Otro yo
Hace no mucho tiempo, este podría haber sido para mí un típico post de Día de los Inocentes. Decir que hoy me resulta de lo más normal despertar un domingo a las 5:30 de la mañana y atravesar la ciudad para ver el amanecer en el Parque Esperanto. Decir que desperté fresquecito, pues la noche anterior no bebí gota de alcohol (de hecho llevo dos meses y medio sin beber una sola cerveza y tan solo bebo vino tinto de vez en cuando para cenar). Narrar que caminé nueve kilómetros alrededor de la presa sin asomo de cansancio y poder afirmar que hacía mucho tiempo no me sentía tan bien. Antes me enfurecía que me dieran consejos de vida sana y trataran de evangelizarme con temas de dieta y ejercicio, pero hoy reconozco que tenían razón. Agradezco de nuevo a los buenos amigos que me empujan al lado saludable de la vida. Habrá quien piense que por ser 28 de diciembre estoy bromeando, pero en esta ocasión es real. Basta meterle un buen kilometraje a tus tenis y liberar tu organismo de porquerías para sentir que por arte de magia brota otro yo, tu Doppelgänger más sano. Es clave que Carol De Hoyos esté en el mismo tren, pues ambos nos echamos porras. Aún falta muchísimo, pero la máquina ya está encendida y el engranaje girando.


