Eterno Retorno

Monday, January 12, 2009

No veo cine y hace muchísimo tiempo que no me siento a ver una película completa (bueno, anoche me dormí viendo "Nosotros los pobres" de Pedro Infante, pero creo que no la seguí más de 20 minutos) Aún así, hay una que otra película ha tenido la capacidad de quedarse grabada para siempre en mi cabeza. Una de ellas, sin duda una de las mejores películas que visto en mi vida (tomen en cuenta que he visto muy pocas) es “Corre Lola”. Más allá de ver a Franka Potente correr desbocada por las calles de Berlín, lo que me gusta de esta película alemana es el planteamiento. Vaya, esta película es una oda a la aleatoriedad como ama y señora de nuestras vidas. Me es imposible no concebir cada día de mi vida como el día de Lola. Cada mínima decisión que tomo, cinco minutos de más o de menos, una llamada no contestada, una fracción de segundo en la avenida, una mirada cruzada, cada mínima acción tiene una consecuencia. Las cosas más importantes de mi vida, las que definen mi existencia actual, se concretaron de esa manera, aleatorias, improbables, colgadas de hilos finísimos. Bastaba no haber ido al baño en el Café Iguana la noche del 26 de junio de 1998 para que mi existencia actual fuera otra, sin duda alguna más triste. Bastaba no haber contestado una llamada casual e improbable una tarde en la redacción de El Norte para que nunca hubiera venido a parar a Tijuana. Me obsesionan las mil y un posibilidades del día más ordinario, las páginas de ese librazo llamado Historia de lo que pudo Haber Sido. ¿Cuántas veces has estado a tres minutos y ocho metros de la Muerte y no te has enterado? ¿Cuántos días caminaste al borde del abismo sin siquiera reparar en ello? ¿Cuántas veces pudieron ser la última vez? Aleatoriedad, bendita diosa nuestra.


Para muchas personas estos serán tiempos de torcer rumbos. Demasiados destinos darán vueltas de tuerca y se adentrarán en los abruptos bosques de lo improbable. Cuando tu entorno se vuelve hostil, te arrojas a cualquier horizonte, te vuelves hoja en el viento, juguete de la aleatoriedad. Muchos destinos se torcerán estos meses, muchas vidas cortarán de tajo su dirección e irán por rumbos improbables. Como un río que desemboca en un afluente extraño, como un viaje en el metro que se interrumpe en una estación de transferencia y corrige el rumbo. La historia de algunos pueblos y el destino de ciertas naciones se ha escrito así, arrojándose al vacío en busca de algo, yendo en un tren extraño hacia la estación del misterio.