Eterno Retorno

Saturday, June 03, 2006

Hoy Dios no está aquí ni estará


Hay mucho de ridículo cuando tienes una faringitis infernal en pleno junio. Vaya, digamos que en diciembre y enero, sepultado bajo las cobijas y el calentador, el papel principal de la faringitis como actriz de reparto tiene un poco de sentido, pero cuando el sol brilla y lo que se antojan son unas chelitas en el malecón, esta mierda de ardor en mi garganta está en espantoso off side. Lo peor es que el juez de línea no se ha dado cuenta. Ni el aderogil, ni los redoxones ni los mil y un vasos de tequila Herradura o las toneladas de limón han sido capaces de redimirme.

El eterno retorno a la cancha

El pasado martes regresé a las canchas. Después de no se cuántos años volví a jugar un partido de futbol completo. Digo, me refiero a un partido con árbitro, rival y cédula. A gritos, sombrerazos y como pudimos, armamos un equipo de la Redacción para jugar un torneo interno de cinco equipos. El rival fueron los vagos cancheros de Producción. Cómo nos fue? Pues perdimos 3 a 1. Cómo jugué? Pues supongo que pésimo, como toda la vida y sin embargo estoy contentísimo y saben por qué? Porque puede correr todo el partido sin cansarme, repartir leña como es mi sana costumbre y pelear a sangre y fuego por la pelota. Cuatro meses de ejercicio han rendido frutos. Buen futbolista nunca he sido, pero por lo menos recuperé mi condición física. El lunes jugamos el segundo partido y ahora sí vamos por la victoria. Hagan sus apuestas.

Lila Downs apesta

Hay noches o días en que simplemente no conectas. Pones de tu parte, tratas de mentalizarte para pasartela bien, pero nomás no puedes. Cuando la música imperante no me gusta no hay poder humano capaz de ponerme en órbita. Exhortados y animados por una amiga de Carol, fuimos anoche a ver el concierto de Lila Downs en el Jai Alai. Ni Carol ni yo la habáimos escuchado nunca y en honor a la verdad no sabíamos qué esperar. Resumen: Aguantamos sólo 40 minutos de Lila Downs y creo que fue muchísimo. Nos salimos al carajo a las cinco canciones. Me cuesta trabajo creer que quepa tanto patetismo en un recital musical. De entrada, el sonido del Jai Alai es un pedazo de mierda. La vieja grabadora de tu abuela que a medias sintoniza el radio en AM cuando te bañas suena mejor. Luego el ambiente, totalmente anti yo. Pura tipeja vestida de india oaxaqueña con complejo de fridas khalos fronterizas y bastardetes pro zapatistas, prototípicos clientes del lugar del nopal (aclaro que nunca en mi vida he ido al lugar del nopal, pero imagino su clientela sin verla) La música de la tipa esa, una pocha ridícula vestida de piñata, es de hueva total. Un amasijo malogrado de posmoderna mexicanidad tratando de hacer simpáticas versiones de José Alfredo, Cuco Sánchez y la Cucaracha. Y miren que soy amante de la música mexicana señores y reto a cualquiera de los asistentes a ese concierto a que se sepa más corridos revolucionarios y más canciones de José Alfredo que yo. Pero para hacer versiones de José Alfredo y brindar con mezcal nadie como mi Chavela Vargas. Ella y sólo ella es la reina de la cantina y todo lo demás suena a refrito chatarrero como esa Lila que me dejó totalmente down con su mierda de espectáculo. Al final, acabamos en el Sanborns de la Ocho bebiendo tequila y escuchando a un triste trovador que versionaba a Sandro y Alberto Cortés y que en cualquier caso resultó bastante menos patético que esa Frida chicanoide pretenciosa. Supongo que su público de indias marías blancas con maestría en sociología en UCSD, visa laser y camiseta del Che comprada en Fashion Valley se la han de haber pasado bien desde sus palcos VIP de 400 pesos, encargando bebidas al mesero mientras hacen la revolución y exigen justicia por las Muertas de Juárez. Por cierto que las únicas indias reales que vi anoche no estaban adentro del Jai Alai en los palcos VIP, ni en el escenario vestidas de piñatas, sino afuera, en la Calle Revolución, con sus tepescuincles en la espalda, pidiéndole limosna a esa tropa de freaks izquierdosos prehispanoides que hacían fila para entrar al concierto. La mejor noticia y él único consuelo es que el próximo mes tocan Slayer y Children of Bodom en San Diego y que los blackmetaleros austriacos de Belphegor se darán su rol por Tijuana el próximo 23 de junio.


Pasos de Gutenberg
Abril rojo
Santiago Roncagliolo
Alfaguara

Por Daniel Salinas Basave

Debo empezar por confesarlo y admitirlo: le tengo cierto prejuicio a las novelas premiadas de Alfaguara. Tiendo a priori a imaginarlas convencionales y complacientes con el lector, como si fueran la canción pop de moda que suena en la radio. Luego, cuando es mucha la gente que empieza a recomendarme un libro, inmediatamente desconfío. En estos casos sucede una de dos: o es un señor librazo o estamos ante un caso irredimible de literatura chatarra. Hace una semana, en la Feria del Libro de Tijuana, fueron tres las personas que en un mismo día me recomendaron leer Abril rojo de Santiago Roncagliolo. Parado frente al puesto de Grupo Santillana, trataba de decidir mi compra del día jugando un volado entre dos autores peruanos. Uno consagrado que se llama Mario Vargas Llosa con sus Travesuras de la niña mala y otro bastante más joven, llamado Santiago Roncagliolo, recién premiado por Alfaguara. Fue Benito Taibo quien ayudó a que mi volado acabara por caer a favor del segundo.
¿Por qué me gustó tanto Abril rojo? ¿Por qué lo leí con semejante premura? Visto con un poco de frialdad es como una novela que ya he leído muchas veces antes. Tenemos que hay un héroe con sangre de antihéroe, un rompecabezas detectivesco convencional, varios cuadros típicos de thriller y por supuesto, no podía faltar, su dosis melcochona de romance. Vaya, como que alguna vez ya he leído algo parecido y sin embargo la conclusión es que el libro me gustó y muchísimo.
El pilar que sostiene la narración es un señor personajazo de esos que aseguran antología: Félix Chalcatana Saldívar, fiscal distrital de Ayacucho Perú. Este Chalcatana es pariente cercano del Pereira que sostiene Tabbuchi o del Don José de Todos los nombres de Saramago. Es el héroe apocado, tímido y ninguneado, sin atributo ni gracia alguna que empieza por acaudillar su propia rebelión interna para después enfrentar toda una red de complicidades criminales. Por alguna razón uno siempre acaba por tomarle cariño a estos personajes. Si usted se enamoró del Pereira de Tabbuchi, Félix Chalcatana le hará las delicias. Tal vez lo más latinoamericano del asunto es que pese a ser una novela que narra horrores y atrocidades que por desgracia fueron tristemente reales, Abril rojo es capaz de arrancar varias carcajadas. El sentido del humor de Roncagliolo a la hora de describir los laberintos burocráticos del sistema judicial y transcribir los informes policiales es delicioso. Cualquier parecido de esta burocracia inca con la mexicana realidad, es latinoamericana coincidencia. Sí, uno puede reirse bastante con Abril rojo y no por ello olvida que el libro nos narra la trágica historia reciente del pueblo peruano, desangrado por el terrorismo de Sendero Luminoso y ahogado en los corruptos pantanos del régimen de Fujimori.
Un informe policial salpicado de incoherencias y pleonasmos narrando el hallazgo de un cadáver chamuscado al que le han mutilado un brazo, abre el museo de los horrores por el que paseará el fiscal Chalcatana, ratón codiguero de sótano ministerial que de pronto se transforma en el involuntario detective que en plena Semana Santa debe resolver los acertijos planteados por un auténtico infierno en tierra peruana.

Thursday, June 01, 2006

Deseos mundialistas

En el Mundial tengo muy claros mis deseos y mis favoritos. Mi primer deseo es que no lo gane Brasil. Ya con eso puedo darme por satisfecho. Mi otro deseo es que lo gane Argentina. ¿He sido claro?

Bueno, si lo gana República Checa, Inglaterra, Holanda o Alemania misma, también me pondría muy contento. Incluso si se lo lleva un africano para meterle un poco de variedad.

Viene la pregunta obligada ¿Qué tengo en contra de Brasil? Como país nada. Al contrario. Una nación que ama el futbol y la música, en donde el heavy metal es más fuerte que en ninguna otra parte de América, necesariamente debe ser una nación con la que me siento identificado. Todos los brasileños que he conocido son gente de lo mejor. Agradables, finos, divertidos e ingeniosos y por si fuera poco bastante cultos. Brasil es un país excepcional, pero a su selección le deseo la derrota. En terrenos futbolísticos los quiero ver perder. Me molesta que sean los favoritos indiscutibles, los consentidos de la FIFA, los queridos por la borregada.

Yo me inicié en la religión del futbol en el Mundial 86. Crecí con Argentina y Maradona y por lo tanto soy de la albiceleste a morir. Si hay algo que puede hacerme casi tan feliz como ver a Tigres ganarle a las pestilentes rayas, es ver a Argentina derrotar a Brasil. Siempre me he identificado con los argentinos y en todos los mundiales les brindo mi apoyo. Sí, a los que acusan de pedantes, de insufribles, de tramposos y cocainómanos. Ese es mi equipo señores, al que la FIFA siempre castigado con los grupos más difíciles y arbitrajes puercos. Yo no estoy con los simpáticos negritos de la verdeamarella a los que siempre les tocan grupos a modo, con selecciones de pacotilla para asegurarles que llegan sin sudar y sin despeinarse hasta cuartos de final. Yo estoy con Argentina y me la rifo a muerte con la albiceleste.


Brasileño brasileño, hay que triste que te ves
Maradona es más grande, es más grande que Pelé

El otro equipo al que le tengo prendida mi velita es a República Checa, país cuya gente y cerveza me enamoraron en el otoño de 2004. Inglaterra y Holanda siempre tendrán mi apoyo, lo mismo que Uruguay, pero ahora los charrúas no están. Ojo con Ucrania también. De México ya mejor ni hablo. Le tengo mucho cariño porque es el país donde nací y vivo, pero al Dios futbol tampoco le pido imposibles.

Auster

A diferencia de lo que me sucede con el futbol, donde mi memoria te puede recetar al instante campeones, subcampeones, finales y marcadores de cuánto torneo me pregunten, en cuestión literaria soy un ignorante en lo que se refiere al palmarés de los grandes escritores. Amo la literatura tanto como el futbol, pero los galardones en letras entran a esa zona de mi mente que está hecha de teflón y por alguna razón los olvido con facilidad. Me se sólo unos cuantos premios Nóbel y desconozco quiénes se ganan el Príncipe de Asturias o el Planeta o el Juan Rulfo y en honor a la verdad me vale madre. Las más de las veces quien gana el Nóbel suele ser un tipo que ni conozco ni me influye en lo más mínimo. Salvo los casos de Saramago y Grass, los galardonados de los últimos 10 años son tipos que me resultan indiferentes. Tal vez Coetzee y Naipul se salven, pero al actual ni lo conozco, tan es así que he olvidado su nombre.
Pues bien, ayer por primera vez en muchos años he leído que un escritor de esos que tengo en mi altarcito y cuyos libros me llevaría a las Islas Coronado cuando me exilien, se ha ganado un premiecito: Paul Auster se ha ganado el Príncipe de Asturias. Ya de dicho más de una vez que me considero austeradicto. Hasta ahora no hay un libro de este señor que me haya dejado indiferente. Me cuesta trabajo creer que Auster sea gringo y aunque mucha de sus novelas se desarrollen en Nueva York y él jamás reniegue de su gringüez, las más de las veces me parece más europeo que Proust. Algo así como una mezcla entre francés de vanguardia con europeo del Este.

Ponte la verde

No se trata de hacer olas ni de contagiar un pesimismo alarmista, pero se me hace que a Irán no vamos a ganarle. Algo me dice que el domingo 11 de junio no habrá festejos en México. Ese 5-2 de los persas contra Bosnia es para ponerse a pensar. Es un amistoso, sí, pero meterle cinco a un equipo balcánico no son enchiladas. Nomás para que se den una idea, Bosnia empató dos veces contra España en la eliminatoria. Y luego el hocico tan grande de mi amigo Lavolpe enturbiando el ambiente. Esto ya no me huele nada bien. Nunca he sido antilavolpista, pero esto empieza a saberme mal y mis pronósticos son funestos. Ojalá me equivoque como suelo equivocarme tan a menudo en pronósticos de futbol pero esto empieza a apestar a Argentina 78. Del juego contra Holanda lo más bonito fue la camiseta que sacaron los holandeses, blanca con la bandera como franja. Precioso jersey. Del segundo tiempo de los mexicanos mejor ni hablar, ni de las que nos perdonaron los delanteros holandeses. Pudo ser 4-1 sin despeinarse demasiado. Y faltan sólo nueve días para enfrentarnos contra la armada de Persia.

Sunday, May 28, 2006

Mago de Oz en Tijuana

Por Daniel Salinas Basave

La voz dormida despertó y se transformó en una auténtica fiesta pagana, un aquelarre de sábado nocturno celebrado por más de 4 mil tijuanenses que bailaron la danza del fuego al compás que les tocó Mago de Oz.
Nueve músicos derrochando virtuosismo sobre un escenario a lo largo de casi tres horas de concierto volvieron loco a un público donde lo mismo había niños de diez años, jovencitas quinceañeras y veteranos rockeros.
Luego de deambular casi dos meses a lo largo de todo el país con actuaciones históricas como la de Plaza México ante un lleno de 30 mil personas, Mago de Oz se despidió de la República Mexicana precisamente en Tijuana, ciudad que visitaron por vez primera la noche del sábado.
Al filo del medio día, cuando faltaban aún siete horas para el concierto, ya podía verse a más de 50 jóvenes en la puerta del Auditorio Fausto Gutiérrez esperando a que las puertas se abrieran para alcanzar un lugar lo más cerca del escenario.
Pasadas las 18:00 había ya una larga fila que con el paso de los minutos acabó por darle una vuelta completa a la cuadra.
Las extremas medidas de seguridad hicieron lento el ingreso al recinto mientras algunos jóvenes empezaban a impacientarse amontonados ante la puerta.
Finalmente, pasadas las 20:00, el Auditorio estaba casi a reventar y la euforia a flor de piel, pues con las luces aún encendidas y el Back in Black de AC DC sonando en las bocinas, los jóvenes ya empezaban a bailar y arrojarse en conatos de slam.
Por ello, cuando las luces se apagaron, no hubo quien pudiera contener la locura mientras en la oscuridad sonaba la clásica obertura Volaverunt Opus 666.
Trás los tambores apareció la figura de Txus, baterista y líder del grupo portando una bandera de México.
Fue entonces cuando ataviados con gabardinas de cuero los ocho músicos restantes saltaron al escenario interpretando La voz dormida. Tres guitarras, un violín, una flauta travesera, un bajo y un teclado hicieron las delicias de la concurrencia, aunque las fallas sónicas jugaron algunos malos tragos que no pasaron desapercibidos.
Por desgracia los tijuanenses no pudieron ver la escenografía completa que utiliza el grupo con una enorme catedral gótica y un juego de luces, pues la infraestructura del lugar no hace posible el complicado montaje, sin embargo, con todo y su austero escenario desnudo los magos dejaron el alma en su actuación.
Sin mayores preámbulos ni saludos, la banda continuó con Satania y sólo hasta el final de esta canción José Andrea, cantante del grupo, saludó a Tijuana para dar paso al clásico Jesús de Chamberí, uno de los temas más viejos del Mago.
En la cuarta canción, José anunció una muy mala noticia: Patricia Tapia, su vocalista femenina, estaba enferma y había tenido que regresar a Madrid, por lo que los tijuanenses se privarían de escuchar en vivo su bellísima voz , que se extrañó mucho en el Poema de la lluvia triste que no sonó igual sin ella.
José invitó a la concurrencia a celebrar un Aquelarre irrumpió oscuro y contundente para dar paso al primer momento de máxima euforia de la noche cuando el Mago descargó Fiesta pagana, tema que puso a todos a bailar enloquecidos.
Carlos Prieto Mohamed ponía a todos a danzar con su violín en tanto que Frank, Carlitos y Jorge Salán desparramaban virtuosismo guitarrero y Fernando Ponce ponía el toque armónico con su flauta.
Cuerpos nadaban entre decenas de brazos e incluso hubo un joven que surfeando sobre una tabla sostenida por el público logró llegar hasta el escenario para hacer confesar al cantante que nunca en su vida había visto a alguien llegar de esa forma hasta ellos.
Con ?La costa del silencio? bajó un poco la temperatura pero Hasta que el cuerpo aguante sonó como el título perfecto para definir la noche que volvió a calentarse con Diabulus in Música, La Danza del fuego y La rosa de los vientos.
Claro que hubo también espacios románticos como fue la interpretación de Desde mi cielo, una buena dosis hardrockera con Hazme un sitio entre tu piel y una demostración de virtuosismo flamenco al puro estilo de Paco de Lucía con El príncipe de la dulce pena.
A la hora de los solos los magos demostraron que con guitarras se puede interpretar lo mismo a Mozart que a Blackmoore, mientras que Txus, en su calidad de líder del grupo, no dejó pasar la oportunidad de heredarle un rato los tambores a Joaquín el Niño Arellano, su baterista invitado para bajar a cantar, aunque a decir verdad la cantada no es lo de Txus.
Hubo también espacio para el momento lúdico que arrancó varias carcajadas cuando un muñeco que representa a un pene gigante se puso a bailar sobre el escenario mientras la gente brindaba y bailaba con La posada de los muertos.
El gran detalle de la noche llegó al momento de rematar la velada con la eufórica y mil veces solicitada Molinos de viento misma que fue interpretada por toda la banda vistiendo trajes de mariachis mientras la concurrencia bailaba frenética y se arrojaba sobre el escenario como el Quijote atacando gigantes imaginarios. Habían trasncurrido casi tres horas de concierto y aunque eran muchos los que exigían La cantata del Diablo, la opera rock de más de 21 minutos de duración, era tiempo de regresar a casa en tanto que Mago de Oz decía adiós a Tijuana y a México jurando regresar muy pronto a un lugar que les hizo un sitio entre su piel y en su corazón.