Eterno Retorno

Wednesday, September 07, 2005

Pueblos esclavos de su historia

Hay quienes gustan de practicar el popular deporte de tergiversar mis palabras e intentar darles un sentido que no tienen. Ese deporte le gusta a Julio Sueco. Pongamos las cosas claras. ¿A qué me refiero con un pueblo que es esclavo de su historia? A un pueblo cuya vocación y estilo de vida están definidos por hechos que ocurrieron en un pasado remoto, hechos que condicionaron todos los acontecimientos posteriores y que de no haber ocurrido, sería imposible entender el presente del pueblo en cuestión. En la breve historia de Tijuana, no existe aún un hecho histórico que haya condicionado de raíz la vocación y esencia de esta ciudad. Sí, hemos sido influidos por procesos históricos que han afectado principalmente a Estados Unidos como la prohibición puritana del alcohol, impulsada por Wilson en 1917 o las grandes gestas bélicas del vecino país como la Primera Guerra Mundial, la Guerra de Corea o el mismo 11 de septiembre, que influyó de manera radical en Tijuana. Sin embargo, a diferencia de otras ciudades, no hay un hecho que condicione la Historia de Tijuana.

Por ejemplo: La Cervecería Cuauhtémoc, la Fundidora, Cementos Mexicanos y la Vidriera en Monterrey fueron fundadas hace poco más de un siglo, durante el periodo de Bernardo Reyes como gobernador de Nuevo León. La fundación de esas empresas definió la vocación industrial de la ciudad. Sin esa revolución industrial ocurrida a finales del Siglo XIX y principios del XX, el Monterrey del Siglo XXI no sería lo que hoy es. La sociedad regiomontana sería imposible de concebir sin su revolución industrial. Más tarde fueron fundadas sus dos grandes casas de estudios, la UANL y el Itesm, que han definido su vocación como capital estudiantil, pero esa es otra historia.

Cito otro ejemplo: Al concretarse la independencia de los Reinos de Flandes del Imperio Español en el Siglo XVII Amsterdam comenzó a ganar su reputación como la gran capital de la tolerancia europea en donde podían practicarse sin censura todos los credos, donde se ejercía el libre comercio con oriente y donde se fundaron los primeros grandes bancos europeos. Los Países Bajos serían inconcebibles hoy en día sin el llamado Siglo de Oro Holandés que tan bien retrató Rembrandt.

Vaya: Piensen en la toma de Constantinopla a manos de los turcos en 1453. Esa batalla cambió la historia del milenario Imperio Romano de Oriente. La ciudad que hoy se llama Estambul y cuya cristiana iglesia de Santa Sofía se transformó en mezquita, se explica por esa batalla que cambió de golpe y porrazo su nombre, lengua y religión.

¿Qué sería hoy Manchester sin la fundación de su primera fábrica de hilados en el Siglo XVIII? ¿Se entendería la actual conformación demográfica y sociocultural del Caribe sin el comercio y tráfico de esclavos negros en el Siglo XVII? ¿Podría hablarse de Sudáfrica sin la gran emigración de Boers del Siglo XIX?

Y bueno, eso por no hablar de la gesta de gestas, la epopeya de epopeyas, la CONQUISTA ESPAÑOLA de América que definió el destino de todo un continente y nos legó la más bella, rica y completa de todas las lenguas romances EL ESPAÑOL, ese hermoso idioma que tristemente es usado por sus detractores para hablar en su contra. A lo largo de mi vida he escuchado a todos esos pestilentes indigenistas eructar sus traumas y complejos de pueblo derrotado, hablando siempre en español. El día que alguno de esos zánganos se pare frente a mí y suelte su perorata en nahuatl o en maya, ese día empezaré a respetarlos un poquito. Antes no. Si tanto odian a España, les pido de favor que no usen su idioma. No se los prestamos. Ándeles hijos de su derrotada y violada madre indígena, ahí tienen un chingo de dialectos en periodo de extinción que pueden rescatar. No sean flojos y apréndanlos. Yo por mi parte soy feliz con la lengua de Cervantes.