Inmerso en el fragor de la metralla, cabalgando entre cerros sembrados de cadáveres y con todos los postes del telégrafo ocupados por su respectivo ahorcado, Francisco Villa se dio el tiempo para firmar un contrato con la compañía cinematográfica Mutual Films en febrero de 1914. Era el momento más cruento de la guerra contra los federales huertistas, la moneda estaba en el aire y la División del Norte no la tenía nada fácil, lo cual no impidió que Doroteo Arango firmara un acuerdo de exclusividad con los cineastas gringos. El Centauro del Norte se comprometía a darles todas las facilidades para filmar sus batallas y además les garantizaba que ninguna otra cámara tendría acceso. A cambio Mutual Films le pagó 25 mil dólares de la época. Doroteo se tomó en serio su papel de actor. Con tal de asegurar que Hollywood tomara su mejor ángulo y pudiera trabajar con la luz más adecuada, Villa llegó a modificar estrategias e incluso a retrasar batallas, poniéndose en severo riesgo y dando ventajas al enemigo. Cualquier cosa se justificaba con tal de aparecer a cuadro en las mejores condiciones posibles. La batalla de Ojinaga se retrasó algunos días para favorecer el trabajo de Mutual Films, lo mismo que la entrada a Torreón (inmortalizada en la foto más famosa de la Revolución). Sabiéndose famoso y legendario, para Villa era más importante darle gusto a Hollywood que asegurar el triunfo en el campo de batalla. Ahora bien ¿les sorprende lo de Joaquín Guzmán y Sean Penn? A mí no. El ego es un demonio muy cabrón, tal vez el más perro y despiadado de los demonios internos. Irresistible la tentación de ser el actor de tu propia película, saberte leyenda en vida. Más importante que mantener su emporio y salvar su pellejo fue asegurar su condición de héroe y galán de la gran historia. Si votaron por un telepresidente que filmó su propia telenovela para llegar a Los Pinos ¿por qué no habríamos de tener nuestro tele-narco? Que no les extrañe si el Chapo celebró contrato de exclusividad con Netflix. ¿Conspiraciones en las cúpulas de poder? No señores, es solo el triunfo absoluto, radical e incuestionable de la omnipotente sociedad del espectáculo. Vanidad, mi pecado favorito.
Saturday, January 09, 2016
Inmerso en el fragor de la metralla, cabalgando entre cerros sembrados de cadáveres y con todos los postes del telégrafo ocupados por su respectivo ahorcado, Francisco Villa se dio el tiempo para firmar un contrato con la compañía cinematográfica Mutual Films en febrero de 1914. Era el momento más cruento de la guerra contra los federales huertistas, la moneda estaba en el aire y la División del Norte no la tenía nada fácil, lo cual no impidió que Doroteo Arango firmara un acuerdo de exclusividad con los cineastas gringos. El Centauro del Norte se comprometía a darles todas las facilidades para filmar sus batallas y además les garantizaba que ninguna otra cámara tendría acceso. A cambio Mutual Films le pagó 25 mil dólares de la época. Doroteo se tomó en serio su papel de actor. Con tal de asegurar que Hollywood tomara su mejor ángulo y pudiera trabajar con la luz más adecuada, Villa llegó a modificar estrategias e incluso a retrasar batallas, poniéndose en severo riesgo y dando ventajas al enemigo. Cualquier cosa se justificaba con tal de aparecer a cuadro en las mejores condiciones posibles. La batalla de Ojinaga se retrasó algunos días para favorecer el trabajo de Mutual Films, lo mismo que la entrada a Torreón (inmortalizada en la foto más famosa de la Revolución). Sabiéndose famoso y legendario, para Villa era más importante darle gusto a Hollywood que asegurar el triunfo en el campo de batalla. Ahora bien ¿les sorprende lo de Joaquín Guzmán y Sean Penn? A mí no. El ego es un demonio muy cabrón, tal vez el más perro y despiadado de los demonios internos. Irresistible la tentación de ser el actor de tu propia película, saberte leyenda en vida. Más importante que mantener su emporio y salvar su pellejo fue asegurar su condición de héroe y galán de la gran historia. Si votaron por un telepresidente que filmó su propia telenovela para llegar a Los Pinos ¿por qué no habríamos de tener nuestro tele-narco? Que no les extrañe si el Chapo celebró contrato de exclusividad con Netflix. ¿Conspiraciones en las cúpulas de poder? No señores, es solo el triunfo absoluto, radical e incuestionable de la omnipotente sociedad del espectáculo. Vanidad, mi pecado favorito.
Friday, January 08, 2016
http://www.planisferio.com.mx/cartografias-absurdas-de-daxdalia/ (foto Gerardo Muñoz)
Publicado en Planisferio por Karla Villapudua
Cartografías absurdas de Daxdalia (2013), del escritor tijuanense Daniel Salinas Basave, es una antología aleatoria de heterónimos improbables elegidos por Encarnación Leydelmonte, personaje creado por el autor para presentar el resto de los autores que firman cada uno de los cuentos de este libro. Estas cartografías están impregnadas por una diversidad de estilos narrativos, que diseñan una hibridación de temperamentos, espacios, y sintomatologías, que se despliegan desde una pulida prosa estilo decimonónico hasta un juego de vórtices capaces de revelar el realismo más crudo. Cero maquillar. Hay voces, tiempos, sonidos que conforman o construyen –más bien- esa singularidad paradojal que aspira a construir la multiplicidad de esferas escriturales. En este sentido, el autor o los autores, describen toda una serie de entramados mentales con enunciados errantes, flotantes, absurdos, donde coexiste tanto el más amargo existencialismo como el más intenso nihilismo afirmativo.
El libro (o el autor) deja en claro desde el inicio su posición respecto a la escritura: “Escribir es ser otro”, “Escribir es transformarse, enmascararse”. Así pues, Daniel como parte de un arrebato ficcional deja en claro el momento donde decidió hilvanar los relatos de esta obra: “Un día me di cuenta que había ido desparramando por ahí demasiados relatos, aunque hermanarlos bajo un mismo estilo o eje temático era imposible”. De ahí que, esa imposibilidad se volvió posible al lograr entretejer las cartografías textuales a través de alter egos literarios con nombres que se antoja adjetivar de fantásticos. Cada nombre te lleva a otro nombre y a otra historia. Pesadillas infantiles, viajes con misiones periodísticas, reflexiones literarias, meditaciones históricas, cuerdas repletas de ironía que nos arrancan sonrisas o carcajadas mientras leemos.
En cierto modo, el diseño e hilvanado de Daxdalia nos remiten a una epoje renacentista y posmoderna a la vez, donde converge la escritura clásica, puesto que encontramos belleza, pero también vituperación. Daxdalia es un libro complejo, en el sentido, que no se mantiene en un pahtos estable, su escalada explora varias regiones de esa cosa llamada realidad: fronteras, ciudades, pueblitos, mares.
Por último, es importante decir que este libro no es un típico lugar común de la literatura mexicana que aspira a narrar la violencia del país en términos de lo “real” periodístico. Al contrario, la fuerza creativa aflora fulminante en su máxima expresión, y vivifica el plano de lo imaginario para rescatar la ficción dentro de los parámetros de lo infinito. Aspiración suprema, de toda literatura por cierto.
Al final, el encuentro con Cartografías absurdas de Daxadalia, lo invoca usted, azaroso lector.
Thursday, January 07, 2016
Bajo este invernal cielo oscuro tan eneroso y enerante, cada quien tendrá para relatar su propia historia bañada por la lluvia. Mi relato de damnificado tiene que ver con un síndrome de abstinencia. Sucede que la tormenta tuvo a bien joder la cuchilla de un poste y amanecimos sin energía eléctrica en casa. Todo podría haber transcurrido en relativa calma de no ser porque la maquinita moledora de café no funciona con pilas. La idea de enfrentar una mañana sin una taza humeante no cabe en mi existencia. Un día que no comienza con el más negro café es el equivalente a una región límbica, un insoportable purgatorio. El agua ya hervía en la estufa pero no había grano molido. Cuando ya me disponía a triturarlo con los dientes o los puños mi mente se iluminó de repente: “molcajete de mi alma ven a mí”. Piedra en mano evoqué cierta rolita de estilo musical no metalero que dice algo así como “pasa la noche cansado moliendo café. Escucharás esta canción de la vieja molienda, que en el letargo de la noche parece decir…” No es que ese estilo musical me vuelva loco, pero de mi molienda mañanera brotó un potaje más oscuro que la oscuridad de mis pensamientos.
Wednesday, January 06, 2016
Tuesday, January 05, 2016
Monday, January 04, 2016
Pase lo que pase al 1 de enero no le es dado renunciar a su esencia límbica. El 1 de enero no puede negarse a sí mismo ni maquillar su rostro. El 1 de enero siempre será 1 de enero y como tal debemos vivirlo. El 2 de enero, en cambio, tiene vocación apolínea. El 2 es un duende jodón con carita de responsable indicándote que ha llegado el momento de ponerte las pilas. Un trago de café muy negro y la sensación de tener una larga fila de pendientes postergados. Irremediable sentir el vértigo: voy flotando en altamar sin salvavidas. Mejor no voltear a mirar abajo. Por ahora es tiempo de empezar a cumplir con los rituales de esas enerosidades tan enerosas y enerantes. Del 4 ni hablemos. Tampoco de la lluvia por venir ni de la magra escritura cuentagotas. Yermos gajos exprimidos a un fruto seco. Enero y sus eneralidades.


