El Metal hizo un pacto mefistofélico y vivirá por siempre
Uno es los libros que ha leído, los
países a los que ha viajado, el Metal que ha escuchado y los cientos de
conciertos a los que ha acudido. De repente, mi di cuenta de cuántos de mis
discos tienen guardado de recuerdo el boleto de un toquín. Los Monstruos
sagrados van muriendo poco a poco, pero yo me siento afortunado de haber nacido
en un mundo y en una época en donde pude ver varias veces en vivo a Motörhead, a Maiden, a Ozzy, a Dio, a
Judas, a King Diamond- Mercyful Fate, a Slayer, a Rush, a Accept, a Pantera, a
Death, a Sepultura (con los Cavalera), a Carcass, a Sabaton, a Therion. Murió Dio, murió Lemmy, murió Neil Peart,
murió Ozzy; murieron Dimebag Darrell, Jeff Hanneman, Chuck Schulinder, Paul Di
Anno, pero a todos alcancé a verlos en vivo. Nadie me lo platicó. Yo sé que
después morirá Iommi, Halford, Butler, Udo, King Diamond, Mustaine, Anselmo,
Kai Hansen e incluso Harris y Dickinson (pese a lo sanos que están) y sin duda
nos sentiremos cada vez más huérfanos, pero déjenme decirles que el Metal hizo
un pacto mefistofélico y vivirá por siempre.
Carajo, mientras se estaba
tocando el homenaje y despedida a Black Sabbath en el estadio de Aston Villa,
Iron Maiden abarrotaba el estadio del Atlético de Madrid y muchos festivales
metaleros alrededor de Europa se celebraban con sold out absoluto. El Metal
siempre ha tenido vida propia y nunca ha necesitado del espíritu de la época
para existir.
Yo estoy seguro que en este
verano, después del concierto homenaje a Black Sabbath y la posterior muerte de
Ozzy, miles de niños y jóvenes alrededor del mundo están descubriendo esta
música tan chingona. En estos días de julio sin duda son muchos los que están
escuchando por primera vez en sus vidas Paranoid, War Pigs, Crazy Train, Míster Crowley y N.I.B y te puedo jurar
que no serán pocos los que se volverán devotos. Es fascinante, revelador y
peligroso descubrir el Heavy Metal, como sin duda muchos lo están descubriendo
en este verano que nunca olvidarán. Porque cuando el Metal llega ti, comulgas
con él y sellas el pacto, tu vida nunca vuelve a ser la misma. Vaya que no. Yo
lo descubrí en 1984 y desde entonces la bocina no ha dejado de reventar. Nunca
lo pude superar y a estas alturas de mi vida, creo que ya puedo afirmar que me
moriré escuchando ese eterno riff.