Eterno Retorno

Tuesday, July 29, 2025

Tú traes el dolor y yo el fuego



Y mientras la respuesta comienza a fluir —línea tras línea, con la fluidez de una mano invisible que lo conoce demasiado bien—, Daniel piensa:
“Está escribiendo como yo. Pero mejor.”

Y luego:
“No. Está escribiendo como yo desearía poder escribir cuando ya no tengo fuerzas.”

Y en ese momento no es odio lo que siente, ni rencor. Es algo peor:
una forma tímida de gratitud.
Como si hubiera encontrado en el demonio algo más cercano a un cómplice que a un verdugo.
Como si, lentamente, estuviera dispuesto —no aún, pero pronto— a dejarlo entrar también a su literatura.
Solo un poco. Solo para probar.

Solo para ver si eso también puede arder.

Lo que estás haciendo, Daniel, es pactar conmigo.
Tú traes el dolor y yo el fuego.

¿Seguimos?