Eterno Retorno

Tuesday, August 19, 2025

Los libros de Ikea

 

Tal vez Tomás Moro no habló de ella, pero Ikea es esencialmente un reino utópico en cuyas habitaciones muestra todo funciona de maravilla y el espacio está perfectamente distribuido. Sería lindo si existiera.

Lo primero que observo al llegar a la tienda son los libros que adornan sus confortables utopías hogareñas. Todos son libros escritos en sueco y algunos de ellos más o menos vintage, casi todos en ediciones de pasta dura. Al menos tienen la decencia de no colocar bibliotecas de bisutería como ciertas casas muestra en fraccionamientos pretenciosos que se permiten encimar esperpénticos Quijotes huecos de falsa caoba. Un falso libro de ornato es para mí el non plus ultra del mal gusto. Por fortuna los libros de Ikea son absolutamente reales. Si yo hablara sueco podría sentarme en sus confortables sillones y ponerme a leerlos.

Sin embargo, luego de observar diversas muestras de utópicas habitaciones, concluyo que todas tienen exactamente los mismos libros: Ole Mattson, Matt Britt Wiggh, Fran Aquilonia, Maaret Koskinen, Adam Haslett y Oriana Fallaci (la única que conozco). Por su ausencia brillan grandes best seller del Noir sueco. Nada de Henning Mankell, Camilla Läckberg, Stieg Larsson, Adjvide Lindqvist o de los padres de la criatura, Maj Sjöwall y Per Wahlöö. Vaya ni siquiera su joya nacional Selma Lagerlöf, la primera mujer en obtener el Nobel de literatura en 1909. Nada, nadita de nada.

En todos los utópicos islotes que muestran habitaciones, estudios, salas de estar o bibliotecas, se repiten los mismos libros sin variación. El mismo libro viejo de Oriana Fallaci se multiplica por veinte. La industria editorial sueca es de las más boyantes de Europa. ¿Será que surte a todos los Ikea del mundo con ejemplares idénticos? A ver, si yo llego con mis ejemplares rescatados del tiradero del Fondo y les dono unos cuántos Samuráis ¿Aceptarán ponerlos como muestra?

Pero la mayor utopía de los libreros de Ikea, es que en todos sobra espacio. Vaya, les sobra más de la mitad, al grado que se dan el lujo de adornarlos con su clásico alce de madera y otras cuantas figuritas. El prototípico habitante del mundo Ikea tiene unos diez o quince libros cuando mucho. Su habitación jamás luce desbordada o rebosante. Es ahí justamente donde la puerca tuerce el rabo, porque tratándose de mí siempre habrá más libros que espacio. No importa cuándo leas esto. En el lugar donde yo siente mis reales, sea casa u oficina, el acervo bibliográfico estará siempre al borde del desmoronamiento, la caósfera absoluta.