¿Pudo salvarse Tenochtitlan?
Se cumple esta semana medio milenio de la caída de la Gran Tenochtitlan. Fue el 13 de agosto de 1521 cuando la armada comandada por Hernán Cortés logró penetrar al centro de la gran capital del Imperio Mexica y el emperador Cuauhtémoc fue interceptado en el lago de Texcoco por el capitán García Holguín al intentar salir furtivamente de la ciudad sitiada. Hay batallas que cambian de golpe y para siempre el sentido de la geopolítica mundial. La caída de Constantinopla a manos de los turcos otomanos en 1453 y la caída de Tenochtitlan a manos de los españoles en 1521 representaron el cruce de un umbral hacia una nueva era histórica. La Gran Tenochtitlan y sus alrededores sumaban en 1521 poco más de medio millón de habitantes. Era posiblemente el conjunto urbano más poblado del mundo en el Siglo XVI. Por pura lógica elemental, podemos concluir que era materialmente imposible que un grupo de menos de 500 europeos pudiera someter a un imperio defendido por decenas de miles de feroces guerreros. No hay manera de explicar la caída de Tenochtitlan sin el gran apoyo que los aliados tlaxcaltecas, totonacas y texcocanos prestaron a Cortés. Por cada soldado europeo habría unos diez aliados combatiendo contra los mexicas. Fue también clave la estrategia militar implementada, sitiando la ciudad por agua con bergantines recién construidos y cortando sus suministros al bloquear entradas y salidas. También la enfermedad hizo de las suyas. La viruela mató muchos más mexicas que las espadas españolas. ¿Pudo salvarse Tenochtitlan? ¿Pudieron los aztecas ganar esa guerra? La realidad es que Cortés tenía todas las de perder. Las claves de la derrota mexica fueron diversas. Si retrocedemos dos años antes de la gran batalla final, podemos concluir que la actitud pusilánime de Moctezuma y el pánico inicial frente a un invasor al que se creía divino fueron determinantes para que Cortés y los suyos lograran avanzar hasta Tenochtitlan y entrar por primera vez en la ciudad sin enfrentar resistencia el 8 de noviembre de 1519. Por ejemplo, si a mediados de 1519, antes de que Cortés entrara en contacto los tlaxcaltecas, se hubiera ejecutado un ataque masivo y sorpresivo de miles de guerreros aztecas, no sería descabellado pensar en el exterminio total de los 500 expedicionarios europeos. Si tal vez Moctezuma hubiera tenido un poco de mano izquierda como político y ante la inminencia del peligro hubiera pactado con los pueblos enemigos como Tlaxcala, Cempoala o Cholula ofreciendo exentarlos de tributos a cambio de una alianza militar, se habría evitado el reforzamiento del ejército invasor. ¿Qué habría pasado si en lugar de enfrascarse en sus disputas internas los pueblos de Mesoamérica optaban por unirse? ¿Qué hubiera sucedido si el emperador Cuitláhuac sobrevivía a la viruela y quedaba al frente de una gran armada mexica reforzada por pueblos vecinos? Cortés, Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandoval pudieron morir y aquella temeraria expedición podría haber sido borrada de la faz de la tierra. Sin embargo, si Cortés hubiera muerto habría llegado tarde o temprano otra expedición más grande y mejor armada. Los pueblos precolombinos desconocían el bronce y el hierro, carecían de caballos y no practicaban la navegación a gran escala, lo cual fue clave en su derrota militar. Tal vez Tenochtitlan habría podido resistir unos cuantos años más, tal vez lustros o décadas, pero al final habría caído.