Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orilla
Desquitar con el pueblo vasco el odio y la impotencia que nos deja esta tragedia es una salida que demuestra cuan podridas y envenenadas están algunas cabezas contagiadas por el discurso unitario del Partido Popular. En su afán de buscar culpables y ocultar que ellos son los causantes de toda esta sangre, buscan ogros y demonios y nuevamente el pueblo vasco llena el papel de malo de la película.
Sin embargo, olvidar los cientos de muertos que ETA y su intolerancia totalitaria le ha regalado a España es otro error.
A lo largo de mi vida siempre he sentido una enorme identificación con el pueblo vasco. Mi apellido, Basave, y los orígenes de mis antepasados por la línea de mi abuelo materno, se remontan a Vizcaya. Además, la parte de España que más me gusta es sin duda el País Vasco. San Sebastián es uno de los lugares más hermosos que he visitado en toda mi existencia y el que elegiría para vivir el resto de mi vida si me fuera posible. Recuerdo mi adolescencia, cuando motivado por la música de Kortatu y Negu Gorriak coreaba himnos nacionalistas, llenaba la pared de mi cuarto con la Ikurriña y hacía esfuerzos por aprender el euzquerra. Sin embargo, siempre me ha quedado muy claro que apoyar a los vascos no significa apoyar a ETA. He conocido vascos orgullosos de su idioma, de su origen, vascos nacionalistas que al igual que yo desprecian al terrorismo etarra y se sienten avergonzados de él.
Es una lástima que uno de los pueblos más admirables del Mundo deba cargar con ese lastre y cubrir de sangre la región que sin duda yo elegiría para vivir y morir.
Desquitar con el pueblo vasco el odio y la impotencia que nos deja esta tragedia es una salida que demuestra cuan podridas y envenenadas están algunas cabezas contagiadas por el discurso unitario del Partido Popular. En su afán de buscar culpables y ocultar que ellos son los causantes de toda esta sangre, buscan ogros y demonios y nuevamente el pueblo vasco llena el papel de malo de la película.
Sin embargo, olvidar los cientos de muertos que ETA y su intolerancia totalitaria le ha regalado a España es otro error.
A lo largo de mi vida siempre he sentido una enorme identificación con el pueblo vasco. Mi apellido, Basave, y los orígenes de mis antepasados por la línea de mi abuelo materno, se remontan a Vizcaya. Además, la parte de España que más me gusta es sin duda el País Vasco. San Sebastián es uno de los lugares más hermosos que he visitado en toda mi existencia y el que elegiría para vivir el resto de mi vida si me fuera posible. Recuerdo mi adolescencia, cuando motivado por la música de Kortatu y Negu Gorriak coreaba himnos nacionalistas, llenaba la pared de mi cuarto con la Ikurriña y hacía esfuerzos por aprender el euzquerra. Sin embargo, siempre me ha quedado muy claro que apoyar a los vascos no significa apoyar a ETA. He conocido vascos orgullosos de su idioma, de su origen, vascos nacionalistas que al igual que yo desprecian al terrorismo etarra y se sienten avergonzados de él.
Es una lástima que uno de los pueblos más admirables del Mundo deba cargar con ese lastre y cubrir de sangre la región que sin duda yo elegiría para vivir y morir.