El resto de mi vida (¿o debo acaso nombarlo el medio tiempo?) comenzó demasiado pronto, sin demasiado espacio para contemplaciones bucólicas y reflexiones ociosas. En un abrir y cerrar de ojos, he cumplido la primera semana en mi nuevo trabajo.
No, no estoy bromeando ni es el Día de los Inocentes. Lo se, a la gente le cuesta tanto trabajo creerme, pero la verdad es que tras 16 años en los medios, 13 de ellos ininterrumpidos en la prensa escrita y una década entera en frontera, por primera vez se lo que es estar del otro lado del espejo. Sí señores, trabajo en el Ayuntamiento de Tijuana, en el gobierno de esta gran ciudad que una vez más vuelve a demostrarme su infinita nobleza. La gratitud antes que un deber es un privilegio, dice Agustín Basave en la introducción de su México Mestizo. Gratitud, hermosa palabra. Si algo me ha enseñdo esta existencia, es saber dar las gracias y pagar con creces cuando cuando alguien te tiende una mano. Una vez más, Tijuana vuelve a tenderme la suya.
No, no estoy bromeando ni es el Día de los Inocentes. Lo se, a la gente le cuesta tanto trabajo creerme, pero la verdad es que tras 16 años en los medios, 13 de ellos ininterrumpidos en la prensa escrita y una década entera en frontera, por primera vez se lo que es estar del otro lado del espejo. Sí señores, trabajo en el Ayuntamiento de Tijuana, en el gobierno de esta gran ciudad que una vez más vuelve a demostrarme su infinita nobleza. La gratitud antes que un deber es un privilegio, dice Agustín Basave en la introducción de su México Mestizo. Gratitud, hermosa palabra. Si algo me ha enseñdo esta existencia, es saber dar las gracias y pagar con creces cuando cuando alguien te tiende una mano. Una vez más, Tijuana vuelve a tenderme la suya.