Eterno Retorno

Wednesday, February 26, 2003



No suelo escribir desde casa. Pero bueno, si escribo enmedio de la inhumana vorágine de esa redacción devoradora de almas y musas, que mejor que hacerlo aquí en el comedor, con el tercer vasito de Jack Daniels y escuchando a volumen razonable Black Mass de Danzig. “In the name of the damned”. Myerda, myerda, ya no quiero pensar en asuntos laborales ni en lo que los vocedaores estarán ofreciendo mañana en los cruceros de Tijuana.
Me siento en deuda. Myerda, le pude haber sacado mucho más jugo a mi maldita entrevista con el rebelde extravagante de la Cosa Nostra. He caminado sobre los escombros de las Torres Gemelas, recorrido el desierto de Arizona con la Patrulla, Fronteriza, desafiado un incendio en la Sierra Madre. He estado solo frente a más de 100 enfurecidos cetemistas dispuestos a partirme en diez mil pedazos el hocico, he puesto en ridículo a políticos con preguntas irreverentes, hablado con familias que acaban de perder un ser querido, he visto cadáveres al por mayor, he consumido en impertinencias los 10 minutos semanales que un general preso en Almoloya tiene para hablar con su familia, me han demandado penalmente en un par de ocasiones, me han amenazado, hablé más de una hora con el zar antidrogas de Colombia santo y seña del Cartel de Cali. Soy capaz de pararme frente a un auditorio de cientos de personas
y recetar un discurso que ni un campeón priista de oratoria soñaría, no importa si mis oyentes son el presidente saliente y entrante de la empresa que me da de comer. No importa si mi discurso es en inglés y entre mi público están tres colombianos que son personajes principales de Noticia de un secuestro. Todo eso y más, mil 500 cosas más que no me acuerdo he hecho como reportero armado siempre de huevos. ¿Y saben que? Un junior excéntrico con una loba gris y una serpiente pitón esmeralda es capaz de inhibir mi agresividad, mi instinto asesino que a diferencia de Calamaro jamás he guardado en un cajón. Que carajos me pasó. Que diablos, que myerdas Daniel. ¿Porque carajos no tuviste los huvos necesarios para pronunciar las palabras exactas? ¿Que tan difícile era decir, Hank, porque chingados mataste al Gato Félix? ¿Tu fuiste o no? Si no fuiste o si fuiste dime que no y se acabó el problema. Te soy honesto. Considero al Gato Félix unn periodista de cuarta. Cuando lo rajaron a plomazos yo tenía 13 años de edad y todavía no sabía que él iba a desempeñar mi mismo oficio cuando fuera grande. Me da lo mismo. He leído al Gato y me parcece un columnista corrinte y vulgar. En fin, usaré la técnica del mantra de Nanilka. Daniel está muy encabronado consigo mismo, Daniel quiere estar parado otra vez frente a Hank y no dejarlo que se salga por la tangente con respuestas evasivas. Daniel está enputadísimo. Ni el metal y el whyscocho lo pueden redirmir ahora mismo. En fin amigos bloguitas. Odio hablar del trabajo en este espacio. Juro que es la última vez. Pero hoy Daniel se siente profesionalmente insatisfecho. ¿Que myerda le vamos a hacer?