Eterno Retorno

Friday, September 12, 2003

Por Daniel Salinas Basave

En el corazón de un sol herido
Leonardo Da Jandra
Editorial Joaquín Mortiz


Dentro del bestiario que integra la narrativa mexicana contemporánea, Leonardo Da Jandra es fauna bastante atípica en estos tiempos. De su ágil pluma han brotado ensayos sobre metodología, política, estética, filosofía, novelas de todos los tamaños y un sin fin de cuentos.
Una suerte de todólogo al más puro estilo del Siglo XVIII que sin duda ha devorado cuanto libro ha caído en sus manos sin importar el tema, y a la vez un aventurero incurable dueño al parecer de un arsenal anecdótico que ha impregnado cada una de sus páginas. Alejado de farándula literaria, este escritor chiapaneco nacido en 1951 habita desde hace más de 20 años en una playa de la costa oaxaqueña y aunque escribe de todo, ha encontrado en la novela su zona natural en la cancha de las letras, donde corre con envidiable agilidad. Su estreno en el mundo editorial fue con la trilogía Entrecruzamientos, cuyo primer volumen vio la luz en 1986. Esta extraña criatura, híbrido de tratado filosófico, diario íntimo y novela, significó el punto de arranque de una obra que incluye Huatulqueños, Arousiada, Los Caprichos de la Piel y Samahua, esta última galardonada con el Premio de Novela Monterrey IMPAC en 1997. Su primera entrega del milenio, En el corazón de un sol herido, es la máxima expresión de esa vocación todológica que usa su ágil pluma para construir murales caleidoscópicos.
Novela de viaje, búsqueda e interiorización, En el corazón de un sol herido es también un retrato en colores intensos de los contrastes del México actual, en donde se plasma con un realismo crudo y a la vez sarcástico como la herencia ancestral sobrevive como una bestia herida que se ahoga en el entorno del sueño neoliberal. La narración inicia con la llegada de Trilce Vallejo- Xunqueiras, escritora gallego-catalana, al aeropuerto de la Ciudad de México. Trilce, nieta desconocida del poeta peruano Cesar Vallejo, que del abuelo conserva solo el nombre de su obra cumbre, llega a México buscando indagar el misterioso rastro dejado por Ramón del Valle- Inclán en su paso por Veracruz a finales del siglo pasado. A partir de su encuentro con Roberto de Villena, caótico desde el primer instante, Trilce se convierte en un Dante que acompañado de varios Virgilios se sumerge en universos mexicanos que son infierno, purgatorio y paraíso a un mismo tiempo. Primero el inicio del triángulo infernal que supone su relación con Roberto y Celeste, sus guías en los petulantes círculos intelectuales de la Ciudad de México con quienes es víctima del “reverso de la conquista”. Después sigue su viaje a Veracruz, en donde un tragicómico Darío, figura típica del sátiro intelectual y nieto del General Sostenes Rocha, la conduce entre el legado apócrifo de Valle- Inclán. Más tarde, queriendo romper el tríangulo Celeste- Roberto, Trilce llega a Oaxaca, entorno infaltable en toda novela de Da Jandra, donde Homero, un hombre enamorado de la poesía y el mezcal, le invita a vivir en carne propia el infierno de Bajo el Volcán de Malcolm Lowry además de llevarla a una misteriosa Isla de Lesbos en medio de la sierra zapoteca en donde habitan los mitológicos peces pito. La aventura oaxaqueña acaba cuando el paludismo la hace acariciar la muerte en una playa cercana a Puerto Escondido rodeada de tortugas destazadas e ilegales centroamericanos. La parte cumbre de la novela, donde Trilce culmina el viaje e inicia su intenso bucear en el subconsciente, se da en el mítico Cerro del Quemado en Real de Catorce, donde el misterioso Lúder ( acaso la encarnación autobiográfica de Da Jandra) la inicia en el ritual huichol del hikuri y opera el milagro.
Ajena a los simbolismos y en exceso descriptiva, la novela de Da Jandra es ante todo un libro entretenido, virtud que los amantes del virtuosismo y la complejidad literaria consideran un defecto. Da Jandra pone nombre a todo y nada escapa a su pluma, pues nunca deja de plasmar olores, sabores, sensaciones y miradas. Aunque complicados, sus personajes están psicológicamente muy definidos lo mismo que sus entornos, si bien solo se permite penetrar en el pensamiento de Trilce y la final del Lúder. También hay un mosaico de personajes reales y alusivos que participan como “extras” en la novela, así como una serie de planteamientos hipotéticos sobre lo que en verdad vivieron Vale- Inclán y Lowry. Siguiendo con la tradición de Entrecruzamientos, hay infinidad de referencias, disertaciones y debates literarios y filosóficos, aunque en este caso la novela no llega a transformarse en híbrido como su antecesora. Dentro del texto se incluyen los artículos periodísticos de Trilce y el comienzo de su futura novela así como pasajes de la escrita por El Lúder que al final se alternan a cada momento con el desarrollo de la trama.
En resumen, un libro ágil que sin caer en lo frívolo es muy poco complicado y accesible aún para los no muy fanáticos de la literatura. Sí el éxito literario se midiera solamente en número de lectores, Da Jandra merecería mejor suerte, pues hay estetas literarios, muy mencionados y quizá poco leídos, que ocupan los aparadores principales de las librerías y las portadas de las revistas especializadas. Pero el propio Da Jandra advierte en Entrecruzamientos que renunció a ser “merodeador del mundo de cemento, de la inviolable lógica y de los desechos asfixiantes”. Quizá por ello su acontecer personal sea una “clara y brutal regresión a los dominios de lo arcaico”, y esos dominios, lo sabemos bien, están muy lejos de la aristocracia cultural.