black
Sabbath, muy a menudo voy por la carretera Escénica pisando el acelerador a
fondo con un disco de los Rolling Stones
a todo volumen, pero también puedo ir
con uno de Carcass o Eskorbuto. Soy tan feliz con virtuosos como Rush y Dream
Theatre que con atascados como Venom o Mayhem (con un paréntesis aparte para el Rock
Argentino que siempre ha sido mi perdición).
Lo confieso: difícilmente compraría por mi iniciativa un disco o un boleto
para un concierto que no sea de rock, pero eso no significa que sea intolerante
a otros géneros. De hecho, si estoy en una carne asada o me estoy tomando unas
cervezas contigo y me pones vallenatos colombianos o tangos argentinos puedo
ser inmensamente feliz. Puedo ponerme alegre
a cantar si me pones Tigres del Norte o Bronco, pero también si me pones José
José o Juan Gabriel y por supuesto José Alfredo Jiménez, que me encanta. Hay muchísima
música que no es rock que disfruto honestamente y me emociona.
El problema es que también hay toneladas de música que me resulta
absolutamente despreciable, aborrecible
y bajo ninguna circunstancia tolero escuchar. Quizá la obviedad sea el
reguetón, que ni haciendo acopio de tolerancia puedo soportar. Es como un
sonsonete molesto y cagante que tus oídos exigen apagar de inmediato. De hecho,
si tengo que elegir, creo que me es mucho más llevadero escuchar corridos tumbados que
reguetón (los corridos no me molestan, para ser honesto).
Pero claro, la música aborrecible no acaba ahí. Hay toneladas de popcitos
insulsos y romanticoides que te toman por asalto en cualquier centro comercial
o sala de espera. Me puse entonces a pensar cuál sería el top de lo
despreciable musicalmente hablando. Así
como Iron Maiden, Motorhead y Slayer están en mi top de favoritos, hay un top
de sonidos que bajo ninguna circunstancia puedo soportar.
Estoy a punto de decir que el primer lugar de lo despreciable lo ocupa el
reguetón, pero no. El primerísimo lugar de lo que me da más asco en cualquier
género musical se llama luis miguel. La
razón es sencilla: el reguetón llevo unos diez años padeciéndolo, pero a luis
miguel lo tengo que padecer desde que era niño. Creo que desde 1986 a la fecha
que sus bodrios da canciones me salen al paso a cada momento, así que por
derechos de antigüedad se lleva el título a lo más pestilente. De ahí que me
resulte inconcebible ver actualmente a tantísimas personas en lista de espera y pagando
miles de pesos para ver a esa basura. Queda claro que el mundo y yo no nos
entendemos. Lo que para algunos vale miles de pesos para mí es un pedazo de
mierda.
Obvia decir que yo no pagaría medio centavo por ver esa porquería, pero
incluso si me regalaras unos boletos vip los despreciaría. Es más, no iría a
ver ese bodrio ni aunque me pagaras por hacerlo. Ante mí, luis miguel encarna una de las manifestaciones
más despreciables y odiosas de la mexicanidad contemporánea: cursi, ñoño, pedante, romanticoide, clasista, mamón,
carente de la más mínima gracia o chispa. Ni compone ni toca instrumentos y
simplemente se limita a desgraciar baladas que ya de por sí son cursis.
Pero claro, aún en la mierda hay categorías. Cuando crees que has tocado
fondo, siempre hay un escalón más abajo. Y es que lo único que pude ser peor a
luis miguel es… ¡luis miguel cantando villancicos!!! Eso sí ya raya en la tortura.
Creo que me es más tolerable masticar una cucaracha embarrada con caca que oír eso.