Un hombre rico jamás sabrá lo que es escuchar a un cantante de camión de ruta ni podrá recitar la perorata de un adicto en recuperación que vende chocolates dentro de una calafia. El hombre rico jamás sube a los camiones ni a las calafias. Su único contacto con la pobreza lo tiene en los cruceros donde se agolpan los limpiavidrios y pordioseros cuya cara mira a través del cristal, cobijado por su atmósfera de aire acondicionado y el sonar de sus bocinas y con un rostro que oscila entre el tedio, la molestia y el miedo, gesticulará un “No, no gracias”, cuando el limpia vidrios, con sus ojos de malilla, acerque su trapo puerco al cristal del automóvil. La mano de la pordiosera mixteca que pide limosna en el centro con el tepescuincle eternamente atado a la espalda, jamás se alzará para pedir dinero a un hombre rico, pues da la casualidad que el hombre rico jamás camina por las calles del centro y la pordiosera sería echada a patadas si se atreve a pedir limosna en la amurallada colonia donde el hombre rico tiene su casa y en donde tal vez algún día la mixteca aspire a trabajar como sirvienta. Los pordioseros piden y reciben limosna de hombres un poco menos pobres que ellos. Jamás de un hombre rico. Los asaltantes del metro y la calle roban a humildes clasemedieros asalariados, nunca a hombres ricos.
Un hombre rico jamás será víctima de un atentado a bordo de un tren de cercanías, por la sencilla razón de que se traslada a su trabajo en un carro blindado conducido por su chofer y vigilado por sus guardaespaldas. No había ni un 1% de probabilidades de que Maraino Rajoy viajara en el tren de cecanías de Alcalá de Henares de la misma forma que Bush no viajaba en ni viajará nunca en un jet comercial susceptible de ser secuestrado. En España como en el resto del Mundo, las víctimas del terrorismo serán siempre los pobres, los que al igual que nosotros deben dejar su lecho antes de las 6:00 a.m. para continuar su esclavitud. Ellos, los otros, Rajoy, Aznar, Bush y compañía, se sentirán horriblemente afectados y desde sus amurallados palacios convocarán a nuevas guerras contra el terrorismo. Guerras que se pagarán con nuestra sangre. Y seguirá la mata dando.