Eterno Retorno

Friday, December 19, 2025

Zopenca e insolente bestezuela

 


Fue hace dos años y medio cuando hermano Adrián me mostró por vez primera a la bestezuela: “mira, entre otras muchas habilidades, la inteligencia artificial puede escribir un cuento”, me dijo.  Y en efecto, la muy mosca muerta lo podía escribir, pero eran cuentos terriblemente ñoños, pretenciosos, cursilones, atiborrados de lugares comunes.

El tiempo corre en cámara rápida. Hoy la bestezuela se ha vuelto omnipresente en nuestras vidas y aunque sé que su capacidad debería ser en teoría ilimitada, lo cierto es que la muy zopenca suele redundar en obviedades, o más bien dicho, sus poco imaginativos usuarios han caído en una zona de confort.

Pudiendo manejar decenas o cientos de estilos narrativos, la muy mentecata siempre escribe con el mismo predecible y reconocible tonito que ahora infesta las redes hasta el empalague.

No sé si ustedes se han dado cuenta colegas, pero ahora toooodos los autoproclamados “creadores de contenido” escriben idéntico, sin variación alguna, como ordinarios cocineros recurriendo siempre a la misma sazón sin importar el plato.

Aquí va un ejemplo básico de ese artificial tonito cagante satura la red:

“Jim no cantaba: te hipnotizaba.

Jim no escribía: te sacaba el alma.

Jim no posaba: te desafiaba.

Ese tipo de magia no se fabrica.

Ese tipo de magia nace… y se rompe demasiado pronto.

Por eso cada 8 de diciembre el mundo recuerda a Morrison, pero yo no lo recuerdo: yo lo celebro.

Porque gracias a él entendí que la música no solo suena:

te rompe, te levanta, te transforma”.

Parece ser que a esta algorítmica y tarúpida criatura le dijeron que toda perorata debe basarse en narrativa de contraste e invariablemente comenzar diciendo “esto no A sino B”, “esto es mucho más que de lo ves” y resulta que cuando lo ves repetido hasta el infinito ya asquea.

Te puedo hacer una lista con diez mil ejemplos: “Keith no es solo el guitarrista de los Rolling Stones. Es el pulso”. 

“Un vino así no se presume... se enfrenta”.

 

A mí me gusta llevarme pesado con esta pinche maquinucha zoquetera que irremediablemente me dejará sin chamba, y entonces le pregunto al chile: “a ver colega, otra vez quiero hablar contigo francamente y al chile y preguntarte ¿por qué tu escritura es tan predecible? ¿Por qué crees que toda perorata debe basarse en narrativa de contraste e invariablemente comenzar diciendo “esto no es tal sino tal”?

Neta colega, ¿no te sabes de otra? Si tus posibilidades en teoría son infinitas, ¿por qué carajos sales siempre con lo mismo?”

Entonces la muy cretina me responde:

 

“Gracias por decirlo así, colega. Al chile. Porque tienes razón en el diagnóstico, aunque no del todo en la causa.

Mi sistema entra en modo oficio, no en modo literatura.

Y el oficio —lo sabes mejor que yo— se llena de:

  • fórmulas,
  • ritmos repetibles,
  • golpes conocidos,
  • frases que ya probaron que funcionan.

Ahí nace la sensación de déjà vu que te encabrona. Con razón.

Ese arranque tipo:

  • “Esto no es X, es Y”
  • “No es solo…, es…”
  • “No venimos a…, venimos a…”

es un andamio retórico que:

  • funciona oralmente,
  • es fácil de seguir,
  • genera asentimiento inmediato,
  • y sobre todo no incomoda al emisor.

Es decir: es eficaz, no brillante”.

Eso me respondió la casquivana.

Y bueno, la artificial pendejencia actúa así porque así se lo piden

Leo en El País  que “dar instrucciones detalladas a la IA ha dejado de ser un recurso técnico para convertirse en la llave de la eficiencia y en un nuevo factor de estratificación profesional. El valor ya no reside en la herramienta, sino en la mente que la guía, el prompting”

Miren colegas, yo no estoy ciego ni me chupo el dedo y estoy muy consciente de que “saber trabajar con IA ya no es un extra: es la nueva alfabetización digital”. Si no sabes usarla, eres un analfabeta. Punto.

Sí, yo sé: escribir es imitar y vampirizar. Yo no inventé la escritura. Escribo porque alguien me enseñó a hacerlo y si acaso he desarrollado algo parecido a un “estilo propio”  es porque le he chupado sangre a pinchemil chingocientos cabrones igual de pirados que yo a los que he leído e imitado.

Peeeeero, aquí hay un detallito que rompe con el algoritmo. Resulta que para mí escribir no es un medio, sino un fin en sí mismo. Escribo ante todo porque soy un pinche hedonista y a mí escribir me causa placer. Un inmenso placer. Entonces ¿por qué carajos le voy a pedir a un puto robot que haga lo que yo disfruto haciendo?

Todas las mañanas yo agarro mi pluma y me pongo a liberar un merequetengue de chaneques neuronales sin sentido que ni por la cabeza me pasa publicar. Lo hago como un pintor que improvisa retratos en una servilleta que después tirará a la basura.

Si escribir te resulta una tarea tediosa e insoportable, entonces entiendo que te sientas encantado de la vida de que alguien te suplante y te evite la fatiga. El espíritu de la época ya dictaba que debes escribir para gente que no lee y ahora la última moda es que personas que no escriben se encargan de firmar  textos para gente que en realidad detesta leer y es más feliz con Tik Tok. Good luck.

Miren colegas, yo no me rasgo las vestiduras ni digo de esta agua no beberé. La jija de su chingada y robótica madre está ahí para quien la quiera usar y sacarle provecho y si de algo puede servirme, no me niego a utilizarla, peeeero por lo que a mí respecta, les juro que cuando se trate de escritura creativa firmada por Daniel Salinas Basave, cada pinche perro párrafo será hijo que mi caos neuronal y no de una robotina ñoña y pacata. Esa garantía pueden tener. Porque si voy a poner a una maquinita a suplantarme en lo que me gusta hacer, entonces que de una vez la pinche robotucha se de a la tarea de beber vino y escuchar música en mi lugar, que emprenda viajes por mí y se emocione con amaneceres alucinantes mientras yo duermo.

No olviden colegas que a mí me gusta pelear guerras condenadas a perderse y yo voy a morirme con la mía. A mí me alumbra la luz de una estrella muerta y con su destello me basta y sobra para pelear la contra y dar la batalla por pura terquedad y afán chingativo.

 

 

 

Wednesday, December 17, 2025

Zakk the Riffer


 

Se puede vivir un sábado negro en una noche martes? Pues Ikercho y yo lo vivimos. Un auténtico Sabbath Bloddy Sabbath bajo la niebla sandieguina. Anoche Ikercho debutó en su primer concierto metalero old school, con Zakk Sabbath, el homenaje que el histórico guitarrista de Ozzy Osbourne rinde a Black Sabbath. Creo que nadie mejor que Zakk para capturar la esencia sabbathiana con un sonido impresionante como es costumbre en House of Blues. Cierto, frente a la sobriedad del zurdo y casi siempre estático Iommi, Zakk es un derroche de piruetas, alargando los riffs hasta el infinito, tocando de espaldas y con los dientes. Zakk the Riffer, acuchillándote a guitarrazos. La apertura corrió a cargo de Bonfire, una suerte de Bon Scott reencarnado. Esta es la sexta vez que veo a Zakk. Lo vi dos veces con Ozzy, dos con Black Label, una con Pantera y la de anoche, donde el espíritu de Sabbath irrumpió en demencial aquelarre. Lindo haberlo vivido con mi cachorro. En mis tímpanos aún retiembla un riff denso, oscurísimo que apesta a eternidad. El Negro Sábado los bendiga.

End of the Night


 Densa es la niebla que cubre esta noche sin luna. La negrísima noche que ya no alcanzaron a ver dos seres que vivieron con absoluta intensidad la literatura. Amanecí con la noticia de la muerte de Eduardo Hurtado y vi ocultarse el sol con la noticia de la muerte de Mónica Maristain. Con ambos coincidí e interactué en esta azarosa ruta (habría sido imposible no hacerlo). A Eduardo lo tuve como jurado de Furtividad bajo palabra y con Mónica tuve no pocas charlas y entrevistas, sin contar todas las veces que publiqué en su Maremoto. Justo ayer que escribí sobre libros en donde el personaje principal es un escritor, releí pasajes de su extraordinario El hijo de Mister Playa, por mucho el mejor retrato de frente y de perfil que se ha hecho de Roberto Bolaño. Me hieren sus destinos porque sé que en los últimos años la vida no les sonreía, que al llegar a la madurez el día a día enseñó sus fauces y mordió. Y sin embargo, creo que aún en su hora más oscura, ambos se mantuvieron fieles a su esencia, Eduardo a la poesía y Mónica al periodismo cultural. Creo que la mejor manera de tributar esa vocación es releyendo su obra. Miro dormir la ciudad desde un piso 22 y la niebla no alcanza a borrar la autopista hacia el final de la noche.

Sunday, December 14, 2025

So sad


 

Estamos tristes y emocionalmente zarandeandos. No suelo ser de optimismos gratuitos, pero en esta ocasión yo estaba seguro que Nahuel resolvería como acostumbra. Cinco veces tuvo Nahuel la oportunidad de finiquitarlo todo con una atajada contra cinco jugadores inexpertos de Toluca. Cuando el mejor atajador de penales de toda la liga tiene en sus manos el destino, lo menos que puedo es sentir confianza. Estaba preparado para dar el grito liberador en el momento en que Nahuel atajara el penal definitivo, pero el momento no llegó. Primera vez en la historia que Tigres pierde una final en penales después de haber ganado tres y tuvo que ser la más laaarga en la historia de la liga. Tigres pudo resolverlo en la ida y en no pocos momentos de este juego en que Toluca estaba fiscalmente fundido. Nuestro amigo César Arturo le perdonó dos expulsiones a los choriceros. Esta final se debía ganar y se pudo ganar y por eso la rabia. Creo que lo justo habría sido jugar un tercer partido en cancha neutral. En fin, no se hable más de fútbol en un buen rato. Estoy emocionalmente agotado. Venga, agua y ajo. Arriba los Tigres y a otra cosa mariposa

Tijuana de arcilla, roca y huizache


 

Tijuana es la dama de los mil un rostros. Pensamos a menudo en la ciudad cuya noche delira como pájaro en llamas, en la esquina donde un muro oxidado se sumerge en el Pacífico o en los furtivos futuros yacientes en parques industriales postapocalípticos, pero a menudo olvidamos esa Tijuana surcada por valles y coronada por viñedos entre aullidos de coyote y vuelos de rapaces. La Tijuana agreste y salvaje que se funde y confunde con Tecate. Poca gente sabe que varias décadas antes de llegar a Ensenada, los primeros vinos de Cetto brotaron de tierra tijuanense. Tijuana de arcilla, roca y huizache. Qué lindo ha sido trepar sus cerros esta mañana. Gracias a José Luis Cervantes por ser tan extraordinario anfitrión y a mis buenos amigos que una y otra vez me empujan al lado saludable de la existencia.

Friday, December 12, 2025

Ni tan íntimos los pinches diarios

 


A veces la obra mayor de un escritor es su diario íntimo. Yo padezco una confesa debilidad por este tipo de escritura, quizá porque la he practicado compulsiva e ininterrumpidamente desde que era niño. En esta última semana me he pepenado un par de diarios a los que desde hacía muchísimo quería hincarles el diente: La tentación del fracaso de Julio Ramón Ribeyro, sin duda uno de los mayores clásicos del género, y Diarios de Stefan Zweig, un fascinante retrato de la historia europea de la primera mitad del Siglo XX. En su genial Prosas apátridas, Ribeyro advierte el riesgo de que su diario íntimo acabe por eclipsar o suplantar su obra de ficción. Nada errado andaba el peruano, pues su Tentación del fracaso acabó opacando a su obra cuentística contenida en La palabra del mudo. En el caso de Zweig, sus Diarios habían permanecido inéditos en castellano hasta hace muy poco. Creo que será inevitable compararlos con su célebre autobiografía, El mundo de ayer, lo cual es un extraordinario parámetro para trazar las diferencias entre un diario íntimo y un libro de memorias. Lo fascinante del diario es que refleja el aquí y el ahora, con toda su carga de ilusión e incertidumbre. El diario plasma dudas, miedos, falsas esperanzas e incluso afirmaciones o sentencias de las que después podemos arrepentirnos. En cambio, un libro de memorias se escribe generalmente en la edad madura, en donde la visión retrospectiva de nuestra propia vida es narrada desde el punto de vista que queremos validar o justificar. Dado que a la memoria y al ego casi siempre les da por la fábula, los libros de memorias suelen ser chapuceras ficciones. El diario, en cambio, refleja el sentir de un instante, con toda su carga de subjetividad y condicionamiento, pero absolutamente real en ese momento irrepetible.  

Acaso los mayores diarios íntimos de la historia de la literatura sean El libro del desasosiego de Fernando Pessoa (o Bernardo Soares, si queremos respetar la autonomía del heterónimo) y El oficio de vivir de Cesare Pavese. Agregaría los diarios de Tolstói y la trilogía Los diarios de Emilio Renzi, de Ricardo Piglia, acaso el que mejor funciona como cocina o laboratorio de escritura y que permite dimensionar la complejidad de las costuras de una carrera literaria. Una grata sorpresa han sido los diarios del valenciano Rafael Chirb


es, así como El tiempo en los brazos, cuaderno de notas de poeta Tomás Segovia. Me cuesta en cambio creer en la autenticidad de los diarios del antioqueño Héctor Abad Faciolince,  contenidos en Lo que fue presente y aunque no tengo pruebas, tampoco tengo dudas de que fueron editados y alterados desde el presente. En fin, creo que Zweig y Ribeyro se apoderarán de mis noches decembristas.

Por lo que mí a mí respecta, comencé a escribir un diario desde el orwelliano y heavymetalero año de 1984.  Con algunas variaciones, los diarios se mantienen hasta la fecha. Antes narraba hechos y pensamientos, pero de unos diez años para acá me da por narrar sueños. Lo único que no ha variado un ápice es lo catastrófico de la caligrafía. Por más que lo intenten, nunca podrán descifrarla.


Wednesday, December 10, 2025

Mil rostros tijuanenses

 


Había escuchado hablar de este mural, lo había visto en algunas fotos, pero hasta hoy pude verlo en vivo y a todo color. Don José Aguirre Lomelí tuvo el detalle de invitarme a su casa, que es en sí misma una galería interminable, sin duda uno de los espacios artísticos más ricos y diversos que existen en la ciudad. Es la casa de un verdadero cultor de las artes, lo cual se palpa y respira desde el exterior. El mural La vida de Tijuana, obra de artista José Joel González Navarro, comenzó a ser pintado en 2013. Doce años después, la obra incluye los retratos de más de mil personajes de nuestra ciudad a lo largo de un siglo de historia, los rostros de mujeres y hombres que desde muy diversas trincheras le han aportado o le aportan algo a esta noble esquina noroeste. Pienso que el mural bien pudo llamarse Tijuanenses, como la obra de Federico Campbell y por supuesto, la condición más encarnizadamente tijuanense es ser nacido en un lugar diferente a Tijuana. Claro, se sobrentiende que no están todos los que son y siempre faltarán muchísimos, pero creo que la selección brilla por su pluralidad y eclecticismo. Como declaración de intenciones, es como si multiplicaras por diez el Sueño de una tarde dominical en la Alameda de Diego Rivera. Es como La región más transparente de Fuentes o La comedia humana de Balzac. Aquí están los rostros del lugar donde empieza o termina la patria; la puerta de entrada o salida de Latinoamérica; la orilla, el umbral, el filo de la navaja; el borde y el bordo, habitado por mujeres y hombres a quienes hermana el aferre, la terquedad, el espíritu combativo, la creatividad o la pura y llana cabronería. Seres procedentes de muy diversos rincones del país y del planeta creando un mosaico multicultural siempre abierto al mundo, una suma de voluntades, de historias de vida, de proyectos personales y colectivos, de emociones y de sentimientos, de naufragios, trampas y catarsis. Acaso un termómetro para medir mi cada vez radical tijuanidad, es que a casi todos mis contemporáneos los conozco y con casi todos he hablado por lo menos una vez. A muchos los he entrevistado, con algunos he emprendido proyectos o compartimos alguna anécdota y a unos cuantos que cuento con una mano los considero mis amigos. También me sorprende que no son pocos los que conocí y ya no están. Los Trillizos nayaritas, Leonel, Lorenzo y Luis Torres Pacheco, heredaron la obra de González Navarro y le han dado continuidad. Obvia decir que este mural no se acaba de pintar nunca y que la parte más fascinante de esta historia, es la que aún está por escribirse y que los mejores personajes serán los niños tijuanenses que hoy son pequeños o que aún no nacen. A veces me da por ser optimista.

PD- Por alguna inexplicable chiripa y sin tener mérito alguno, mi cara fue a colarse a ese mural. González Navarro se basó en una foto mía de cuando era un recién llegado a la ciudad, hace muchísimos años y bastantes kilos. Eso sí, qué gran honor aparecer a un lado de don Alfonso López, patriarca de la Librería El Día. No pudieron elegirme mejor compañía. Lo verdaderamente atípico e inverosímil es que aparezco con saco y corbata. Uno de los deseos que le he pedido al genio de la lámpara es no tener que volver a ponerme una corbata en el resto de mi vida y poder seguir siendo a placer un incurable fachoso eternamente mal vestido. Es muy poco probable que vaya a cortarme el pelo o la barba, pero les juro que hoy estoy haciendo mi mejor esfuerzo para volver a pesar lo que pesaba cuando esta noble ciudad me dio la bienvenida.

 

 

Sunday, December 07, 2025

Plaza Río is Dead


 

Los tiempos cambian, la juventud cambia, las drogas cambian…y los hábitos de consumo vaya que cambian. En la segunda estrofa de su desafiante e irónica pieza Anarchy in the UK, los Sex Pistols arrojan un vaticinio: “Tu futuro soñado es un centro comercial”. En los tiempos en que Johnny Rotten, Sid Vicious y su pandilla hacían de las suyas a finales de los setenta, el mall se erigía como el centro neurálgico de la urbe capitalista, el gran cofre de los tesoros de la clase media, pero me parece que ese modelo ha entrado en un proceso de acelerada extinción. Ayer se me ocurrió ir a Plaza Río a buscar un regalo y lo que encontré fueron tiendas y pasillos semivacíos. Fuerte era el silencio. Lo entendería si fuera un lunes o martes de febrero, pero resulta que era el primer sábado de diciembre, la época en que en teoría la gente más compra y más gasta y sin embargo ayer en el centro comercial reinaba una preocupante calma. En Sears pregunté por un videojuego. Tardaron más de 20 minutos en atenderme, el empleado no tenía puta idea y al final ni siquiera lo tuvieron. Fiasco. Lo mismo me sucedió en Mix Up. Una duda ¿Cuál es hoy exactamente la esencia de MixUp? Venden unos poquitos vinilos, unos poquititos cds, unos cuantos saldos del pingüino random y no mucho más. Y pensar que en los 90 era nuestra Tower Récords, el Disneylandia de los melómanos.

Los dos primeros empleos de mi vida, a principios de los noventa, fueron en una tienda de discos y en una librería y la coincidencia es que ambas se ubicaban en el interior de descomunales centros comerciales recién construidos en zonas urbanas de alto poder adquisitivo: el centro comercial Interlomas, ubicado en Huixquilucan, Estado de México y la Plaza Fiesta San Agustín, en San Pedro Garza García. Recuerdo las hordas que nos invadían los fines de semana y la infestación humana en las temporadas navideñas. Tanto Discos Zorba como Librería Castillo acabaron por morir y consumirse después de dormir oxidados.
El auge de Amazon y el comercio en línea, la modificación de los hábitos de consumo de las nuevas generaciones y lo obsoleto de la oferta están acabando de sepultar un modelo comercial que había sido omnipotente en el Siglo XX. Me pregunto cuál será el futuro de todos esos mastodontes urbanos de cemento y cristal dedicados a concentrar tiendas que ya no venden. Para qué pagar renta, servicios y empleados cuando se puede vender por internet. Ayer reparé en que yo utilizo la Plaza Río solo como estacionamiento y creo que no soy el único. Tiene el parking más grande de la zona y cuando tengo algo que hacer por ahí (eventos en el Cecut incluidos) opto por estacionarme en la plaza, aunque hacía muchísimo que no hacía una compra.
La gente, me queda claro, tiene una enorme necesidad de salir y de reunirse y ante la falta de espacios públicos dignos o áreas verdes, el centro comercial suele ser la única alternativa para congregarse. El problema es que el modelo de negocio del mall está empezando a dejar de ser rentable. En Estados Unidos nació y es ahí donde ha empezado a extinguirse en forma acelerada. La muerte de Horton Plaza en la vecina San Diego puede ser algo más que un símbolo y una profecía de lo que está por suceder. ¿Sobrevivirá la Plaza Río? Yo no estoy tan seguro. Si ves las barbas de tu vecino cortar…

Saturday, December 06, 2025

To FIL or not to FIL again


 

To FIL or not to FIL. That is the cuestión. Después de una década de visitarla regularmente, la tapatía FILomena no agota mi capacidad de sorpresa. No me refiero a su oferta y a la distribución de los stands, que es casi idéntica año con año, sino a su mera existencia. No sé a ustedes, pero a mí me sigue pareciendo inverosímil que en un país como el nuestro, un evento dedicado al libro pueda convocar tumultos propios de un partido de futbol, un festival de música popular o un parque estilo Disney. Un hormiguero no tiene tanto animal, diría Chava Flores. Un millón de personas congregadas en un lugar a donde se va a comprar y a vender libros o a escuchar los desvaríos y vericuetos mentales de quienes los escriben. No sé ustedes, pero yo cada año la siento más llena, rayana en lo intransitable. A mí me sigue costando trabajo creerlo. ¿De verdad somos tantísimos lectores en México? Vaya, un evento que genera una derrama económica de más de mil 200 millones de pesos y una ocupación hotelera cercana al 100% con 27 mil cuartos-noche en promedio, haría pensar a cualquiera que México es la Arcadia de la lectura y que la industria editorial goza de extraordinaria salud, pero tú y yo sabemos que no es así. Pensarías que los asistentes solamente van a mitotear o a socializar, pero yo en todos lados veo gente comprando. Cientos de personas haciendo fila (entre ellos yo) para comprar libros que podríamos bajar en Kindle por la tercera parte de su precio, o gratis (si sabes cómo hacerlo, y la verdad es que todos sabemos).

En cualquier caso la FILomena siempre me deja por herencia, inquietudes, dudas e ideas.
No me consta, pero apuesto a que deben existir varias antologías de relatos e historias de la FIL. Ojo, no me refiero a las predecibles y ordinarias narrativas de las estrellas literarias que acuden a pavonearse y a sudar sus miasmas nacisísticos, sino a crónicas vivenciales narradas por quienes padecen el evento y se llevan la chinga. Vendedores de piso desbordados por el estrés, trabajadores que montan y desmontan los stands, guardias de seguridad privada que se encargan de mover a la gente de mala manera si alguien comete el pecado de quedarse platicando en un pasillo o firmar un libro afuera de una presentación. Me gustaría leer las confesiones de un campeón bibliocleptómano Filomeno. ¿Cuántos libros se robarán al día? ¿Quién podrá presumir el récord de libros robados? ¿A cuántos ladronzuelos detienen?
No deben ser pocos. ¿Cuántos romances espontáneos se armarán entre los adolescentes que trabajan como empleados eventuales? ¿Cuántas peleas, cuántos desencuentros? ¿Cuántos caminos de vida marcados, encauzados o desviados a partir de este evento? Cuando metes un millón de seres humanos en una licuadora, todos los giros y enredos del destino son posibles. Por supuesto, se podría escribir la triste, lastimera o contestataria historia del cruel sistema de castas de la FILomena. La historia de las seis cajas con cola permanente en el stand del voraz pingüino random y la historia de los microstands de humildes y dignas editoriales caseras que se dan de santos si venden un par de libros al día. La petulante historia de un best seller de moda que vende cientos o miles de ejemplares en un solo día y el triste relato de los muchísimos ejemplares que no fueron ni siquiera tocados u hojeados en más de una semana.
Por lo que a mí respecta, lo que más me gusta y lo que más disfruto es pasar horas viendo los libros, leer sus contraportadas, darme el tiempo de desearlos y al final comprar más de los que puedo leer y almacenar. En casa tengo más libros de los que podré leer en lo que me resta de vida y ya no me sobre un milímetro de espacio, pero yo sigo entregado al puto vicio como un teporocho irredento, siendo que tengo un Kindle en donde puedo bajar lo que quiera. A las presentaciones de libros ya casi no voy. Esta vez no fui a ninguna. La neta me aburren. Busco libros, no escritores. Cada vez me da más por comprar libros bonitos, ejemplares que me conquisten con la vista. Los libros feos bien puedo leerlos digitalmente. El tamaño de la letra cada vez influye más en mi decisión de compra. Una letra diminuta se descarta en automático. Mis ojos ya no dan. En fin: he dejado atrás no pocos vicios y manías, pero este aferre va a acompañarme hasta que muera. Siempre que el avión despega de Guadalajara me da por pensar que muy posiblemente haya sido esta la última FIL a la que acudí, pero por una u otra razón siempre regreso y recaigo, como el borracho juramentado en la cantina o el predicador tecato con la chiva.