Cuando voy a la Feria del Libro me gusta ir en plan de cazador. Tomarme mi tiempo y recorrer pacientemente cada uno de los stands en busca de ese improbable libro que desde algún escondite me acecha y espera ser pepenado por mí. La verdad es que ahora no he tenido demasiado tiempo para ir a revisar pacientemente cada puesto, pero a cambio he tenido provechosas convivencias. Aunque a veces creo que tengo más compromisos de los que puedo manejar, siempre es un gusto poder leer y compartir los libros de los colegas. Una gratísima sorpresa fue conocer al narrador cubano Lorenzo Lunar y poder leer su novela ¿Dónde estás corazón? Me encanta el manejo que el colega de Santa Clara hace de la segunda persona como voz narrativa de su novela, que nos narra la historia de un militar castrista comprometido con la patria socialista, pero enfermo de amor por un muchachito, un joven recluta que le roba el corazón a quien debe entregar a un tribunal militar para procesarlo como traidor. Fascinante el humor de Lunar y la atmósfera tropical y cadenciosa de cada una de sus páginas donde uno se impregna de Caribe y de pronto se siente bañado en sudor mientras camina de noche por el malecón habanero. Derrame un trago largo de Leonardo Padura, agregue dos copas de Pedro Juan Gutiérrez y unos sorbos de Reinaldo Arenas con su pizca de Virgilio Piñera. Mezcle, agite y beba de hidalgo y entonces sí paladeará usted en toda su intensidad a Lorenzo Lunar. Una borrachera rica.
Grato fue también presentar una antología de cuento como El hambre heroica, compilada por la editorial Paraíso perdido y por Gabriel Rodríguez Liceaga, lo mismo que el six pack de cuentos Cien caballos en el mar del narrador navojoense Alfonso López Corral. Particularmente intenso fue leer y compartir el poemario del chiapaneco Balam Rodrigo, El libro centroamericano de los muertos, Premio de Poesía Aguascalientes, quien en clave casi bíblica y emulando a los cronistas de la conquista, ha creado una lírica de navaja afiliada en donde se narra el infierno vivido por miles de migrantes en la frontera sur entre México y Guatemala. Un agasajo es poder convivir y cenar con un buen amigo como es Élmer Mendoza, quien vino a presentar su novela Asesinato en el parque Sinaloa y quien prepara una nueva sorpresa editorial para este otoño que no se parece a nada de lo que ha publicado antes. Por su ausencia brillará el Zurdo Mendieta y el mundo del hampa sinaloense, pues ahora Élmer se nutrirá del espíritu de los cuentos clásicos con un guiño a la Bella Durmiente. Grato fue poder compartir con ustedes mis Días de whisky malo ahora en edición colombiana, como grato será poder clausurar la feria presentando por primera vez en México mis Juglares del Bordo, mi ficción más radicalmente tijuanense, editada en Argentina, pero que aún no circula en nuestro país. Por lo pronto, los ejemplares que llevaré a esta presentación son los únicos que por ahora hay en México, pues en este momento Juglares del Bordo solo circula en territorio argentino. Espero pronto poder importar una buena cantidad de ejemplares o mejor aún encontrarle editor mexicano. Por lo pronto, los espero el domingo 3 de junio para despedir la Feria del Libro de Tijuana en modo juglar.
Thursday, May 31, 2018
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