Cisma en puerta
Al día siguiente los
periódicos dan la noticia del hallazgo de una casa de seguridad en donde
yacía secuestrado Laertes Valdespino, sobrino de Eugenio Villatoro, quien al
momento del rescate fue asesinado por su captora, una guerrillera que murió en
la refriega en donde también cayó el jefe de escoltas Eloy Ragua y dos de sus hombres.
El Ministerio Público Federal intenta fincar cargos
contra Marcos Parra por haber encabezado un operativo sin dar parte a la
autoridad competente. Marcos se atrinchera en la sede del club El Reino,
vigilado por una nutrida escolta de su equipo particular.
Desde ahí llama a todos los jerarcas empresariales socios
de su difunto abuelo. En El Reino se dan
cita Lauro Zambrano, su suegro, zar del cemento; Alberto Parra, su padre, líder
del Partido Acción Nacional; Jesús
Blanco, presidente municipal de Santa Teresa;
Alfredo Romo, dueño de la cigarrera;
Abraham Rocha, zar de los medios
de comunicación; Jorge Lankish, banquero
y dueño de una casa de bolsa; e Hipólito
Villarreal, líder de la Unión de Ganaderos.
Al frente del cónclave, Marcos Parra anuncia la decisión
de del emporio industrial de dejar de pagar impuestos a la Federación, por
considerar que la Presidencia de la República está atrás del asesinato de don
Eugenio. Jesús Blanco, alcalde de Santa Teresa, afirma que el municipio lo
secunda y se proclama territorio autónomo.
Al frente de la Policía Municipal de Santa Teresa y de
los escoltas privados del grupo industrial, Macario Reséndiz blinda los límites
territoriales de Santa Teresa, mientras que Eulalio López trae a un grupo de
agricultores armados de Sinaloa que refuerzan la defensa junto con los
ganaderos de Hipólito Villarreal.
La prensa nacional crucifica a los industriales y el
Presidente de la República pronuncia un discurso en cadena nacional en donde
los llama secesionistas, traidores a la
patria y los declara fuera de la ley.
El Ejército Mexicano sitia Santa Teresa sin abrir fuego y
sin penetrar los límites territoriales
defendidos por la guardia privada que el propio Marcos Parra encabeza,
pero sin permitir la entrada de suministros.
El gobernador Zorrilla intenta sin éxito fungir como mediador, mientras Marcos trata de persuadir a los estados norteños vecinos de unirse a su causa y
proclamar la República del Río Bravo.
La prensa estadounidense empieza a darle seguimiento
puntual al conflicto y mira con simpatía a los separatistas de Santa Teresa que
desafían a un gobierno de tendencias izquierdistas. Calbert Barnett, ranger texano líder del grupo radical Lone
Star Repulic, entra en contacto con Marcos y le ofrece armamento y apoyo
táctico. De igual forma, agentes encubiertos de la CIA llegan a Santa Teresa en
donde sostienen una conversación secreta con Marcos para negociar un eventual
apoyo de los Estados Unidos.
Federico Guerra Bárcenas, cabeza de la Dirección Federal
de Seguridad, intenta negociar con Marcos Parra. Se reúnen una noche en la
cabaña de la Sierra Madre. Federico le garantiza que el Ejército Mexicano no
abrirá fuego en Santa Teresa y que no habrá consecuencias penales para los
implicados en la rebelión.
A cambio le pide firmar un armisticio y reconocer la
autoridad del gobierno federal. Para efectos de asegurar su futuro, le
pide apoyo económico y logístico para un
emergente precandidato presidencial que no cuenta con la bendición de la cargada oficial, pero cuya política
será de pleno apoyo al sector empresarial.
Como gesto de buena voluntad para dejar sellado el pacto,
Guerra Bárcenas ofrece entregarle
encadenado a Marcio de la Rosa, autor material de la muerte de don Eugenio,
para que sea Marcos quien decida su suerte. También le ofrece en charola una
investigación en donde documenta operaciones fraudulentas entre su tío Roberto
Villatoro y el banquero Jorge Lankish.
El pacto se cierra con la entrega de Marcio de la
Rosa, a quien Guerra Bárcenas ha citado
mediante engaños para una supuesta
reunión secreta en donde es aprehendido a traición.
Marcos decide aplicarle la ley fuga al espía cubano. Lo
lleva a un descampado al pie de la Sierra Madre y le da diez segundos para
salir corriendo antes de disparar el primer tiro. Marcio corre en zigzag, se
arroja al suelo y logra esquivar las primeras tres balas pero al cuarto intento
Marcos da en el blanco y el espía cubano se desploma con un tiro en la espalda.
Con las pruebas de la investigación en la mano, Marcos
expone a su tío- abuelo Roberto ante la junta de accionistas y lo acusa de
robar a la compañía. Interpone una denuncia penal y Roberto es aprehendido
junto con su hijo José Roberto.