Tiempo nublado
Salgo con Canica al amanecer y nuestra bienvenida es el
abrazo de la más densa niebla de noviembre (la mañana arrastra su sábana de
nubes, reza el poema de Ortega). Nos rodea un manto gris que podrías cortar con
cuchillo. El mar, la carretera y el horizonte son solo una tímida intuición,
una fábula de duermevela. Canica aún da la pelea y exige puntual su paseo
matutino. Nuestra perrita resiste como
guerrera y decidió que este día 2 su
retrato no estaría en el altar de muertos. El alba está poblada de fantasmas y
rumores. El tiempo nublado encarna la esencia de nuestros días. Hoy los
vecinitos se juegan su futuro en unos comicios de cuchillo desenvainado con el
odio hirviendo a nivel Guerra de Secesión. El olor del cempasúchil aún impregna
la sala. Efímera y frágil flor de los muertos que en pocos días se exiliará
marchita por el sendero en donde encaminó a las almas. Noviembre es fiel a sí
mismo y desparrama su esencia en cada detalle. Hasta el ánimo es propio de otoño.
El Dejá Vu y el Eterno Retorno están a la orden del día