Eterno Retorno

Thursday, July 22, 2004

¿Cómo le va mi general? Ya lo noto a usted más tranquilo, como que ya me lo fueron sosegando estas tres nochecitas de encierro. Que ¿se le hace que está muy delgada la cobija? Yo en una de esas y hasta puedo conseguirle una más gruesa si me dicen que se ha portado bien, pero como usted quiera. Como le iba diciendo, las cosas van cayendo por su propio peso. Nosotros ya tenemos todas las cartas que le mandaba usted a su jefe Rebollo para informarle los movimientos de la plaza. Oiga mi general, pues no andaba usted tan errado y lo peor del caso es que no los agarraba, yo creo que porque no quería porque me cae que sí podía ¿o me va a decir que le faltaron huevos? Como haya sido. Lo que a mi me queda la duda es a quien le puso usted el cuatro, porque su jefe trabajaba para los de Juárez eso ni duda cabe y usted para los de Tijuana ¿O no?. Capaz que cada uno de ustedes chambeaba por su lado y solitos se hacían pendejos el uno al otro en sus informes, o capaz que trabajan juntos y se repartían a michas y al final fue usted el que quedó mal. ¿Cómo fue mi general? Platíqueme ándele que tengo mucha curiosidad de saber. ¿Qué pensó usted cuando vio la pelona de su jefe Rebollo en la primera plana de todos los periódicos? ¿Se cagó pa adentro o nomás se rió? Porque capaz que usted fue el que le puso el cuatro, cómo saberlo, sobre todo si usted trabajaba pa estos compas, pues les dejó bien limpio el camino, ¿o no? De cualquier manera, déjeme le digo que hubieran hecho bien ustedes en trabajar juntos, aunque que los dos le hicieran los jales al Señor de los Cielos, no importa, así de perdido hubieran agarrado a los de Tijuana y eso como quiera se los iban a reconocer. Total, el otro cabrón de todas maneras se iba a borrar del mapa con su pinche cirugía esa que lo dejó como Drácula me cae, bien jodido, ¿si vio usted la foto? O capaz y que ni era él y pusieron otro cabrón en su lugar, quien sabe, eso hay que preguntárselo a su amigo el pelón que de seguro sabe. Total, cuántos pinches enredos con este desmadre y lo peor es que todos quieren pasar por inocentes, capaz que cuando agarremos a los de Tijuana nos van a salir con que ellos son honrados comerciantes. Si usted mi general, que está amarradísimo de los huevos y que su propia voz está grabada para echarse de cabeza una y otra vez, sigue insistiendo en que es inocente, que lo estaban amenazando a usted y a su familia ¿a qué horas mi general? Sí el delegado estuvo solito con usted, él no dijo en su testimonio que hubiera alguien más escondido ahí en el cuarto. ¿Entonces cómo que lo estaban amenazando? Digo, hubiera hecho señas cuando menos para que él se diera cuenta y lo pusiera a salvo. Muy pinche amenazado que estaría, pero bien que le ofreció el milloncito de dólares. ¿Y si le hubiera dicho que sí el delegado? ¿Qué? ¿Lo hubiera invitado a pistear al Manhattan para festejar el trato? ¿O también ahí lo iban a seguir para amenazarlo? Dígame mi general, a ver explíqueme que quiero saber. Mire que le he tenido paciencia pero la verdad es que ya me está poniendo usted hasta la madre, digo, en última instancia se acabó este pedo y lo mandamos con cincuenta añitos a una celda más fría y le juro a usted que no me vuelve a ver,  así de fácil. Mejor suelte ya la sopa de una vez antes de que me encabrone. Lo que me enferma es su pinche cinismo, de verdad que eso es no tener madre.