No deja de ser una paradoja que la llegada
de Tesla a Nuevo León se produzca pocos días después de que Femsa haya vendido sus
últimas acciones cerveceras en Heineken. Yo sé que es una simple casualidad, pero
no puedo dejar de verlo como un símbolo. La simbólica muerte de la era
industrial regia y la llegada del futuro. Cervecería fue durante décadas el
icono del Grupo Monterrey. Los holandeses se quedaron con la mayoría del
capital en 2010 y ahora Bill Gates compró con morralla los últimos vestigios de
levadura que le quedaban al grupo mientras Elon Musk sobrevolaba la Huasteca en
helicóptero.
No deja de ser una paradoja que haya sido
en Santa Catarina donde nació la primera industria de Nuevo León en 1854: Fábrica de Hilados y Tejidos La Fama. El mismo
Santa Catarina donde Elon Musk instalará su Gigafactory de 6 mil millones de
dólares que fabricará un millón de
automóviles eléctricos al año. La revolución industrial regia comenzó cuando
Nuevo León era gobernado por Santiago Vidaurri, quien era mirado con profundo
recelo y desdén por Benito Juárez, quien acabó siendo su archienemigo. También
López Obrador mira con recelo a Samuel García y con profundo desdén al mundo
empresarial regio. Vidaurri se enfrentó a Juárez e incluso le negó la entrada a
Monterrey cuando el presidente andaba prófugo del Imperio en su carruaje. Al final Juárez
se la cobró caro y lo fusiló en 1867. Samuel García evitó enfrentarse
públicamente a López Obrador, pero es obvio e inocultable que con Tesla le ganó
la partida.
La embrionaria revolución industrial de
tiempos de Vidaurri germinó en grande cuando apareció Isaac Garza y fundó
Cervecería en 1890. Como necesitaba botellas para su cerveza, entonces fundó
una vidriera y como necesitaba corcholatas para sus botellas, entonces empezó a
producir hojalata y aluminio. En 1903 trajo a Fundidora de Hierro y Acero el
primer alto horno de Latinoamérica. Su hijo Eugenio encauzó la revolución industrial
regia hacia un modelo educativo y filantrópico sin precedente. Garza Sada creó
el Tecnológico para capacitar a sus ingenieros y la colonia Cuauhtémoc para que
vivieran sus trabajadores que se atendían gratuitamente en sus clínicas.
Eugenio Garza Sada fue asesinado cuando yo
ya estaba en el vientre de mi madre, pero ella aún no se daba cuenta. Siendo un pequeño,
aún me tocó ver los frutos de la gran revolución industrial regia. Hasta los
doce años de edad escuché el silbato de Fundidora, vi salir humo del alto
horno y fui varias veces con la escuela a ver cómo se fabricaba la cerveza y ya
más grandecito a tomar una helada Carta Blanca de cortesía que te regalaban el
jardín, mientras olías la malta y veías a los orgullosos obreros salir de la fábrica.
No sé qué pensarían Isaac Garza y Eugenio
Garza Sada de la llegada de Tesla a Nuevo León. ¿Lo verían como un nuevo
capítulo de la revolución industrial que
ellos iniciaron? ¿Su evolución futurista lógica y coherente? ¿O
podrían interpretarlo como una suerte de naufragio de sus ideales? Mal que bien, Cervecería,
Fundidora, Vitro eran industria mexicana. Tesla es extranjera. Sí, yo sé que
cualquier ciudad del mundo quisiera tener a un socio como Elon Musk con su
inversión de 6 mil millones de dólares, pero Monterrey dejó de ser creadora de
industrias propias. Elon Musk llega a una entidad en donde hay anuncios
panorámicos en coreano. Más de 3 mil 500 empresas extranjeras están cómodamente
instaladas en Nuevo León. ¿Y la industria regia? Cosas de la vida: hoy en día el gran negocio de
Femsa es el Oxxo. ¿Qué pensaría don Eugenio?
No dudo que en el futuro inmediato y mediano
se hablará de la Generación Tesla. En los noventa el gran sueño de los chicos
Tec era trabajar en Cemex. Ahora su máxima realización será trabajar en Tesla y
tomarse una foto con Elon Musk. Esta inversión sin duda marcará pautas así como
los coreanos de KIA han transformado el paisaje de Pesquería y Apodaca. Ojalá
esta multimillonaria inversión también se tradujera en un legado educativo y
filantrópico como el de Garza Sada.
Tesla es el futuro pero muy pronto será el
pasado. La Historia tiene muchísima prisa en estos tiempos y corre a velocidad
de tren bala. Hoy nos llama la atención ver unos pocos cajones de estacionamiento para carros
eléctricos en lugares como el Coral y Marina de Ensenada, pero en el mall de
Irvine casi la mitad de los cajones son para Teslas. Dicen que los carros
eléctricos son para ricos, pero también los teléfonos celulares lo eran en 1989. Dentro de 20 años los vehículos de combustible fósil serán reliquia
que solo veremos en los países pobres.
Casi 30 años después, el TLC de Carlos
Salinas sigue rindiendo frutos. Pueden culparlo cada mañana de todos los males
y las desgracias, pero el neoliberalismo sigue tronando sus chicharrones.
Hoy es el futuro, manda decir la Polla
Records pero la miseria feroz seguirá tomando las calles. Toda revolución
genera sus nuevos ricos y sus damnificados. Nadie sabe en qué tiempos vive ni
es posible adelantar cómo se escribirá la historia de estos días cuando seamos
remoto pasado. Mucho más temprano que tarde seremos obsoletos y dentro de 20 años
está época parecerá tan lejana y ancestral como hoy nos resulta 1950 y el
espíritu de la época, montado en el tren bala de la Historia, correrá a la
velocidad de la luz rumbo a la apoteosis o el desbarrancadero.