Mi Pushkin
Mi Pushkin de Marina
Tsvietáieva es una mirada personalísima y sui generis. Es Pushkin visto a
través de los ojos de una niña que se enamora primero de su estatua y después
de sus personajes - Tatiana y Oneguin- a
los que conoce en clandestinas lecturas infantiles. Tal como marca el manual
con Marina, se trata de una inmersión casi surrealista en la vida y obra del gran
romántico ruso, a la fecha su poeta nacional. Lo primero que supo Marina (y también
lo primero que supe yo) fue a que Pushkin lo mataron en un duelo. Después se
enteró (y eso yo no lo sabía) que Aleksandr era bisnieto de un príncipe etíope que
llegó como esclavo a Rusia (solo hasta ahora reparo en los rasgos mulatos del
poeta que, viéndolo bien, se da un aire a Vicente Guerrero). Traducido como
todo lo Tsvietáieva por la gran Selma Ancira, Mi Pushkin me recuerda la fascinación
de mis lecturas infantiles. Puedes releer infinitas veces a un clásico, pero
nada se igualará a la primera lectura si lo leíste cuando eras niño.