Eterno Retorno

Friday, July 18, 2025

La literatura y el cine también son juegos

 


Tal vez desvivirte por un equipo profesional de cualquier deporte es una estupidez o una forma de desperdiciar la vida, pero al final del camino yo estoy consciente de que es un juego. Un juego que me tomo muy en serio y me genera sentimientos intensos, pero juego al fin.

Pero si a esas vamos, la literatura y el cine también son juegos que tienen sentido en la medida que más en serio te los tomas. Don Quijote y Hamlet no existen, pues nacieron en las cabezas de Cervantes y Shakespeare, pero al cabo de más de cuatro siglos forman parte del patrimonio cultural de la humanidad, como lo forman Gregorio Samsa, Leopold Bloom, Úrsula Iguarán o Aureliano Buendía.  No tienes por qué sufrir por el trágico destino de Romeo y Julieta o compartir la angustia y la culpabilidad de Raskolnikov, pero créeme que vale la pena involucrarse emocionalmente con ellos. Los actores en una película no se mueren de verdad, su sangre es pintura roja y su llanto es fingido, pero en la medida en que lo finjan muy bien,  compartirás su drama y si una película te hace llorar, reflexionar o emocionarte, entonces es una buena película y tú no eres un idiota por dejarte arrastrar por el juego.  

En ese sentido, me parece muchísimo más grave y dañino pertenecer a una secta, porque ese culto en ningún momento pretende jugar, sino que te habla muy en serio de tu salvación divina o tu condena infernal mientras chupa tus emociones y tu dinero. Como ateo y jacobino que soy, te diré que cualquier religión es una estafa, sin importar su tamaño. Hay sectas más burdas que otras en sus métodos y ofertas, pero todas son esencialmente enajenantes.

Tal vez los patriotas me fusilarían por lo que voy a decir, pero me parece muchísimo más absurdo ir a morirte a una guerra defendiendo la soberanía o el honor de tu país, cuando en realidad la mayoría de las veces te estás dejando matar por los intereses de unos cuantos políticos de mierda.

En los últimos años mi país se ha infestado de fanáticos burdos e intolerantes, practicantes del pensamiento único que idolatran u odian al partido en el poder desacreditando o condenando a todo aquel que no piensa como ellos sin acertar a tener una actitud medianamente crítica o escéptica. Yo, como dice La Renga: “no me convence ningún tipo de política, ni el demócrata ni el fascista”.