Eterno Retorno

Saturday, October 18, 2025

Cisma en puerta

 



Al día siguiente los  periódicos dan la noticia del hallazgo de una casa de seguridad en donde yacía secuestrado Laertes Valdespino, sobrino de Eugenio Villatoro, quien al momento del rescate fue asesinado por su captora, una guerrillera que murió en la refriega en donde también cayó el jefe de escoltas  Eloy Ragua y dos de sus hombres.

El Ministerio Público Federal intenta fincar cargos contra Marcos Parra por haber encabezado un operativo sin dar parte a la autoridad competente. Marcos se atrinchera en la sede del club El Reino, vigilado por una nutrida escolta de su equipo particular.

Desde ahí llama a todos los jerarcas empresariales socios de su difunto abuelo. En El Reino  se dan cita Lauro Zambrano, su suegro, zar del cemento; Alberto Parra, su padre, líder del Partido Acción Nacional;  Jesús Blanco, presidente municipal de Santa Teresa;  Alfredo Romo, dueño de la cigarrera;  Abraham  Rocha, zar de los medios de comunicación;  Jorge Lankish, banquero y dueño de una casa de bolsa; e  Hipólito Villarreal, líder de la Unión de Ganaderos.

Al frente del cónclave, Marcos Parra anuncia la decisión de del emporio industrial de dejar de pagar impuestos a la Federación, por considerar que la Presidencia de la República está atrás del asesinato de don Eugenio. Jesús Blanco, alcalde de Santa Teresa, afirma que el municipio lo secunda y se proclama territorio autónomo.

Al frente de la Policía Municipal de Santa Teresa y de los escoltas privados del grupo industrial, Macario Reséndiz blinda los límites territoriales de Santa Teresa, mientras que Eulalio López trae a un grupo de agricultores armados de Sinaloa que refuerzan la defensa junto con los ganaderos de Hipólito Villarreal.

La prensa nacional crucifica a los industriales y el Presidente de la República pronuncia un discurso en cadena nacional en donde los llama secesionistas,  traidores a la patria y los declara fuera de la ley.

El Ejército Mexicano sitia Santa Teresa sin abrir fuego y sin penetrar los límites territoriales  defendidos por la guardia privada que el propio Marcos Parra encabeza, pero sin permitir la entrada de suministros.

El gobernador Zorrilla intenta sin éxito  fungir como mediador, mientras Marcos trata de persuadir a los estados norteños vecinos de unirse a su causa y proclamar la República del Río Bravo.

La prensa estadounidense empieza a darle seguimiento puntual al conflicto y mira con simpatía a los separatistas de Santa Teresa que desafían a un gobierno de tendencias izquierdistas. Calbert Barnett,  ranger texano líder del grupo radical Lone Star Repulic, entra en contacto con Marcos y le ofrece armamento y apoyo táctico. De igual forma, agentes encubiertos de la CIA llegan a Santa Teresa en donde sostienen una conversación secreta con Marcos para negociar un eventual apoyo de los Estados Unidos.

Federico Guerra Bárcenas, cabeza de la Dirección Federal de Seguridad, intenta negociar con Marcos Parra. Se reúnen una noche en la cabaña de la Sierra Madre. Federico le garantiza que el Ejército Mexicano no abrirá fuego en Santa Teresa y que no habrá consecuencias penales para los implicados en la rebelión.

A cambio le pide firmar un armisticio y reconocer la autoridad del gobierno federal. Para efectos de asegurar su futuro, le pide  apoyo económico y logístico para un emergente precandidato presidencial que no cuenta con la bendición  de la cargada oficial, pero cuya política será de pleno apoyo al sector empresarial.

Como gesto de buena voluntad para dejar sellado el pacto, Guerra Bárcenas  ofrece entregarle encadenado a Marcio de la Rosa, autor material de la muerte de don Eugenio, para que sea Marcos quien decida su suerte. También le ofrece en charola una investigación en donde documenta operaciones fraudulentas entre su tío Roberto Villatoro y el banquero Jorge Lankish.

El pacto se cierra con la entrega de Marcio de la Rosa,  a quien Guerra Bárcenas ha citado mediante engaños  para una supuesta reunión secreta en donde es aprehendido a traición.

Marcos decide aplicarle la ley fuga al espía cubano. Lo lleva a un descampado al pie de la Sierra Madre y le da diez segundos para salir corriendo antes de disparar el primer tiro. Marcio corre en zigzag, se arroja al suelo y logra esquivar las primeras tres balas pero al cuarto intento Marcos da en el blanco y el espía cubano se desploma con un tiro en la espalda.

Con las pruebas de la investigación en la mano, Marcos expone a su tío- abuelo Roberto ante la junta de accionistas y lo acusa de robar a la compañía. Interpone una denuncia penal y Roberto es aprehendido junto con su hijo José Roberto.