Ceremony no es ni por mucho mi disco favorito de The Cult. Si me dan a elegir, me quedo con Sonic Temple o Love. Sin embargo, hace algún tiempo, escuchando la rolita
Bangkok Rain, me puse a pensar en escribir algo que sin tener un carajo que ver con la canción, tuviera al menos ese título. A veces me da por hacer esa clase de ejercicios.Este es sólo el principio del cuento. Por lo demás, ya sabemos que si hubiera un premio por mayor cantidad de cuentos inconclusos, yo sería un aspirante muy serio a ganarlo.
Se me hizo conocer la lluvia en Bangkok. Honestamente ni siquiera había reparado en ello. Tantas veces que el Mentor nos lo había presumido y que detalle el mío; hice que la última tarde de su vida aconteciera bajo tremenda tormenta, en pleno centro de la capital tahilandesa.
¿Tu has visto la lluvia en Bangkok? Aquella pregunta me la hizo el Mentor la primera vez que entré a su despacho. En ese entonces no sabía que todo aquel que accedía al privilegio de sentarse frente a él en su sillón de cuero negro, era recibido con algún cuestionamiento por el estilo.
¿Has visto un amanecer en Islandia? ¿Sabes lo que es el crepúsculo en los Montes Cárpatos? ¿Tienes idea de lo que es una noche de luna llena en la sabana africana? El Mentor jamás esperaba a escuchar la respuesta, que por lo demás siempre sería negativa.
Después de hacer su pregunta, ritualmente procedía el encender un puro y darle varias chupadas antes de volver a dirigir la mirada al interlocutor.
Supongo que a todos los que subieron a su despacho por la época en que lo hice yo los recibió con preguntas relativas a Thailandia. Hacía algún tiempo que El Mentor estaba obsesionado con Bangkok, ciudad a la que viajaba por lo menos una vez al mes, a veces en esacapadas relámpago de tres días.
La lluvia en Bangkok ¿Que carajos podía tener de especial que la hiciera diferente a la lluvia en Tijuana? Si de todas formas era agua mojando asfalto, madera, paja, copas de árboles, cabellos humanos o quizá una buena dotación de cabezas rapadas por aquello de que en dicha capital aún se pueden ver budistas radicales.
Fuera del esencial contraste existente entre los motivos que dan lugar a que la cabeza rapada de un budista tahilandés y un cholo tijuanense estén una tarde cualquiera bajo la lluvia, no encuentro que pueda hacer tan especial la lluvia de Bangkok. Pero para el Mentor esa lluvia era capaz de redimir cualquier existencia, de justificar cualquier sacrificio, hasta el de la vida propia, como acabó por sucederle al pobre.
Bangkok Rain, me puse a pensar en escribir algo que sin tener un carajo que ver con la canción, tuviera al menos ese título. A veces me da por hacer esa clase de ejercicios.Este es sólo el principio del cuento. Por lo demás, ya sabemos que si hubiera un premio por mayor cantidad de cuentos inconclusos, yo sería un aspirante muy serio a ganarlo.
Se me hizo conocer la lluvia en Bangkok. Honestamente ni siquiera había reparado en ello. Tantas veces que el Mentor nos lo había presumido y que detalle el mío; hice que la última tarde de su vida aconteciera bajo tremenda tormenta, en pleno centro de la capital tahilandesa.
¿Tu has visto la lluvia en Bangkok? Aquella pregunta me la hizo el Mentor la primera vez que entré a su despacho. En ese entonces no sabía que todo aquel que accedía al privilegio de sentarse frente a él en su sillón de cuero negro, era recibido con algún cuestionamiento por el estilo.
¿Has visto un amanecer en Islandia? ¿Sabes lo que es el crepúsculo en los Montes Cárpatos? ¿Tienes idea de lo que es una noche de luna llena en la sabana africana? El Mentor jamás esperaba a escuchar la respuesta, que por lo demás siempre sería negativa.
Después de hacer su pregunta, ritualmente procedía el encender un puro y darle varias chupadas antes de volver a dirigir la mirada al interlocutor.
Supongo que a todos los que subieron a su despacho por la época en que lo hice yo los recibió con preguntas relativas a Thailandia. Hacía algún tiempo que El Mentor estaba obsesionado con Bangkok, ciudad a la que viajaba por lo menos una vez al mes, a veces en esacapadas relámpago de tres días.
La lluvia en Bangkok ¿Que carajos podía tener de especial que la hiciera diferente a la lluvia en Tijuana? Si de todas formas era agua mojando asfalto, madera, paja, copas de árboles, cabellos humanos o quizá una buena dotación de cabezas rapadas por aquello de que en dicha capital aún se pueden ver budistas radicales.
Fuera del esencial contraste existente entre los motivos que dan lugar a que la cabeza rapada de un budista tahilandés y un cholo tijuanense estén una tarde cualquiera bajo la lluvia, no encuentro que pueda hacer tan especial la lluvia de Bangkok. Pero para el Mentor esa lluvia era capaz de redimir cualquier existencia, de justificar cualquier sacrificio, hasta el de la vida propia, como acabó por sucederle al pobre.