Tráfico
Toda Tijuana está atiborrada de obras, desviaciones, calles cerradas. La primera batalla a brazo partido de mi día consiste en llegar al trabajo. Más de una hora de camino, arrojando el carro a la brava, dando volantazos, evadiendo baches, mirando el reloj que avanza. Le subo más al sonido esperando que las descargas decibélicas metaleras me liberen del infierno. Evito ver a los otros conductores para no contagiarme de su tedio.
Al llegar a la Redacción a las 8:30 de la mañana, siento que ya he sufrido mucha carrilla y que bien me merezco un descanso.
Proceso
El ejemplar de la revista Proceso de esta semana salió en rojo. En su portada Jorge Hank Rhon y Roberto Madrazo, vestidos de riguroso color escarlata con la leyenda: La mafia se fortalece. No pude evitar comprarlo.
Hace algunos años podía considerarme un lector asiduo de Proceso. Hoy, compruebo una vez más lo mucho que ha decaído esa revista. ¿Tanto influye la ausencia de la mano de Julio Scherer en la diaria labor? Proceso tiene unos cinco o seis años en que desciende peldaños. Sus últimos ejemplares históricos de la época moderna fueron aquellos de las fotos inéditas del 2 de octubre de 1968. El reportaje sobre Hank lo firma Ricardo Ravelo. Nada del otro mundo. Un simple refrito de temas ultramachacados. Nada de lo que yo no haya escrito, leído o escuchado antes. Para concluir, la hipótesis o certeza de que la familia Hank patrocinará la campaña de Madrazo en 2006. Honestamente, no se necesita ser politólogo ni pensar demasiado para llegar a semejante conclusión.
Zeta
Algo similar a lo que me ocurre con Proceso, es lo que me sucede con Zeta. Respeto mucho a Don Jesús Blancornelas. Sería un ciego y un insensato si no reconociera lo mucho que Zeta significa en la historia del periodismo mexicano y si no me quitara el sombrero ante las batallas que en su momento tuvo que librar Blancornelas contra la censura y la mordaza. Uno de mis pasatiempos favoritos es ir a la hemeroteca de la Biblioteca Benito Juárez y entretenerme leyendo ejemplares de Zeta de los ochenta y primera mitad de los noventa. Alguna vez hice un seguimiento de la campaña de 1989 de Ruffo contra Ortega. En ese entonces, Zeta era el único medio que levantaba la voz en una entidad cuya prensa estaba descarada y repugnantemente vendida y alineada con el PRI. Cuando yo vivía en Monterrey, escuchaba hablar de las hazañas de Zeta como una suerte de leyenda viviente del periodismo combativo. Fue hasta diciembre de 1998 conocí personalmente a Don Jesús Blancornelas. Siempre sentí hacia él un enorme respeto. Todavía hace unos años, yo esperaba la llegada del viernes con ansias para comprar el semanario. Mi desencuentro con Zeta fue paulatino y ahora por desgracia creo que es total. Algo que influyó decisivamente en la caída de su estrella ante mi muy particular percepción, fue la actitud que asumió de inocultable envidia y rencor ante el Premio Nacional de Periodismo que ganó mi colega Jorge Morales. Hace mucho, muchísimo que Zeta no me sorprende gratamente. Si me permiten la comparación, me parece como esos artistas que tuvieron grandes hits en el pasado y que hoy en día en sus conciertos viven de tocar una y otra vez esas mismas canciones sin variación, aunque hayan pasado años sin que ofrezcan un solo disco o tema nuevo. Polvo de lodos, gotas exprimidas de la ubre vacía de una leyenda que se empeña en vivir aferrada al mismo cliché, repitiendo una fórmula que cada vez me parece más agotada.
Tal vez la llegada de Hank Rhon a la alcaldía sea como el piquete en la piel de un caballo y los motive a relinchar de nuevo en pos de recuperar el gran periodismo que alguna vez practicaron.
Gracias
Husmeando en el blog de Morcillo, he dado con Parásitos del Paraíso (parasitosdelparaiso.blogspot.com) y lo primero que encuentro es un alentador comentario: Continuando con las recomendaciones 5 stars, sigue el Eterno retorno, estupendo blog llegado desde Tijuana (qué raro, ¿no?) y a cuyo autor, Daniel Salinas, hay que tener en la mira como un excelente periodista.
Hombre, pues gracias de verdad.
Arcos
Ayer comí en Los Arcos con un viejo conocido de Monterrey que fue mi compañero de trabajo en El Norte. Sospecho que la comida me cayó mal. Pinches Arcos de mierda, para eso me gustaban. En mi Terrazas Vallarta o en El Vigía jamás me han quedado mal. Mucho menos en el Mercado Negro de Ensenada. Y ahora resulta que la comida de un restaurante mamonsete frecuentado por políticos pretenciosos y empresarillos petulantes le va a hacer maldades a mi estómago. Digo, no estoy intoxicado, pero en definitiva mi aparato digestivo no se encuentra del todo bien. Arcos de mierda, no volveré a honrarlos con mi presencia.
Toda Tijuana está atiborrada de obras, desviaciones, calles cerradas. La primera batalla a brazo partido de mi día consiste en llegar al trabajo. Más de una hora de camino, arrojando el carro a la brava, dando volantazos, evadiendo baches, mirando el reloj que avanza. Le subo más al sonido esperando que las descargas decibélicas metaleras me liberen del infierno. Evito ver a los otros conductores para no contagiarme de su tedio.
Al llegar a la Redacción a las 8:30 de la mañana, siento que ya he sufrido mucha carrilla y que bien me merezco un descanso.
Proceso
El ejemplar de la revista Proceso de esta semana salió en rojo. En su portada Jorge Hank Rhon y Roberto Madrazo, vestidos de riguroso color escarlata con la leyenda: La mafia se fortalece. No pude evitar comprarlo.
Hace algunos años podía considerarme un lector asiduo de Proceso. Hoy, compruebo una vez más lo mucho que ha decaído esa revista. ¿Tanto influye la ausencia de la mano de Julio Scherer en la diaria labor? Proceso tiene unos cinco o seis años en que desciende peldaños. Sus últimos ejemplares históricos de la época moderna fueron aquellos de las fotos inéditas del 2 de octubre de 1968. El reportaje sobre Hank lo firma Ricardo Ravelo. Nada del otro mundo. Un simple refrito de temas ultramachacados. Nada de lo que yo no haya escrito, leído o escuchado antes. Para concluir, la hipótesis o certeza de que la familia Hank patrocinará la campaña de Madrazo en 2006. Honestamente, no se necesita ser politólogo ni pensar demasiado para llegar a semejante conclusión.
Zeta
Algo similar a lo que me ocurre con Proceso, es lo que me sucede con Zeta. Respeto mucho a Don Jesús Blancornelas. Sería un ciego y un insensato si no reconociera lo mucho que Zeta significa en la historia del periodismo mexicano y si no me quitara el sombrero ante las batallas que en su momento tuvo que librar Blancornelas contra la censura y la mordaza. Uno de mis pasatiempos favoritos es ir a la hemeroteca de la Biblioteca Benito Juárez y entretenerme leyendo ejemplares de Zeta de los ochenta y primera mitad de los noventa. Alguna vez hice un seguimiento de la campaña de 1989 de Ruffo contra Ortega. En ese entonces, Zeta era el único medio que levantaba la voz en una entidad cuya prensa estaba descarada y repugnantemente vendida y alineada con el PRI. Cuando yo vivía en Monterrey, escuchaba hablar de las hazañas de Zeta como una suerte de leyenda viviente del periodismo combativo. Fue hasta diciembre de 1998 conocí personalmente a Don Jesús Blancornelas. Siempre sentí hacia él un enorme respeto. Todavía hace unos años, yo esperaba la llegada del viernes con ansias para comprar el semanario. Mi desencuentro con Zeta fue paulatino y ahora por desgracia creo que es total. Algo que influyó decisivamente en la caída de su estrella ante mi muy particular percepción, fue la actitud que asumió de inocultable envidia y rencor ante el Premio Nacional de Periodismo que ganó mi colega Jorge Morales. Hace mucho, muchísimo que Zeta no me sorprende gratamente. Si me permiten la comparación, me parece como esos artistas que tuvieron grandes hits en el pasado y que hoy en día en sus conciertos viven de tocar una y otra vez esas mismas canciones sin variación, aunque hayan pasado años sin que ofrezcan un solo disco o tema nuevo. Polvo de lodos, gotas exprimidas de la ubre vacía de una leyenda que se empeña en vivir aferrada al mismo cliché, repitiendo una fórmula que cada vez me parece más agotada.
Tal vez la llegada de Hank Rhon a la alcaldía sea como el piquete en la piel de un caballo y los motive a relinchar de nuevo en pos de recuperar el gran periodismo que alguna vez practicaron.
Gracias
Husmeando en el blog de Morcillo, he dado con Parásitos del Paraíso (parasitosdelparaiso.blogspot.com) y lo primero que encuentro es un alentador comentario: Continuando con las recomendaciones 5 stars, sigue el Eterno retorno, estupendo blog llegado desde Tijuana (qué raro, ¿no?) y a cuyo autor, Daniel Salinas, hay que tener en la mira como un excelente periodista.
Hombre, pues gracias de verdad.
Arcos
Ayer comí en Los Arcos con un viejo conocido de Monterrey que fue mi compañero de trabajo en El Norte. Sospecho que la comida me cayó mal. Pinches Arcos de mierda, para eso me gustaban. En mi Terrazas Vallarta o en El Vigía jamás me han quedado mal. Mucho menos en el Mercado Negro de Ensenada. Y ahora resulta que la comida de un restaurante mamonsete frecuentado por políticos pretenciosos y empresarillos petulantes le va a hacer maldades a mi estómago. Digo, no estoy intoxicado, pero en definitiva mi aparato digestivo no se encuentra del todo bien. Arcos de mierda, no volveré a honrarlos con mi presencia.