Eterno Retorno

Sunday, July 27, 2025

Era un ventarrón desparramando semillas

 


Entonces algo se movió en el cosmos. El mejor parámetro que se me ocurre para dimensionarlo es el de esos jugadores de basquetbol o esos atletas a los que los ponen a entrenar con una pesada casaca de plomo que solo se quitan el día del partido o el día de la competencia, lo que los hace sentirse ligeros y aerodinámicos como ráfagas de viento. Así me empecé a sentir yo en 2013: como un cohete en pleno ascenso, un tren bala sin freno, un volcán en erupción. Empecé a escribir, a escribir y a escribir como nunca había hecho en la vida. “No hacías otra cosa que escribir”, canta Fito Páez en Un vestido y un amor y esa era mi historia aquellos días: no hacía otra cosa que escribir. Eran miles de palabras diarias que parecían fluir por generación espontánea.  Los párrafos brotaban como un geiser imparable. “Éxtasis, todo el tiempo vivo en éxtasis”, canta Charly García en la Ruta del tentempié y algo parecido empezaba a sentir mientras escribía.   Nunca he vuelto a sentir ese embrujo y me cuesta trabajo a creer que algún día vuelva a sentirlo. Dicen que la inspiración existe pero debe encontrarte trabajando, que la clave de la escritura y de toda forma de creación es la disciplina y la constancia, lo cual es cierto. Fui disciplinado y constante, pero en aquellos años hubo magia, encantamiento, un eufórico estado alterado de la conciencia sin drogas de por medio.  Era un ventarrón desparramando semillas que pronto germinarían. Los años de oro estaban por irrumpir como una tempestad.