Eterno Retorno

Saturday, January 30, 2016

En sus crónicas yacen las despellejadas mesas de billares y las cantinas olorosas al vapor de meados y sudores impregnados a una cerveza que se calienta demasiado pronto, pero también la eternidad del sábado Tigre en la grada del Volcán entre un amarillo mar de puños cerrados y gritos contenidos. Nos zangoloteamos entre el enjambre de cuerpos en caos perpetuo inmersos en el mosh pit de la Cueva de los Osos, pero también somos testigos de la conversión cristiana del héroe del hip hop luego de embarrar a una pobre pareja entre su camioneta último modelo y la pared. Sus párrafos son el acordeón de Celso Piña y la falda de la Campana sumergida en el sonar de cintas con revoluciones tortuga, pero también la moneda tras la orejota del Chango, el loquito de cantina que encarna a todos los borrachos que roncan y han roncado mientras derraman baba sobre una barra. Hay machos de rodeo y rudas punketas de pelo en pecho jarcoreando en el Cabronas Fest. Hay buchones con complejo de capo berrando corridos alterados y también metaleros partisanos que empeñan el alma slameando en Factores Mutuos. Anoche, cuando me disponía a comenzar este escrito, escuché algunas canciones de Toxodeth y Mortuary. Después di con algún video de Cabezas Podridas y Madriza Salvaje en Factores y ya inmerso en la cacería y tocado por la saudade mientras leía la historia de Américo Speed, escuché algo de Derechos Humanos y el infaltable Disolución Social, cerrojazo de tocada que se diera a respetar. Cada cierto tiempo dices que lo dejarás, que es solo una etapa necesaria en tu vida para escribir el oscurísimo Noir de la calle tijuanense, un privilegio vivencial al que ni Agatha Christie, ni Patricia Highsmith ni Camilla Lackberg tuvieron acceso, pero los meses pasan y tú ya estás por cumplir un año de muertera sin que se te vean intenciones de dejarlo atrás. - Ser muertero es un vicio más cabrón que el pisto, la mota, el criko, la chiva, los casinos o el sexo, te advirtió el Carnitas Mascorro la noche en que te heredó el radio. Hoy estás empezando a creerle.