El libresco camino de vida atraviesa mil y una aleatorias estaciones pero al final del día todo desemboca en el lector. Los años pasan y yo cada vez siento una mayor gratitud hacia esa extraordinaria e improbable persona que se da el tiempo de recorrer la vereda de los párrafos liberados. Cada libro pertenece a su lector y es por él que todo esto tiene sentido. Además, siempre que salgo a presentar un libro ocurre algún detalle extraordinario o me llevo alguna grata sorpresa y anoche en la sala Federico Campbell me llevé muchas. Para mí es muy significativo que me acompañen y compartan conmigo estos pequeños rituales. Ocurre siempre en las presentaciones que al final me disperso o me abstraigo dedicando algunos libros y de pronto caigo en cuenta que no me despedí personalmente de muchos de ustedes. Fue un honor ver en primera fila a la maestra Guadalupe Kirarte, al gran Genaro Nonaka, al tenor Marco Antonio Labastida, a Ruth Vargas Josefina y a Rodolfo Pataky, a Octavio Méndez, a Araceli, Eduardo Flores, Flor Cervantes, Natalia, Enrique Briceño, Oralia, Rosa Pizaña y tantos secuaces de los que no me alcancé a despedir. El gran detalle de la noche fue que mis amigos Ricardo Villareal y Blanca Margarita se armaron de valor y desde el norte sandieguino agarraron camino y cruzaron la frontera solamente para estar en el lanzamiento del ventarrón santaanero o mi brother de mil batallas Pedro Beas, quien adelantó su ensayo para poder estar ahí. Grato fue compartir la mesa por enésima vez con Jaime Cháidez, por segunda vez con Hilario y por vez primera con Joel Flores. Gracias colegas. Ustedes simplemente rifan. Inverosímil la aparición de Gabriel con un pedazo de absoluto underground libresco como es la antología Diarios del fin del mundo. Me dijo, “hace seis años, en una presentación, me estabas dedicando este libro pero te distrajiste y dejaste la frase medias”. Un sexenio después completé la dedicatoria. Gracias también a Pedro, Lorenzana, Karla, Mara y todo el extraordinario equipo del Cecut por el apoyo. Las chelitas en el Dandy supieron a elíxir divino y no me dejaron pagar ni una. Yo no merezco tanto. Gracias por acompañarme, gracias por estar y gracias por tenerle fe a la literatura hecha en Baja California. Hay noches como la de anoche en que tienes plena conciencia de no estar arando océanos y te asalta la plena certidumbre de lo mucho que ha valido la pena emprender este camino de vida. Gracias por compartirlo conmigo.
Thursday, September 08, 2016
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