Cientos de niños o adolescentes alrededor del mundo están descubriendo la grandeza de Black Sabbath y el embrujo del heavy metal
Corríjanme si me equivoco, pero no recuerdo en toda la historia del rock y de la música en general un artista que se haya dado el lujo de tener un funeral en vida como Ozzy Osbourne. Me subo a la máquina del tiempo, me pongo a destapar el disco duro de la memoria remota y no recuerdo un caso siquiera semejante. El asesinato de John Lennon fue una tragedia planetaria (yo tenía seis años de edad y en mis recuerdos infantiles permanece la conmoción), pero nadie veía venir su muerte. Los desafortunados finales de los integrantes del Club de los 27 fueron escándalos mundiales, pero más por la sorpresa y el morbo y ni Kurt Cobain, ni Jim Morrison, Janis Joplin, Jimmy Hendrix o Amy Winehouse alcanzaron a tener un súper homenaje en vida. Mucho menos Sid Vicious o Ian Curtis. Elvis Presley y Freddie Mercury murieron consagrados y no tan jóvenes, pero aunque eran semidioses vivientes, el mundo no alcanzó a homenajearlos. El asesinato de Dimebag Darrell el 8 de diciembre de 2004, nos conmocionó, pero creo que el mundo aún no dimensionaba el tamaño del guitarrista que perdimos. Las muertes de Lemmy Kilmister y Ronnie James Dio me dolieron en el alma pero aunque dijeron adiós a una edad similar a la de Ozzy, no fueron tributados en vida. Ni hablar de Jeff Hanneman o Chuck Schulinder, cuyos decesos solo trascendieron en la feligresía metalera. Ozzy en cambio se dio el supremo lujo de despedirse del mundo desde un trono de murciélagos en su Birmingham natal con un estadio de Aston Villa abarrotado y más de dos millones de personas siguiendo en vivo el concierto. Durante varios días solo se habló de Ozzy y Black Sabbath y cuando aún seguían instalados como trend topic, ¡zas! que el Príncipe de las Tinieblas se nos muere. Sabíamos que no le quedaba mucho tiempo de vida, pero nadie se imaginó que solo le restaran 17 días. Los malpensados dirán que todo lo planeó su esposa y súper mánager, Sharon Osbourne, la principal responsable de su éxito mediático. Como fiel seguidor del metal, le tengo mucha más lealtad y admiración a Black Sabbath como banda y fenómeno que a Ozzy como figura. Vaya, el creador del sonido Sabbath y sumo pontífice de la guitarra metalera es Iommi y siendo brutalmente honesto, entre mis discos favoritos de la banda hay algunos en los que no canta Ozzy. Si hablamos de escalas y calidad vocal, nadie duda que Dio fue mejor cantante, pero nadie puede superar el carisma y el impacto mediático de Ozzy como figura. Y en ese sentido, algo que me da muchísimo gusto, es que estoy seguro que cientos de niños o adolescentes alrededor del mundo están descubriendo la grandeza de Black Sabbath y el embrujo del heavy metal en este mes de julio y sin duda muchas semillas se plantaron en este verano.