Tu certero tiro le vació el ojo izquierdo al Tigre balcánico
Tu primera misión en solitario sin tutores de por medio
se dio en la guerra balcánica. La primera vez viajaste con un pasaporte moldavo
a nombre de Vasile Albescu y tu reto sería infiltrarte en las cúpulas de
paramilitares serbios que controlaban el mercado negro en la ex Yugoslavia.
Después utilizaste un pasaporte esloveno y otro albano.
El primer gran éxito de tu carrera fue el asesinato
de Željko Ražnatović, el temido Tigre
Arkan, un sanguinario paramilitar con complejo de playboy, casado con la
cantante pop más popular de Serbia.
El
Tigre Arkan controlaba el tráfico de armas, las redes de prostitución y el
contrabando de divisas. Era dueño del Obilic, un equipo de futbol de la primera división
serbia, en donde manejaba a placer
arbitrajes y apuestas, además de regentear clubes de boxeo y lucha. La
consigna no era solamente matar a Arkan, sino conseguir apuntar las sospechas
hacia el presidente Milosevic y en especial sobre su hijo, un aspirante a
mafioso que competía con el Tigre por el control de la vida nocturna en la
capital serbia.
Todo
salió con exactitud de relojero suizo. Tú mismo ultimaste al Tigre Arkan
mientras bebía una copa en el elegante salón del hotel Crown Plaza en Belgrado.
Tu certero tiro le vació el ojo izquierdo. Su esposa, la cantante Ceca, y sus
dos hijitas, estaban a unos metros de
ahí. Saliste limpio de la escena criminal y la opinión pública habló de una
vendetta mafiosa a cargo de matones
allegados a Milosevic. Ni siquiera los más alucinados conspirafóbicos osaron
insinuar algún vínculo estadounidense con el crimen. La discordia estaba
sembrada en Serbia. El propio Reverendo Fenwick te felicitó en privado por el
éxito de la misión.
Los
encargos se multiplicaron a partir de entonces pero no siempre te tocó eliminar
a sediciosos enemigos de la inmaculada América. Tus balas y tus bombas fueron
no pocas veces intencional fuego amigo. Más de una vez eliminaste a ciudadanos
estadounidenses, agentes encubiertos, personal de cuerpo diplomático o
militares en misión. ¿Por qué? Lo tuyo nunca ha sido pedirle explicaciones o
justificantes al Reverendo. La orden se cumple y punto. Los efectos posteriores
explican la utilidad de tus acciones.