El más británico de los escritores españoles fue a morir justamente en la misma semana que la Reina
No he querido saber, pero he sabido que el más británico de los
escritores españoles fue a morir
justamente en la misma semana que la Reina. Cierto, ya no era niño y no hacía mucho que había
publicado Tomás Nevinson. Un hormonal oxfordiano nacido en Castilla, pulcro
hasta el dolor como prosista, su corazón tan blanco latía por el Real Madrid.
Rabiosamente ajeno (o diría enfrentado) al espíritu de la época, un hombre de
otro tiempo sin cabida en la moral millenial. Lo empecé a leer a raíz de una
recomendación de Federico Campbell en su columna La hora del lobo. Llegué a él
por Negra espalda del tiempo (mi primer guiño indirecto a Sergio González
Rodríguez) y seguí después con Todas las almas. Aunque se inmortalizará como
novelista, yo tengo en un altarcito algunos de sus cuentos como Mientras ellas
duermen o Cuando fui mortal. No sé si llueva en Oxford este 11 de septiembre,
pero en la Isla de Redonda la bandera ondea a media asta.