Yacemos en el ojo del Tornado de Almas
Esta
esperpéntica barda fronteriza es parte nuestra vida cotidiana pero muy a menudo
olvidamos su significado y nos limitamos
a mirarla como una monserga que afea el paisaje. Una estampa de nuestro día a
día que hoy vuelve a estar en las noticias de todo el mundo. Medios de todos
los países hablan de una alerta humanitaria mientras ríos humanos desembocan en
este gran estuario fronterizo.
La
historia de humanidad ha sido escrita por hordas migrantes. Un día, unos
cavernícolas de Siberia cruzaron el Estrecho de Bering y poblaron un descomunal
continente donde no había Homo Sapiens. Hace 530 años, unos intrépidos navegantes cruzaron el
Atlántico y repoblaron esa misma masa continental que hasta ese día era libre
de cristianos.
Vaya,
la historia de nuestro vecinito es la historia de millones de migrantes:
pilgrims puritanos perseguidos; esclavos africanos herrados como reses; buscadores de oro; vaqueros furtivos; tramperos barbones y cazadores de fortuna de toda calaña; italianos,
polacos e irlandeses con una mano adelante y otra atrás y millones de
hispanoamericanos. El nuestro es un planeta que migra y nosotros somos uno de los
centros neurálgicos de la migración mundial.
Dentro
de dos horas expirará el Título 42 y
cientos de migrantes aguardan un milagro hacinados junto la barda. Una tormenta
de destinos. La geopolítica mundial estornuda y nosotros ardemos en
fiebre. El planeta entero es una
diáspora y uno de los más desgarradores dramas de nuestro tiempo se escenifica
en nuestras calles. El espíritu de la época sienta sus reales afuera de nuestra
casa. Yacemos en el ojo del Tornado de Almas.