Eterno Retorno

Wednesday, May 27, 2009

La nueva nao de la China

El añejo y provechoso matrimonio entre China y Baja California

Por Daniel Salinas Basave

Una bestia se adueña del Pacífico y su sombra se proyecta hasta la costa bajacaliforniana. China asusta, sorprende, ocupa y preocupa; por los rumbos de Wall Street provoca más de una pesadilla y muchas noches de insomnio. Sí, es lógico, China asusta porque ver cara a cara un gigante siempre genera, por lo menos, una comprensible dosis de inquietud.

En Baja California, por fortuna, hemos comprendido que no se trata de suicidarse en el redondel y tratar de combatir al gigante utilizando sus mismas armas, sino de aliarse con él y complementar sus necesidades. Con todo y la crisis diplomática generada por la pandemia de influenza, Baja California es y seguirá siendo un aliado estratégico para China. Su posición geográfica en el corazón de un corredor económico clave para las finanzas mundiales, la sólida tradición industrial de Tijuana, con empresas de 18 diferentes naciones instaladas en su territorio, aunada a la mano de obra experta y calificada, hacen de esta ciudad un destino atractivo para la nación que a paso veloz se encamina a la cima de la economía mundial.

Hay que verlo de esta forma: ninguna región latinoamericana está más cerca de China que Baja California. En este momento, el destino latinoamericano al que un chino puede llegar con mayor facilidad, es Tijuana y eso es una ventaja competitiva que muchos desearían. Gracias al vuelo Shanghai-Tijuana, (interrumpido más no cancelado por la pandemia de influenza) es posible llegar desde el lejano Oriente al aeropuerto Abelardo L. Rodríguez en menos de trece horas, algo que ninguna ciudad latinoamericana puede presumir.
A ello hay que sumar que en su joven historia, Baja California ha sido un tradicional receptor de migraciones chinas. Los orígenes mismos de Mexicali no se explicarían sin la presencia de los chinos. La importancia de esta cultura en la entidad, es palpable en el hecho de que aparte de la Embajada en la Ciudad de México, la única representación diplomática oficial de Beijing en el interior del país es el Consulado General de China en Tijuana.

China concentra en su territorio casi la cuarta parte de la población mundial y dentro de su frontera, toda estadística llega al superlativo. Decir que es el gran mercado del futuro empieza a ser inexacto; es ya el gran mercado del presente. Martín Caparrós lo sintetiza en una ecuación de primaria: Basta con que uno de cada cien chinos te compre una bicicleta, para vender once millones de bicicletas. Negocio redondo. Tal vez no se exagerado pensar como el escritor sueco Henning Mankell, quien considera que de la misma forma en que Estados Unidos le arrebató a Inglaterra el cetro de la economía mundial a finales del Siglo XIX y principios del XX, China se lo está arrebatando a Estados Unidos al arrancar el Siglo XXI. El peso de la economía del gigante asiático en el mundo será tal, dice Mankell, que muy pronto habrá expresiones chinas transformadas en lenguaje universal como ha sucedido con el inglés en el mundo de los negocios.

La más reciente misión de empresarios y funcionarios tijuanenses por China batió un record difícil de igualar en anteriores giras bajacalifornianas por Oriente. En apenas una semana, la comitiva encabezada por el presidente municipal Jorge Ramos y empresarios de Deitac y Canacintra recorrió 24 mil 200 kilómetros. De Tijuana a Los Ángeles, de ahí a Beijing, luego a la norteña Changchun, después a la inmensa Shanghai desde donde viajamos por tierra a Kunshan y horas después en autobús a Nanjing.
De la milenaria Nanjing, cuna de seis dinastías, de vuelta a Shanghai y de ahí en vuelo directo a Tijuana. En esa semana, hubo entrevistas con trece presidentes o consejos directivos de importantes corporativos y seis recepciones diplomáticas con jefes políticos de ciudades. De igual forma, en esa gira se concretó el hermanamiento con la ciudad de Changchun, una gran ubre industrial del Norte chino, llamada el “Detroit de Asia”, por ser sede de las mayores armadoras automotrices de ese continente. Mucho más allá de un asunto protocolario o diplomático, el hermanamiento con Changchun es el puente para concretar una sólida relación comercial con uno de los mayores centros industriales asiáticos.

Los resultados de esta gira podrán verse en el futuro inmediato o acaso en el presente. En la próxima feria del empleo de la industria maquiladora en Tijuana, habrá ya un módulo de la empresa china-taiwanesa TPV, ofreciendo 250 nuevas plazas de empleos.
Esta empresa, fabricante de monitores para televisión y computadoras, surte a grandes corporativos mundiales como Sony y ha elegido Tijuana como sede de su nueva planta.
A ello hay que sumar la futura instalación de un corporativo del Norte de China, cuyo ramo industrial no puede aún ser revelado por razones estratégicas, pero cuyos altos directivos tienen ya un acuerdo verbal con el presidente municipal de Tijuana para venir a instalar una armadora a esta ciudad.

China ha dejado de ser el gigantón comunista ensimismado, aislado y sometido al látigo dictatorial heredado por la Revolución Cultural. Sin embargo, no hay que perder de vista que el régimen político de ese país está muy lejos aún de acercarse siquiera a algo parecido a una democracia y en materia de respeto a los derechos humanos y libertades individuales, sus métodos dejan mucho que desear. Con todo y su educación extrema y su protocolo casi imperial, China no se toca el corazón a la hora de aplicar el látigo a rajatabla, como lo aplicó con los turistas mexicanos que quedaron varados en ese país condiciones infrahumanas cuando estalló la pandemia de la influenza.

Sin embargo, ni la crisis ni este tipo de desencuentros alterarán en modo alguno la marcha de una relación que parece cada vez más sólida y que es mucho más añeja de lo que muchos creen. Aunque China ha sido un ejemplo histórico de cerrazón y aislamiento, el comercio entre México y este país tiene una historia de más de 400 años. En tiempos del Virreinato de la Nueva España, existía la Nao de la China, un galeón que zarpaba del Puerto de Acapulco rumbo a Oriente en donde se surtía de seda y especias, a cambio de los productos de la tierra americana. Esta embarcación navegó periódicamente desde principios Siglo XVII hasta 1811 y fue un importante factor de desarrollo en la economía y el comercio de la Nueva España. Al cumplir la primera década del Siglo XXI este intercambio comercial sigue siendo tan pujante como en la antigüedad y si bien el barco no es ya una carabela, no es exagerado afirmar que Baja California es hoy en día el nuevo capitán de la Nao de la China.