Alguna travesura narrativa cocinaremos
Acaso
los seres nacidos en la cabeza de un genio acaban por adueñarse del territorio
que inspiró su creación. Tal vez en la cartografía no conste oficialmente el
paralelo exacto en donde nació Macondo, pero sí sabemos que en el número 19 de
la Calle de la Loma, allá por los rumbos de San Ángel, está el lugar en donde
fue creada la novela que marcó un antes y después en la historia de la
literatura contemporánea. Hoy he recibido la noticia de que fui seleccionado
como becario para la residencia artística en la Casa Estudio Cien Años de
Soledad, lo que significa que este otoño (si los vientos pandémicos lo permiten)
me iré a vivir y a escribir intensamente en la casa donde Gabo concibió a la
saga de los Buendía Iguarán. Como parte del convenio firmado por la Fundación
para las Letras Mexicanas con la Secretaría de Cultura Baja California se
estableció que el programa de residencia en Casa Estudio Cien Años de Soledad
se recibiría un escritor de Baja California. Yo mandé mi solicitud desde el año
pasado y este día me ha llamado mi colega Karla Robles para darme a conocer que
he sido seleccionado. Mi gratitud con Pedro Ochoa y con todo el equipo de la
Secretaría de Cultura de Baja California y por supuesto con la Fundación para
las Letras Mexicanas que preside Miguel Limón Rojas. También con Juan Villoro,
Geney Beltrán Félix y todos los colegas que hacen posible la materialización de
este sueño. Como ustedes saben, yo nunca viví la experiencia de ser un “joven
escritor” ni tuve la fortuna de estudiar Letras o tener un tutor y acudir a
diplomados o laboratorios de escritura creativa. Mi única experiencia como alumno
se remonta a los tiempos en que acudía al taller de Rafael Ramírez Heredia y de
eso hace ya 24 años. Siempre he tenido la curiosidad de saber qué se siente
sentarte en el pupitre y estudiar intensamente con los grandes maestros y
bueno, ahora por fin me llega la oportunidad. Gracias a todos los que apoyan
este camino de vida pero sobre todo a Carol e Ikercho (y sin duda lo más triste
y duro será estar unas semanas lejos de ellos). Por ahora es tiempo de seguir
el rastro de las hormigas rojas y las mariposas amarillas que deambulan por San
Ángel, buscar el número 19 y una vez ahí llamar a la puerta. Acaso abrirá Pilar
Ternera o la venerable Úrsula centenaria quienes nos conducirán hasta la mesa
donde Aureliano Babilonia estará descifrando los últimos pergaminos de la
estirpe Buendía. Alguna travesura narrativa saldrá de ellos.