Eterno Retorno

Friday, July 23, 2021

La escritura poseía el deleite de lo furtivo, la emoción de la escapatoria.

 


Hace algunos ayeres, cuando no tenía tiempo ni dinero, Ánimas escribía por escribir aún a sabiendas de que nadie jamás lo leería. Las historias emergían de la nada, le bailoteaban un tiempo en la cabeza  y un día cualquiera las derramaba en un papel o en algún archivo de Word. Su vida diaria no tenía minutos sobrantes, pero Ánimas siempre encontraba el instante para entregarse a su fuga escritural. El mundo real era tan denso, tan absorbente y castrante, que la escritura poseía el deleite de lo furtivo, la emoción de la escapatoria. Escribir era evadirse de lo indeseable, robarle minutos a la tiranía del trabajo serio e ir a  buscar esa idílica vida que yacía siempre en otra parte. Si alguien le hubiera dicho a Ánimas que en algún momento de su vida adulta el gobierno le pagaría por escribir,  a él le habría parecido un sueño guajiro. El monto de su beca del sistema nacional de creadores doblaba el que por más de una década fue su sueldo de sufrido reportero , la bicoca semanal que recibía por arriesgar la vida ejerciendo el periodismo en una ciudad hostil y  partirse el lomo y las neuronas empujando la piedra de Sísifo por una ladera infestada de nopales y escorpiones. Hoy, que podía pasar semanas sin moverse de casa y consagrar las horas de su día a escribir literatura, simplemente no escribía La literatura se había vuelto una tarea y se valía de los más ridículos pretextos y distracciones para evadirla.