Eterno Retorno

Friday, June 10, 2011


Este es un capítulo que aparece en mi libro Réqueim por Gutenberg que el ICBC no se decide a poner de una buena vez por todas en la imprenta. Es un texto que mucho tiene que ver con lo que estamos viviendo esta semana.

Esa top model de efímera carrera llamada noticia

La Noticia con mayúscula, la típica Head Line Big News, aquella que es capaz de colarse en las conversaciones de café y cantina, es el equivalente a una “top model” de efímera carrera. La Noticia, seamos realistas, tiene una existencia tan fugaz como una estrella del porno.
Dado que he vivido del negocio de la información desde hace algunos, por no decir bastantes años, he aprendido a ver a la noticia en términos muy fríos y utilitarios. Por ello puedo anticipar con pronósticos más o menos realistas su periodo de vida. Cuando surge un gran tema, tratamos de anticipar para cuántas portadas nos podrá dar sin que se queme o se desgaste. Conforme la información se masifica y se transforma en un producto de consumo casi imprescindible, la vida de las noticias se acorta. La Noticia, como las top models o las estrellas del porno, debe ser cada vez más fresca, más tierna y cuando aún es joven, ya se le considera anciana. Tal pareciera que ante mayor demanda y bombardeo de información, la Noticia tiende a acortar su periodo de vida.

De pronto un tema surge y se transforma en un gran director de orquesta que pone a todos los periodistas de una ciudad, una región, un país o un planeta a tocar a su compás. La Noticia se convierte entonces en ama y señora, princesa todo poderosa capaz de tronar los dedos y definir el rumbo de nuestro trabajo. Cual visitante impertinente o huésped no invitado, la Noticia se cuela en las conversaciones de sobremesa, en los saludos distraídos en el pasillo de la oficina, en la fila del banco o en el camión. De la misma forma que un día cualquiera alguien comenta un típico y ordinario “qué calorcito se vino”, o “se dejó caer la lluvia” o “está duro el frío”, como si comentar algo tan evidente como el clima fuera la única vía posible para abrir una conversación, en todo encuentro casual alguien, en algún momento, se siente obligado a comentar el tema de moda: ¿Cómo viste lo del avionazo de Mouriño? ¿Ya supiste lo que andan diciendo sobre los secuestradores del “Jefe” Diego? O, para exportarlo a esta semana ya sabes que fueron los gringos los que ordenaron la captura de Hank.

Si pudiéramos medir la incidencia de comentarios casuales que se hacen en una hora o acaso en un minuto sobre un tema de moda, tendríamos una cifra millonaria (¿cuántas conversaciones sobre Hank has escuchado esta semana?).
Cuando la Princesa Noticia está sentada en su trono en la juvenil flor de la inmediatez, puede darse el lujo de mandar al Diablo cualquier tema. Todo aquello que no sea Ella suena obsoleto, caduco, fuera de lugar, pasado de moda. Sólo el joven rostro de la Noticia cuenta. Cuando la Princesa ejerce su mandato, todos tienen sus puntos de vista, sus teorías, sus opiniones radicales y nunca faltan sabihondos que sacan de la manga hipótesis imposibles que ellos y sólo ellos dominan. En ese momento en las salas de redacción no se discute. Se sabe que todo lo demás pasará irremediablemente a segundo término. La Señora Noticia manda. Mídanlo ustedes mismos.

El más perfecto ejemplo de una Princesa Noticia es la muerte del Papa Juan Pablo II en abril de 2005 (o la aprehensión de Hank Rhon en junio de 2011). Vean el efecto Juan Pablo II. Midan su espiral ascendente y descendente. Desde el Viernes Santo y el Domingo de Pascua de aquel año se empezaba a hablar con cierta insistencia de la salud del Pontífice. La foto de su rostro adolorido dando la bendición acompañaba las portadas de todos los diarios, pero no era la portada. De pronto, el 31 de marzo alguien dice que está agonizando y gana su pasaporte a las portadas. El 2 de abril muere y la princesita Noticia llega al tope de su carrera, como una Top Model de 19 años desfilando en Milán. No se hable de otra cosa. Un efecto así, suele durar con intensidad tres días, cuatro cuando más. A los cinco días se ha reducido a la mitad el número de conversaciones casuales que abordan el tema. La Noticia sigue ocupando un lugar en la portada de los periódicos, pero ojo, mucho ojo, ya no es principal. De pronto, llega un día terrible para el orgullo de la Princesa Noticia: ha salido de la portada. Siempre llega un día, muchas veces imperceptible a veces hasta para los mismos editores, en que en la página principal no se escribe nada sobre la Princesa Noticia. Ya no es Noticia, es simplemente noticia, un vil seguimiento. La princesa en desgracia sobrevive algunas semanas, o meses acaso dependiendo de su intensidad, navegando en el anonimato de las páginas interiores.
Hasta que llega inevitablemente un cruel día, un espantoso y triste día, en el que la otrora petulante Princesa Noticia que fue ama y señora de las primeras planas, simplemente desaparece del periódico. Inevitablemente llega un día en que no se escribe ni siquiera un párrafo. La Princesa de suculentas curvas con la que todos querían tomarse una foto y que estaba en boca de todos los hombres, se ha transformado en una vieja fofa y obsoleta que agoniza. La gente vuelve entonces a hablar del clima, del último resultado futbolero, mientras masca como un chicle desganado el último gran tema de moda. Nada acelera más el proceso de muerte de una noticia que la llegada de una sustituta. Como la top model de veintitantos que de pronto ve llegar a la adolescente que la desbanca de una patada. La primera semana de abril de 2005, la gente en el café, en el camión y en el elevador sólo hablaba de la muerte del Pontífice, pero a mediados de abril en Tijuana sólo se habla de un adolescente quinceañero que mató a cuchilladas a una familia completa, niños incluidos.
Para el día 10 de abril en la portada ya no aparece el cabello blanco y la mirada cansada del papa polaco. Ahora aparecía el rostro de niño de Cesar Manuel Ibarra García, nuestro Charles Manson tijuano, el último grito de la moda, que desde el Tutelar de Menores pudo embriagarse de sus miserables cuatro días de fama que caducaron pronto, muy pronto.
Cuando la Iglesia Católica decidió quien es el nuevo pontífice, nadie más tuvo a bien acordarse de este mozalbete. Todos hablaron del nuevo papa y el recién nombrado pontífice se paseó orgulloso por las portadas, hasta que una narco ejecución de las grandes, o un escándalo de corrupción, o un destape presidencial vino a desbancarlo. Nuestra top model de hoy, pronto se hará vieja y vendrán a reemplazarla nuevas jovencitas. (¿Cuántos días de primera plana le quedan a Hank? ¿Cuánto les falta a los medios para aburrirse y cambiar de tema?)Por lo pronto, dejemos a la princesa de hoy, gozar de sus segundos de fama.