Eterno Retorno

Monday, July 19, 2021

una famélica figura asexuada con un tapabocas manchado de sangre

 


Una hora antes del amanecer todos sus flagelos internos parecen aferrados a desgarrar cualquier vestigio de paz en el fluir de su pensamiento, pues lo que fluye son monstruosidades e inmundicias: el perro destripado, un payasito sin piernas intentando hacer malabares con pelotas desde una silla de ruedas, una mujer arrastrando un pie de elefante y una famélica figura asexuada con un tapabocas manchado de sangre. Después la iglesia, las manos húmedas dándole la paz, los besos babosos de las señoras, los brazos posados sobre sus hombros a la hora del selfie. Sólo Arnauda  - su más fiel escolta, escudero y confidente multiusos- pudo leer en su rostro el arribo de la taquicardia, el mareo reflejado en repentina palidez y la inminencia de alguna catástrofe que bien podría ser el desmayo o un ataque de pánico. Con la dosis exacta de firmeza y discreción, Arnauda se las arregló para sacarlo de la iglesia por una pequeña puerta ubicada en la parte trasera del altar y conducirlo hasta el carro ya encendido. El “gracias Arnauda” pronunciado por Livio fue casi un grito de liberación y alivio. Su salida había sido lo suficientemente discreta como para no atraer demasiadas miradas, pero no lo privaría de la nueva andanada de rumores que de mil bocas brotarían como gusanos  a la salida de la parroquia.