Nara
Mucho antes de Kyoto, más de un milenio antes de Edo, cuando lo que hoy llamamos Tokio era una aldea insignificante, el centró neurálgico del Japón estaba en Nara. Aquí yace la semilla y el corazón de la cultura nipona. El templo Tōdai- ji, la edificación de madera más grande del planeta, es el hogar del Buda Daibutsu, el que brilla a lo largo del mundo como el Sol. Fieros guardianes Vaisravana y Virupaksa lo custodian. A su alrededor, varios miles de irreverentes ciervos sika fungen como emisarios de las almas. Estos venados han aprendido a hacer reverencias como monjes budistas e incluso posan para la selfie, siempre y cuando te moches con una galleta. En cualquier caso, sospecho que muchos siglos después, cuando de nosotros no quede ni el polvo del olvido que seremos, el Buda y los ciervos seguirán jugando un juego llamado eternidad.